viernes. 29.03.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Este mundo en que vivimos es una mezcla de drama y de esquizofrenia. Estas valoraciones tan negativas te podrán parecer excesivas, estimado lector. Si lees el artículo hasta el final, podrás comprobar que están justificadas.

Los datos, que provienen del informe anual de 2008 del Instituto Internacional de Investigación para la Paz (Sipri), con sede en Estocolmo, nos indican que los gobiernos destinaron casi 850.000 millones de euros a gasto militar, de los que Estados Unidos, por sí solo, representó el 45%, seguido de países como Reino Unido, China o Francia.

Este gasto ha aumentado, además, en 45% en todo el mundo en los últimos diez años, mucho más que el gasto en la lucha contra el hambre. Por el contrario, en la pasada cumbre de la FAO los países se comprometieron a aportar apenas 4.500 millones para luchar contra las hambrunas, cuando según la misma organización el número de hambrientos superó en 2008 los 963 millones, mientras Médicos sin Fronteras advirtió que si la situación no mejora, 55 millones de niños menores de cinco años seguirán estando en peligro de muerte. Los datos son tan contundentes que se comentan por sí mismos. La idea de que cada vez vamos hacia un mundo mejor debe ser rechazada. Mas la sinrazón no acaba aquí.

Con ser ya grave la existencia de tantos conflictos bélicos en el mundo, lo que resulta dramático es que en ellos se vean implicados de lleno los niños, sin que los países hagan nada o en todo caso muy poco por evitarlo. En el reciente séptimo informe sobre los niños y los conflictos armados presentado al Consejo de Seguridad (A/62/609-S/2007/757), el Secretario General documentó abusos graves contra niños en países como Afganistán, Burundi, Chad, República Centroafricana, Côte d'Ivoire, la República Democrática del Congo, Haití, Irak, Líbano, Territorio palestino ocupado/Israel, Nepal, Somalia, Sudán, Uganda, Myanmar, Sri Lanka, Filipinas, y Colombia.

El número de bajas entre la población civil es ahora desproporcionadamente superior al registrado en cualquier otro momento de la historia de las guerras. Y entre ellas están los niños. El uso de armas de efecto indiscriminado, como las municiones de racimo, en ataques llevados a cabo en zonas donde se concentra la población civil tiene consecuencias graves para los civiles, en particular los niños, incluso mucho después de haber finalizado los conflictos. Los lugares que deberían suponer un refugio seguro para los niños (escuelas y hospitales) son, cada vez más uno de los principales objetivos de los ataques de los grupos armados. Acabamos de contemplarlo en Gaza. Se calcula que más de 2 millones de niños han muerto en situaciones de conflicto armado, que otros 6 millones han quedado discapacitados de por vida y que más de 250.000 siguen siendo explotados como niños soldados. Cada vez más, los niños y las mujeres son las principales víctimas de la guerra.

Por si todavía no fuera bastante, es que además los niños están hoy en primera línea de los conflictos, ya que son reclutados para la lucha armada. Para Amnistía Internacional, la razón por la cual se lleva a cabo esta práctica es por considerarlos "baratos y prescindibles", además de ofrecer una obediencia incondicional. La mecánica que siguen los grupos armados habitualmente es la del secuestro. Éste se lleva a cabo en escuelas, orfanatos, centros de refugiados y barrios marginales, en forma abierta y deliberada. Luego, son enviados a campos de instrucción en donde los entrenan en tácticas de guerra, y después de un corto tiempo ya son puestos en el frente de combate. Pero es necesario destacar que, paralelamente al reclutamiento forzoso, existe el reclutamiento voluntario: "Se sabe de niños que han ingresado voluntariamente en las filas del ejercito o de grupos políticos armados tras haber sido apartados de su familia y verse expuestos a la pobreza y a la quiebra de servicios sociales básicos como los centros educativos y de salud".

La amplia disponibilidad de armas pequeñas y armas ligeras ilícitas en las zonas de conflicto y en áreas problemáticas sigue siendo un importante factor que permite el reclutamiento de niños soldados. Esas armas son cada vez menos costosas, de simple utilización y pueden transportarse fácilmente, con lo que se pueden entregar a niños y enseñarles a usarlas.

En su mayoría son menores de 15 años, y existen datos que indican que también son reclutados niños de hasta 7 y 8 años, violando de esta manera lo establecido por los organismos internacionales que intervienen en cuestiones de derechos humanos. Las tareas a los que son sometidos son muy variadas: carga de armamento, municiones y víveres, guardaespaldas de los superiores, entre otras cosas, y lo que es peor aún de "avanzadilla" para detectar campos minados y así evitar la mutilación o muerte de un soldado más "útil". No sólo los varones son obligados a integrarse a estos grupos, las niñas generalmente son utilizadas como "esclavas sexuales" y sometidas a abusos y vejaciones de todo tipo.

La participación de niños en conflictos armados es una realidad incuestionable, que muchas veces pasa desapercibida para la opinión pública internacional. Lo cierto es que miles de niños son reclutados por ejércitos regulares y por grupos paramilitares o guerrilleros para la lucha armada. Uganda, Burundi, Colombia, Costa de Marfil, República del Congo, Sierra Leona, Sudán, Somalia, además de otros países, están siendo escenario de conflictos bélicos internos en los que los niños son utilizados como soldados. Esta situación es vergonzosa. Algo debería hacerse y pronto.

Un mundo esquizofrénico
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