¿Confianza para los confianzudos?

Por Mare Cabrera

Los partidos políticos tienen muy en cuenta la imagen que se ofrece de sus candidatos, contratan asesores y miran con lupa cada uno de sus movimientos. También se preocupan por las formas, preparando el escenario desde donde nos explicarán sus propuestas. La verdad es que se están perdiendo un poco las costumbres. No sólo se elige un buen pedestal-escenario con el fondo adecuado (colores que transmiten confianza, seguridad), jóvenes de público justo detrás del que expone en caso de que se traten temas relacionados con sus problemas, o mujeres si el mitin está relacionado con los asuntos que puedan interesar a las féminas. Un buen traje, sin corbata a veces para dar sensación de cercanía, un buen corte de pelo, el maquillaje anti brillos, la luz focalizada y ¡ala!, ya están listos para soltar todo lo que no cumplirán si ganan las elecciones. Por eso digo que se están perdiendo las costumbres y se quiere llamar la atención. Una de las nuevas fórmulas que se les han ocurrido es, por ejemplo, sentar a Carolina Darias sobre unos grandes cojines para contarnos sus propuestas, con la consiguiente incomodidad para los cámaras y demás periodistas que nos trasladaban el evento, todos "tirados" por los suelos haciendo alusión al estilo “chill out”. Ya no saben qué hacer...

El afamado peluquero Llongueras se encargó de las melenas de nuestro presidente del Gobierno cuando éste llegó al poder, y los asesores personales sugieren en muchos casos sobre la indumentaria que deben llevar nuestras políticas para presentarse en público. Es importante, o al menos creen que lo es para los votantes. En caso contrario dejarían estos asuntos, que poco o nada tienen que ver con el ejercicio político. Y es que la imagen en una sociedad superficial movida por las apariencias es asunto principal, como ya estamos viendo.

También cuenta la imagen que se da de cara a las relaciones personales y familiares. Ya lo decía Fraga el otro día: "Un partido no es solamente sus ideas políticas, sino también sus ideas sociales y familiares". Algunos representantes de lo público han visto cómo sus carreras se truncaban -al menos si aspiraban a puestos más elevados- por un divorcio. Recordemos también cómo Zarkozy realizó la actuación de su vida fingiendo felicidad conyugal en el periodo de elecciones para después llegar al poder y divorciarse ipso facto. Por algo sería. Así que es puro cinismo fingir que no es importante ni relevante. También es lícito que haya personas a las que les interesa conocer exactamente, al menos en la medida de lo posible, a quién votan, y que al enterarse de comportamientos que bajo su moral consideren inadecuados, cambien su decisión. ¿Acaso los partidos invertirían en tapar escándalos familiares, asesores de imagen, decorados estudiados y declaraciones medidas si toda esa parafernalia aparentemente frívola no fuera tenida en cuenta por el electorado? No, porque ellos no malgastan su dinero con tanta facilidad como lo hacen con el nuestro.