viernes. 29.03.2024

Resulta muy llamativo observar cómo llevamos décadas en Lanzarote ocupándonos de los mismos asuntos. Pasan los años, y pesan los kilos de la tinta gastada por algunos para intentar que las cosas cambien. Ni puñetero caso. Hemos tenido, y parece que la cosa continúa igual, la peor clase política que se puede tener: acomodada, pánfila y terriblemente acomplejada. De lo contrario en medios como éste no podemos entender su falta de rebeldía a la hora de plantarse ante el continuo abofeteo que se le hace a la isla que menos ha recibido desde que murió Franco del erario común de todos los canarios.

Las excusas que ponen los políticos para que no se realicen inversiones en Lanzarote son de lo más variopinto. Más o menos se han ido modificando con el paso del tiempo, aunque casi siempre terminan concentrándose en un punto común, el del papanatismo que practican aquellos que no son conscientes de que levantar la voz e insubordinarse no es ni más ni menos que el acto al que hay que acudir cuando la desesperación te debe conducir a la justicia. Nada nuevo bajo el sol. Y no es la ignorancia la que pesa sobre sus aborregadas conciencias. Son perfectamente sabedores de lo que ocurre y del camino que se debe tomar, pero lo esquivan.

El último y bochornoso ejemplo lo hemos tenido con el tema del “atraco” –que no atraque- de cruceros que nos ha colocado ahí la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Muchos no lo sabrán, pero ese minimuelle no se ha inaugurado todavía porque no se puede inaugurar; para ahorrar costes en la obra, echaron toneladas y toneladas de tierra al mar, y sobre esa tierra echaron más tierra y edificaron no la Iglesia de Pedro, sino una lamentable infraestructura que parece hacer aguas por todas partes. Pero el problema no es la obra en sí, el problema es que hace años se advirtió de que nos iban a colar ese gol en fuera de juego, y lo hicieron personas que trabajan en el puerto y medios como éste, las mismas personas que en su día dijimos que se paralizara el proyecto del aparcamiento del parque Islas Canarias hasta que estuvieran todos los papeles en regla. Se avisó de que los capitanes de los principales cruceros habían dicho que en ese minimuelle no podrían atracar los grandes buques, y se dijo de todo. Ni un solo político de Lanzarote levantó la voz o se molestó en exigir que modificaran el proyecto. Ahora, con los hechos consumados y con el “atraco” hecho, empiezan a protestar. Eso sí, con una timidez abyecta y censurable. Y encima se conforman con explicaciones como que estamos en una primera fase de no sé sabe qué gran macroproyecto. Ni macroproyectos ni machangadas parecidas: la realidad es que los cruceros se seguirán marchando a Gran Canaria, no sólo por las estrecheces del puerto sino porque en Arrecife les cobran el agua más cara de toda Canarias y cuando piden trescientas toneladas les ponen cuatro, porque la cosa no da para más.

Políticos de las nuevas generaciones como Pedro San Ginés o José Montelongo, nuestros representantes en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, tienen la oportunidad de cambiar el curso de la historia. De momento van por mal camino, porque lo primero que tendrían que haber hecho es plantarle cara a la gente de Las Palmas, incluso, no es demagogia, abandonando la reunión en la que sistemáticamente nos toman el pelo. De los empresarios de la Cámara de Comercio nada esperamos. Esos parecen cómplices de nuestra desdicha, y ocultan planes que poco a poco irán saliendo a la luz, practicando políticas propias del régimen de Manuela Armas en el Cabildo al ordenar que a medios como este no se les coloque ni un solo anuncio. Que con su pan se lo coman, pero el tiempo nos terminará dando de nuevo la razón y poniendo a estos en su sitio.

Cualquiera que escuche a diario las tertulias de Crónicas Radio, y nos consta que dos de cada tres políticos de la Isla lo hacen, conoce todo esto que estamos reproduciendo como intenso zurriagazo en todas sus conciencias. ¿Por qué no se les mueve algo dentro, no tienen sangre en las venas, van a seguir consintiendo que esta tierra tenga un peso nulo en el conjunto del Archipiélago? Todo hace pensar que sí.

Es evidente que los peores enemigos de Lanzarote están aquí. Personas a las que no les interesa que esta isla progrese, gente a la que alguien debe pagar para evitar que se produzcan avances significativos que pongan en riesgo el estado de bienestar del que disfrutan otros territorios. Y esto no es una teoría conspiratoria: existen pruebas, como el hecho de que se inventen en periódicos de la Pérfida Albión que Lanzarote va a perder el título de Reserva de la Biosfera, o que El País compare a Lanzarote con la Nueva Marbella y lo saque en portada a cuatro columnas sin mencionar en su editorial un asunto del que evidentemente no se querían ocupar, o que en diarios provinciales escriban articulistas de Gran Canaria sobre asuntos que afectan a las instituciones locales de Lanzarote sin la más remota idea o base real de lo que describen… Y eso es lo que sabemos. Imagínense lo que no sabemos ni llegaremos a saber jamás.

Las fuerzas del mal siguen trabajando, y maquinando. Ahora, caídos y derrotados, planean desde la rabia, y, según nos cuentan, parecen decididos a morir matando. Si les dejan, la que pueden liar será parda, muy parda.

EL MANUAL DEL PERFECTO ESCUCHADOR
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