Carta al nuevo cura de la parroquia de Altavista
Por María del Rosario González Perdomo
Señor cura, por si usted no sabe la historia de la parroquia de Altavista, paso a relatársela:
La primera piedra de esta parroquia la pusieron los vecinos del barrio, entre ellos nuestros padres y abuelos, acompañados por Don Diego el cura de la parroquia, un cura muy cercano a los vecinos del barrio. Con esto quiero decirle que los vecinos levantaron esas paredes con el sudor de su frente.
Usted ha llegado nuevo a este barrio y por lo que veo no ha tenido ni un poco de humildad y humanidad con los más desfavorecidos; lo primero que hizo al llegar a la parroquia fue echar fuera (es que no se puede decir de otra manera) a los más desfavorecidos del barrio, que son los que no tienen para comer y acuden a la parroquia de Altavista los viernes a recoger comida.
La vergüenza que tienen que pasar algunos vecinos al acudir a la parroquia para pedir comida y que los mande usted por la parte de atrás de la parroquia, a la intemperie, para que todo el mundo que pasa tengan que ver quién pide y quién no es lamentable. ¿Ha pasado usted hambre alguna vez, señor cura? Seguro que no; yo tampoco la he pasado, pero sé que es muy duro tener que acudir a pedir comida para comer y para darle a los niños, por lo que no encuentro justo que usted los echara a la calle (pues vuelvo a decir no puedo llamarlo de otra manera); en el patio de la parroquia tenían donde cobijarse del mal tiempo y cubrirse un poco de las miradas de los demás.
Cuando llegó a la parroquia lo primero que hizo fue dividir el salón, el lugar donde se comenzaron a dar las primeras misas del barrio, que ahora lo tenían las señoras de Cáritas para almacenar la comida y repartila entre los necesitados. Al dividir el salón dejó una puerta para la calle que da a la Sociedad de Altavista. ¿Usted pidió permiso para esas obras, señor cura?
Con la pequeña habitación que se ha dejado a las señoras de Cáritas, si entran ellas, poca comida pueden almacenar.
Este salón se les cedió a Cáritas de Altavista cuando la habitación que tenían se les hizo pequeña, ante la gran avalancha de personas que acudían a pedir comida, y lo que se estaba consiguiendo de comida para los necesitados.
Como se ve que usted ha entrado con mano dura, le diré que en el barrio ni somos tontos ni vamos a dejar que nos tome el pelo. Para no quedarse satisfecho con lo de Cáritas deja a las monjas en la calle (es un decir ellas tienen donde vivir). ¿Que va hacer con esos cuartos de la segunda planta de la parroquia? No quiero creer lo que he escuchado que se propone hacer, por eso no lo pongo en esta carta.
Las monjas llevaban muchísimos años colaborando con esta parroquia, tanto con las misas como con los niños y también con Cáritas. ¡Qué fuerte!, y viene usted y hace que saquen sus pertenecías; espero que no sea verdad lo que se comenta en el barrio, que cuando llegaron las monjas se encontraron que no podían abrir la puerta de su casa; espero que eso no sea verdad, pues si lo es sería el colmo de los colmos.
Señor cura, en el barrio tenemos muchas parejas con hijos que no tienen donde vivir, por lo que espero que no sea verdad lo que se comenta (cuando el río suena agua lleva). No es que lo amenace, sólo quiero decirle que en este barrio estamos cansados de personas como usted, que quieren adueñarse de lo que no les pertenece, por eso espero que razone, hable con la gente y explique sus intenciones.
No tengo el gusto ni el disgusto de conocerle, pero sí sigo la problemática del barrio y para nada estamos de acuerdo con lo que está haciendo.
Con este tema y otros lo único que está consiguiendo es que cada día sean menos las personas que acudan a la parroquia; yo creo que la Iglesia Católica en estos momentos lo que necesita son fieles, pero si los espanta poco bien está haciendo al catolicismo.
Reciba un cordial saludo de una vecina muy indignada con los últimos acontecimientos ocurridos en la parroquia del barrio de Altavista.