Flores, bombones y lencería. Los lanzaroteños no se comen la cabeza con San Valentín
Fotos: Anabel Navarro
El 14 de febrero se celebra tradicionalmente el Día de San Valentín. Un día dedicado a los enamorados y en el que las parejas se las tienen que ingeniar para sorprenderse con algún regalo especial.
Cuidado con Cupido
En el sector de las flores y las plantas, San Valentín se ha convertido en un día con una fuerte, algo que merece algunas consideraciones que deben tenerse en cuenta. En este Día de los Enamorados, como en otros muchos a lo largo del año, la rosa se ha ido abriendo camino para erguirse en la reina mediática. Es la flor más demandada para ser comunicadora y mensajera de un sentimiento: afecto, amistad, amor. Es también la más cara, sobre todo en el día 14 porque su precio puede llegar incluso a doblarse.
Algo muy importante que los floristas desean aconsejar al consumidor, en este caso la enamorada o el enamorado, es que no se prive de algo tan gratificante como contemplar la cara de alegría y satisfacción que producen las flores o las plantas en quien las recibe. Pero el incremento de precios en esta fecha es una realidad del libre mercado.
La época del año y la gran demanda provocan el aumento del precio de la rosa, que debe importarse de otros países para cubrir las necesidades del mercado. Así pues, podemos también regalar ramos variados de tulipanes o margaritas.
Alternativas a lo fácil
No todo son flores o bombones. Una buena manera de demostrar el amor puede ser desmarcarse de lo habitual, exprimirse la cabeza y ser un poco original. Un viaje, un fin de semana en un hotel o una cena romántica pueden ser opciones muy acertadas. Muchas compañías aéreas ofertan vuelos para este día. No parece mala idea la de una escapada amorosa. También son muchos los hoteles que lanzan promociones especiales para la ocasión, en la Isla sin ir más lejos, podemos encontrar numerosas opciones.
No hace falta mucho dinero, ni mucho tiempo. Es una cuestión de ingenio y personalidad. Cada uno ama de manera diferente. ¿Quién marca lo que queremos transmitir? A veces, un puñado de palabras puede decir mucho más que un millón de rosas.