martes. 23.04.2024

Por Mare Cabrera

Un vecino de mis abuelos canariones ha tenido una iniciativa bonita y original: colgar en Facebook, con la ayuda del resto de compañeros de calle, fotos del pasado. En blanco y negro, en sepia, desfilan los que fueron niños y ahora viejos y los que ya no están entre nosotros. Familias, niños, romerías de los años 30 en adelante, jóvenes vestidos de domingo con sus trajes oscuros para ver a las novias, recién casadas con vestidos sencillos y puritanos, párrocos de pueblo y equipos de fútbol, que si no ganaron mucho ilusionaron al menos en su pueblo por aquellas calendas.

Mi familia se ha sumado a la iniciativa y andaban sus integrantes enviándome vía “Whatsapp” fotos con mensajes como estos: “Mira, tu tía Flora, tu bisabuelo al poco de llegar de Cuba, tu bisabuela Cecilia con tus tíos de pequeños...”

No pude resistirme, claro. Abrí de nuevo mi “cara libro” en la denominada red social para poder ver con tranquilidad el pasado que no viví pero del que formo parte. Y es agradable descubrir la humildad con la que se vivía y la felicidad que se ve reflejada en cada imagen, en cada rostro.

Me ha gustado comprobar cómo sabían pasárselo bien en aquellas fechas, ver fotos en cantinas (haberlas haylas), y la ilusión que genera en los mayores saberse protagonistas de un formato que parece encantarnos a los más jóvenes. Conocer por fin las caras de familiares que sólo había oído nombrar y la juventud de personas a las que ya conocí de ancianas. Merece la pena meterse en la vorágine de la actualidad informática a todo color y movimiento para descubrir, entre tanta escandalera informativa actual, la serenidad de un retrato en sepia.

Recuerdos en sepia
Comentarios