A vueltas con el himno y el respeto
Mucho se ha hablado sobre la sonora y multitudinaria pitada al himno nacional el pasado sábado durante la celebración de la final de la Copa del Rey de fútbol.
Se ha hablado y se hablará, no me queda duda, mientras no se analice el problema que lo motiva como procede.
Voy a ir más allá que hablar sobre el derecho de los ciudadanos a expresar sus sentimientos y manifestarse como cada uno le parece más oportuno. No soy quien para criticar lo que hacen los demás aunque yo pueda estar en desacuerdo. Allá cada uno con su forma de expresarse.
Es más, vista la reacción que ha tenido parte de la clase política, la pitada esta justificada por mucho que les duela. La indignación por lo que pasa en España esta siempre del lado ciudadano, nunca del lado político. La corrupción esta en las instituciones y no en las gradas de un campo de fútbol.
Es cierto que hechos como el que nos ocupa pueda causar indignación entre quienes mantienen que pitar el himno nacional es una absoluta falta de respeto a sus sentimientos y que por ello deberían ser condenados poco menos que a la hoguera. Están en su perfecto derecho.
Eso seria razonable si aceptaran, los que se indignan por lo ocurrido, que los pitidos que sistemáticamente nos dan quienes nos gobiernan son infinitamente más graves que los que producen los silbatos en un estadio deportivo.
Proporcionalmente, los políticos han hecho más hincapié en lo sucedido que en denunciar y actuar contra la corrupción que les asola como una pandemia.
El problema es que por la parte política no se analizan las razones que llevan a miles de ciudadanos a expresarse de esa manera. Se quedan solamente en el hecho puntual de silbar cuando suena el himno sin entrar a valorar que son ellos los que lo han provocado.
En el fondo y aunque cueste creerlo, les ha venido muy bien esta protesta musical para enmascarar las actuaciones que han venido realizando y que han conducido a la mayoría de los españoles a situaciones auténticamente lamentables, producto exclusivamente de una voracidad insaciable de poder y dinero.
La libertad de expresión de cada uno termina donde empieza la del otro. Aunque esta es una línea tan fina como subjetiva.
En esta lamentable historia de pitos o no pitos, los únicos que no tienen ningún derecho a quejarse, ni a indignarse, ni a considerar que lo ocurrido es una absoluta falta de respeto a la nación son los políticos.
El himno nacional se ha pitado una vez, con motivo de un acontecimiento concreto y dentro de un marco muy definido. Que no haya sido muy acertado hacerlo por la repercusión mediática que ha tenido? Posiblemente se pueda tener razón en que para determinadas reivindicaciones no era el escenario más adecuado para hacerlas, pero eso va en la mentalidad de cada individuo en el uso de su libertad individual.
Pero contra esta actuación ciudadana, la clase política ha reaccionado de la única forma que la descalifica ya que, conscientemente seguro, se han olvidado que ellos, los políticos, les han faltado al respeto e insultado la inteligencia de los ciudadanos sistemáticamente, cada vez que nos pretendían hacer comulgar con ruedas de molino sobre asuntos absolutamente infumables.
Y como la mejor muestra dicen que es un botón, les voy a poner botones para llenar cientos de chaquetas.
Cada vez que sale algún dirigente del PP nacional diciéndome que no ha habido “caja B” en el partido, me falta al respeto. Cada vez que un dirigente del PP intenta justificar la operación Barcenas como algo privativo del tesorero, me falta al respeto. Cada vez que oigo al Presidente del gobierno decir que la crisis es un tema del pasado me falta al respeto.
Por estos ejemplos recientes y otros pasados que podría relatar, el PP, que tan duro ha sido con los promotores de la pitada, me viene faltando al respeto sistemáticamente, a mí y a la mayoría de los ciudadanos.
Cada vez que escucho a un dirigente del PSOE hablar de que los responsables de la crisis que sufrimos son los demás, como si ellos no hubieran estado nunca gobernando, me faltan al respeto. Cada vez que un dirigente del PSOE propone soluciones a los problemas de la sociedad, cuando ellos han estado ocho años gobernando y no han movido un dedo pudiendo hacerlo, me faltan al respeto. Cada vez que oigo a un dirigente del PSOE hablar de la regeneración política española y no son capaces de reconocer que la corrupción institucional es tan grave en las comunidades donde gobierna como en las que gobierna el PP, me falta al respeto. Cada vez que veo como se cargan las tintas contra la financiación ilegal, que la hay, de otros partidos sin asumir que ellos también se han financiado así durante años, caso Filesa sin ir mas lejos, me faltan al respeto. En esta ultima falta de respeto, la única diferencia con el PP es que al PSOE todavía, en lo referente a Ferraz, no le han pillado.
Y podría hablar de algunos partidos nacionalistas, CIU, pseudo nacionalistas, CC, emergentes, PODEMOS, sindicatos, CC.OO, etc., que de todos tengo botones.
Como verán, mientras la falta de respeto de los ciudadanos que pitaron el himno se esfuma en el aire, la que nos tienen los políticos deja huellas imborrables y de un daño absolutamente irreparable. Una pitada me puede indignar el tiempo que dura el silbido. Las actuaciones de los políticos me pueden arruinar la existencia.
Por esto y por muchas razones que podría exponer, estoy convencido que una vez mas y ya son demasiadas, la clase política vuelve a utilizar los sentimientos personales como punta de lanza para objetivos políticos, sin darse cuenta que, mientras los ciudadanos expresamos nuestras ideas como Dios nos da a entender, los políticos las utilizan para beneficio propio sin importarles los cadáveres que van dejando por el camino al tiempo que llenan sus bolsillos con el producto del esfuerzo de los únicos que se merecen un respeto por su parte, los ciudadanos.
Políticas que dejan cinco millones y medio de personas en el paro, muchos sin cobrar ni un solo euro, políticas que no evitan desahucios injustos, políticas que no ayudan a los menos favorecidos quitándoles prestaciones sociales, dejándoles sin ayudas a la dependencia, recortando sistemáticamente su poder adquisitivo, engañando a nuestro mayores con subidas de un euro en su pensión, como si con eso pudieran cambiar de coche al día siguiente, irse de vacaciones o cambiar la mortadela por el jamón de jabugo.
Todo esto si es una falta de respeto y un insulto a los ciudadanos.