En la guerra no se hacen prisioneros

Las purgas que se hacen en las guerras, cuando una parte gana a la otra, se han trasladado a la política con mayor virulencia si cabe, salvando las distancias, que la que se producen después de un conflicto bélico.

Estamos demasiado acostumbrados a ver cómo, una vez que el político de turno se hace con el poder absoluto en un partido, vía ganar un congreso o unas primarias, los perdedores desaparecen del mapa político sin ningún miramiento y sin atisbo de un mínimo reconocimiento a su labor pasada.

Pedro Sánchez manda al ostracismo a todo el batallón Susanista. Pablo Casado deja a los Sorayistas sin sueldo y con la única opción, si quieren seguir mamando de la teta pública, de fichar por las otras opciones políticas de su espectro ideológico, véase Ciudadanos o Vox. Pablo Iglesias, una vez que Errejon ficha por Carmena, decide despedir, por la vía de la reforma laboral que tanto ha denostado, a todos aquellos que estaban cerca del Niño.

Si en la Noche de los Cuchillos Largos, Hitler se cargo a todos aquellos ciudadanos alemanes que le podían hacer sombra, entre los que estaban los miembros de la siniestra SA, en el año de los machetes cortos, los políticos patrios han fulminado a todos aquellos que apoyaron a las opciones contrarias a las suyas, sin ningún miramiento y con el único argumento de la renovación de sus fieles. La diferencia entre una forma de eliminar enemigos radica en que, mientras Hitler los asesinaba, Sánchez, Casado e Iglesias los mandan al paro o los entregan a los brazos de otras opciones políticas. Filosóficamente la motivación es la misma, salvando las distancias más que evidentes, entre una forma de purgar y la otra.

En lo que nos toca a los ciudadanos de Lanzarote, los ejemplos son claros.

El PSOE, en este caso Eva de Anta, gana las primarias y no deja títere con cabeza. Con más razón o con menos, lo evidente es que los que le han hecho la pascua durante los últimos meses han desaparecido del mapa municipal.

Lo del PP es todavía más grave. En este esperpento de partido no es necesario llevar la contraria al líder, lideresa en este caso, para que te fulminen de la forma más cruel.

Está demostrado con el paso de los años, que en el PP se cumple una máxima que es tremendamente triste, EL QUE VALE NO VALE. No hay como hacer bien las cosas para que eso pueda suponer tu despido fulminante. Hacer las cosas bien en este partido supone hacerle sombra a la Jefa y eso no es admisible.

La gran diferencia entre la forma de actuar del PSOE y el PP radica en que, mientras en el primero se han ido a casa elementos nocivos para el funcionamiento del partido y de las instituciones donde gobierna, en el segundo han dejado fuera a dos mujeres que se han partido el pecho por el partido, han trabajado con intensidad en las instituciones mientras la Jefa disfrutaba de las prebendas, privilegios y sueldo que le aportaba su cargo en el Parlamento Regional. No voy a poner en un pedestal a Dacil ni a Maite, que para eso están sus familiares, pero su trabajo está fuera de toda duda.

Me podrán argumentar, que no justificar, que en el caso de Dacil ha sido la Regional la que ha decidido eliminarla del panorama público, para colocar en un puesto de salida a un político denostado por sus propios compañeros, amigo de sus amigos y caduco para el resto de los ciudadanos. Y en el caso de Maite, según fuentes de la dirección insular, ha sido ella la que ha decidido irse, aunque algunos sabemos las verdaderas razones de esta salida.

Ni una purga ni la otra tienen justificación alguna, se mire como se mire, simplemente eran dos mujeres que podían llegar a hacerle sombra a la Presi y eso, en este partido, es un delito.

El caso del Senador es otra historia, porque el mismo se ha purgado a sí mismo con sus actuaciones públicas.

Y lo de Ciudadanos ya no tiene nombre. Para bien o para mal, con sus errores y sus aciertos fruto de un exceso de protagonismo, razonable en algunos casos y de una falta de asesoramiento que asusta, Benjamín era el principal baluarte que tenia la formación de Albert en la Isla. Si por algo se conocía a ciudadanos en Lanzarote era por su consejero cabildicio. Dio visibilidad al partido, lo puso en el panorama político insular y, les guste más o menos a algunos, ha hecho que Ciudadanos crezca y pueda llegar a ser una alternativa viable para contrarrestar las actuaciones del resto de las viejas formaciones políticas insulares.

Buenos pues esto no ha sido suficiente para que repita en el cargo. No sabemos las razones y dudo mucho que las sepamos.

Estas formas de funcionar hacen que los ciudadanos estemos cada vez mas hartos de los que nos gobiernan, o de los que quieren gobernarnos. Si hasta ahora tenía serias dudas de a quién votar, hoy lo tengo claro.

De todas formas, todo esto son opiniones muy personales, que pueden ser compartidas o no, pero lo que sí es incuestionable que la realidad supera a la ficción. En los partidos políticos no crece el que más vale, sino el que es más sumiso, mas anodino, mas capacidad tiene para llevarle el café, la maleta o la agenda al jefe.

Si eres un profesional en tu trabajo, si eres una persona ética, con moralidad demostrada, con capacidad de trabajo y además buena gente, ten claro que la política no es tu sitio, simplemente no tienes cabida.

Desertores de la toga, huidos de la tiza, advenedizos y ventajistas sin escrúpulos son los que se llevan el gato al agua.

Triste panorama nos espera en un futuro cercano, con empleados demasiado bien pagados para lo que tienen que ofrecer a los ciudadanos, un panorama tan lamentable que provoca que aparezcan formaciones de todo signo, en la que recalan tanto los purgados como aspirantes a serlo en un futuro no muy lejano.