“Garrote Vil”, al campo (II)

Por Ramón Pérez Hernández

Algún mandón que tenga conciencia debería recoger el testigo de la lógica en esta vapuleada y desamparada tierra, para resguardarla de la alarmante apatía, incompetencia, o ruin inactividad que la corroe, presuntamente ‘programada” (merecedora de sentencia ejemplar) contra el sector primario, para evidenciar el agresivo asalto al interés general de la integridad isleña, con actitudes y episodios, presuntamente dirigidos contra el ‘orden público'. Lanzarote, en los siglos XVII y XVIII fue el granero de Canarias, a pesar de que el trigo, centeno y cebada tenían tasados precios de ‘hambre'; que por ley, no permitan exportar al extranjero y además, para más burla, los agricultores conejeros cotizaban la Contribución Rústica ¡más costosa de canarias!. (¡La cantidad de fincas rústicas que se embargaron y ejecutaron por ‘atrasos' en el pago de Contribuciones...!). En la posguerra civil, (años 1940-1955) el agricultor lanzaroteño suministró a las diferentes Islas del Archipiélago: cebollas, papas, tomates, fruta de higuera, higos porretos, pasas, granos anhelados por su extraordinaria calidad: garbanzas, lentejas, judías, chícharos,..., y, especialmente, batatas; tubérculo, que con el tomate se exportó décadas a la Península (Barcelona) y Reino Unido (Londres), lográndose una excelente renta agrícola, que entre otros beneficios procuró un buen número de titulados procedentes del agro. Desde que comenzó la política constitucional, en esta Isla se producía unas ¡treinta mil¡ toneladas [‘treinta millones de kilos'] de exquisita cebolla. Después han sucedido barbaridades, entre otras, la fatal ruina de esta bendita Isla como productora excepcional agrícola, ganadera y pesquera, estrangulando tal arriesgada mala política a la mayoría de los habitantes, con el irremediable resultado de ‘gozar' de la más recargada ‘cesta de la compra' del país y de la Unión Europea, favoreciendo esa impresentable ‘política de fortuna' solo a mayoristas. Recuerdo que en la legislatura de 1987, siendo Consejero de Agricultura del Cabildo Candido Reguera Díaz (por el “CDS”, la fuerza más votada), dispuso conscientemente plantar naranjeros para cosechar los 5 millones de kilos de autoconsumo insular, aprovechando las aguas depuradas. Secundó la acertada iniciativa de Cándido, en su etapa de gobierno, un buen grupo de cosecheros. Los sucesivos Consejeros, sobre la sobresaliente idea de Cándido, ni puto caso, y así nos va. El notable perjuicio infligido a los agricultores, ganaderos y pescadores por los políticos cabecillas del ‘tres al cuarto' que nos ha tocado en suerte, salvo honrosas excepciones que las hay, pero cuyas iniciativas se pierden en los barrancos..., quiebra la calidad de vida, el valor añadido (léase: ¡empleo activo!) y el bienestar de los que queremos vivir en esta tierra dejada de mano por los incompetentes de turno.