Dolor y solidaridad

Por Roberto Herbón

El terrible accidente ferroviario ocurrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela, llena de dolor el alma de todas las personas tengan, o no, relación con los accidentados. Es difícil asimilar la magnitud de tanta desgracia junta.

En momentos tan duros, la solidaridad humana aflora a raudales, los vecinos del pueblo cercano de Angrois se han volcado en ayudar en semejante catástrofe. Las personas cambiaron su ruta hacia la Plaza del Obradoiro, donde se iba a quemar la fachada de la Catedral como todos los años en Honor de Santiago Apóstol, por ir a donar sangre, donde se colapsaron los servicios de donación por la gran cantidad de personas que allí acudieron.

De lo que estoy seguro y orgulloso, es que jamás olvidaremos la solidaridad del pueblo gallego, desde bomberos que desconvocaron la huelga para llegar rápido al lugar de la catástrofe, médicos y personal sanitario que estaban de vacaciones y aparecieron en los hospitales, los que ampliaron su jornada laboral, de todos los vecinos que traían mantas, agua, rompían cristales y ayudaban a los heridos y profesionales, la reacción del maquinista herido en el cuerpo y en el alma y que se lanzó a socorrer a los pasajeros, los hosteleros que ofrecían habitaciones para los familiares de los fallecidos y de los heridos.

Cualquiera de ellos era consciente de que toda la ayuda era poca para paliar esas horas de desesperación y angustia.

Porque así es el pueblo gallego, este pueblo que tantas veces ha sido golpeado, por diferentes catástrofes y siempre ha salido adelante, podemos sentirnos orgullosos de ser como somos.

Setenta y nueve vidas, setenta y nueve historias arrebatadas que ese día, 24 de julio del 2013, congeló el corazón de Galicia y de España. Sus vidas truncadas ya son las nuestras y conformaran para siempre el crespón permanente del Día de Galicia.

Después de haber sufrido un gran dolor, aprendes que también se puede vivir con sufrimiento.

D.E.P