DESDE EL OTRO LADO DEL JABLE

Carlos Espino: cascajo en un zapato de Dimas

Por Serapio Manuel Rojas de León

Sin duda fue Segundo Rodríguez en los inicios de Dimas Martín en política un manojo de granzón entre el zapato y el calcetín del que fuera Presidente del Complejo Agroindustrial. Pero aunque el que fuera Alcalde de Teguise pudiera hacer agua pata con el granzón, se convirtió don Segundo en toda una batata quisquillosa, que incrustada con calzador imposible de extirpar en el zapato estruja quesos a mansalva, consiguió que la Audiencia de Cuentas enviara al Fiscal la gestión malamente gestionada de unas cuentas llenas de irregularidades y posibles delitos en la empresa agrícola y ganadera. La pesquera, una tal Lanzáfrica, es otra historia todavía con los renglones imberbes.

A don Segundo nadie le comprendió los lloriqueos y la entonación de sus meas culpas, con golpes de pecho incluidos, cuando don Dimas regresaba de nuevo a su ya familiar cárcel de Tahiche por el caso del Complejo. Ahora un Juez ha venido, casi casi, a hacérnoslo entender. Cuando dos enemigos invencibles se unen, es porque ganan los dos. Eso es lo que nos ha venido a mostrar el tiempo con este compartir recinto carcelario. Claro que menuda ganancia. Ir a parar a una celda entre rejas nos lleva a preguntarnos si el tal viaje ha merecido la pena.

No pensó Dimas encontrarse en los vericuetos de la política isleña con un ripio que él denominaba insignificante, un tal Carlos Espino, que le ha hecho trastabillar en diversas ocasiones. Acostumbrado a como estaba lidiando rupturas y alianzas a capricho, con claras aureolas de siempre vencedor, en cualquiera de las Instituciones isleñas poniendo y quitando a personas a conveniencia personal, le ha sobrevenido la incomodidad a través de este cascajo en los últimos litigios por a quien nunca consideró alguien. Pero don Nadie Carlos Espino no sólo ha logrado quitarle los zapatos sino que lo ha desvestido al completo y nos lo ha mostrado, venticinco años han pasado, tan desnudo como cuando se inició en la corrupta economía fácil con la aceptación de tres mil eurillos de ahora, al que hoy es Concejal de Teguise, el señor Roger Deing, para no estropearle un murito de pocos bloques.

Esta arenisca molestosa ha sido algo más que meros ripios. Se le escapó a Dimas el no importante ni interesante Secretario General canarión de los sociatas conejeros, que se creyó que soportándolo dentro del zapato lo tendría controlado aunque fuera jodiendoso. Se equivocó muy mucho al no valorar a este nuevo contrincante aspirante a rey político isleño. Los ripios uno a uno forman un monturrio y terminan siendo casi montaña. Eso es para Dimas ahora Carlos Espino. Y quienes hemos conocido a Dimas en otros y mejores momentos sabemos que hace tiempo andaba pillado, aunque no supiéramos explicar ni alcanzar a ver la pillada.

De conversación con conocido ojeador se desprende claramente lo anterior. Un segundo o tercer viernes de Julio del año pasado a eso de las cuatro y poco más de la tarde, sentados andaban los dos protagonistas con una mesa en medio en cafetería de un conocido hotel de Costa Teguise. La conversación, por lejanía, no transcendió más allá del ámbito de los conversadores. Los detalles vienen a continuación: Interrumpe la reunión Don Carlos Espino poniéndose de pie el primero. Don Dimas levanta la cabeza para indicar algo. Carlos amaga para irse y Dimas recoge llaves. Carlos Espino se dirige a unas escaleras que le llevarán al hall del hotel dejando atrás a Dimas que le sigue con paso ligero. Dimas abandona el sitio, sin fijarse en el entorno que le rodea. Esto es muy inusual en él, pues siempre destacó por intentar reconocer y saludar a quienes se encuentren en el mismo lugar. Carlos Espino, en el rellano, mitad de escalera, se detiene. El ojeador no sabe si porque Dimas se lo pide o porque Carlos tiene algo que comunicarle a Dimas, pero lo que si está claro es que dos peldaños más abajo el que ahora parece pedigüeño, levanta la cabeza para escuchar o rogar al que está por encima que es Carlos Espino. Abandonaron el hotel el uno tras el otro, y el que iba retrasado era claramente Dimas Martín.

Lógicamente hace muchos meses de esta anécdota, pero muy indicadora del arrastre y aguante pilista. Observaremos que en el nuevo quita y pon de la política conejera el organizador es Carlos Espino. Dimas no juega o ya ha perdido las cartas. El P.I.L. ha dejado aparcadas las iniciativas hace mucho tiempo. Nadie sabe explicar que quien deja fuera de las Instituciones es el PSOE al P.I.L., ¿Dónde, cuándo? En estos venticinco años siempre fue al revés. Dimas ha dejado de ser Dimas hace mucho tiempo, dicen que desde cuando Antón se atrevió a decirle aquello de “el presidente del P.I..L. soy yo y tú el honorario” y que con carcajadas y un remango se deshizo del respondón.

Como quiera que sea, el papel de Dimas ahora lo interpreta Carlos Espino, que tiene sudando al Alcalde de Tías, rezando al de San Bartolomé, fumando en un sin vivir al de Arrecife, alocada y sin rumbo a la Presidenta del Cabildo y muerto de risa al Alcalde de Teguise.

El nuevo estratega de la Política isleña nos tiene en vilo. A ver cómo escapa y de qué forma de todo esto.

Dimas con engaños lograba los pactos que le cuadraban mejor a él. Carlos Espino, mentiroso al punto enfermizo, con sus mentiras no lo tiene tan fácil y por ende todos los socialistas temblequean ante el desconcierto que les ha creado la improvisación incalculable y la ligereza con demasiada rapidez de las decisiones espinistas, máxime cuando se ha descolgado con lo de que ha descubierto de pronto que el P.I.L es sinónimo de Dimas. Lo dijo sin reírse ni nada.