El miedo a volar
Por Raimundo J. Ramírez
Por razones que a uno se le escapan este verano ha sido especialmente espeso en dos cuestiones: incendios y accidentes de avión. Resulta curioso que hayan saltado todas las alarmas sobre la falta de seguridad sólo cuando se han producido estos accidentes y sólo cuando ha muerto un montón de gente. Incluso ahora, de repente, a algunos países como Francia o Gran Bretaña se les ha ocurrido hacer su particular lista negra de las compañías menos seguras. ¿Es que estas compañías no eran poco seguras también antes del verano?
El caso es que el Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas, el famoso SEPLA, lejos de tranquilizar la situación, nos ha asustado incluso a los que no nos da miedo volar asegurando que no se están haciendo las revisiones en los aviones como se deberían hacer. Si los pilotos lo dicen será por algo. Uno cuando sube en un avión siempre confía en que todo está en orden. Jamás se te pasa por la mente que el piloto, el copiloto y el resto del pasaje se juegue la vida gratuitamente. Se sabe que son gente sensata a la que le cuesta mucho tiempo y dinero llegar donde han llegado, como para luego decir un no pasa nada porque se suba un poco mal el tren de aterrizaje. Por eso asusta que el SEPLA diga lo que dice. Que yo sepa, además, no se ha dado el caso de un colectivo de pilotos suicidas después de los kamikazes japoneses de la II Guerra Mundial que estampaban sus zeros contra los barcos norteamericanos. Eso, quieras que no, le consuela bastante a uno. Tampoco se conoce el caso de pilotos que hayan dado positivo en un control de alcoholemia, más que nada porque dudo mucho que se les practique alguna vez una de estas pruebas. No me imagino a un par de guardias civiles parando un Boeing 747 en plena pista de despegue para hacer soplar al piloto por el cacharrito ese de plástico que nos colocan en la boca a los sufridos conductores.
Lo más importante de esta historia es que habría que procurar no alarmar tanto al personal, que bastante tuvo ya con ver los increíbles atentados de las Torres Gemelas como para que ahora se crea que los aviones están cayendo del cielo a puñados. Bastante tiene la gente con subirse en un cacharro que va a miles de metros de altura (miles de pies para esos anglosajones que lo miden todo a su libre albedrío) y en el que ya no te dan gratis ni los buenos días como para que la sometan ahora a una campaña de presión añadida.
El avión es el medio de transporte más seguro de los que se conocen, si descontamos las tablas de surf, los patines y los carritos de los supermercados. Esto no lo digo yo, lo dicen las estadísticas, que garantizan que tienes19 posibilidades más de sufrir un accidente de automóvil que de avión. No digamos nada si no subes nunca a uno de estos aparatos; las probabilidades se multiplican por infinito. Sin embargo, esto no sirve para convencer a personas como mi suegro o MA Barracus, incapaces ambos de subirse en un cacharro que vuele si no es bajo el efecto de toneladas de sustancias dopantes. Y como mi suegro y el conductor de la furgo del Equipo A, millones de personas que tienen auténtico canguelo, miedo o terror a volar.
Ante tanta información negativa se tendría que producir una reacción por parte de las compañías aéreas, que de momento no han dicho ni pío, como si la cosa no fuera con ellos. Si yo fuera el dueño de Iberia, que no lo soy, ya habría llamado al dueño de Air Europa y le habría pedido una reunión para hablar de este asunto. “Oye, tenemos que hablar de este asunto”, le diría siendo muy original.
Por parte de las autoridades, que también tienen su punto de culpa en que se extienda el canguelo, tendría que haber absoluta transparencia. De momento se debería indicar claramente qué empresas son las que pasan los controles reglamentarios y qué empresas no, cuáles se hacen las remolonas a la hora de invertir lo que hay que invertir y cuáles se conforman con gastar lo mínimo. Por suerte creo que el resultado sería positivo, porque estoy convencido de que ninguna de las compañías en las que la mayoría nos montamos (Iberia, Spanair, Air Europa, Binter...) tendrá el menor problema para superar cualquier prueba de seguridad que se le realice. De lo contrario, no me subiría jamás en un avión. ¿Y tú?