miércoles. 24.04.2024

1.- Hace falta ser ingenuo para creer que el multimillonario norteamericano Sheldon Adelson va a poner una sola piedra en cualquiera de las Islas Canarias. Mr. Sheldon tendrá de todo, pero bobo no es. Si se le ocurriera venir a estas malhadadas islas saldría huyendo apresuradamente desde que oyera hablar de Costas, cabildos, ayuntamientos, Gobierno de Canarias, Cotmac, normas subsidiarias, moratoria, ordenación del territorio y todas esas mariconadas que, juntas, forman la más formidable y absurda maraña legislativa que confunde a jueces, desorienta a inversores, pone los ojos chirivitas a fiscales de medio ambiente y entusiasma a leguleyos trincones que luego chantajean a los que invierten porque es imposible cumplir todas las normas. Mr. Sheldon, señor Adelson, no venga usted a Canarias. Vaya a donde le digan por dónde tiene que transitar con sus negocios y en donde un solo organismo, y no cinco, le apruebe su proyecto. Y donde no le tomen el pelo porque, además, aquí somos especialistas en tomar el pelo a la gente. Y en cuanto el señor Sheldon ponga la primera piedra aparecerá un yacimiento aborigen que dará al traste con su inversión.

2.- Ese celo que dirigentes turísticos y autoridades ponen en pedir que vengan capitales de fuera no debería ser, como es, gastado en pólvora. No, cambien las leyes urbanísticas. Deroguen todas las que se encuentran en vigor; todas. Y legislen una sola que sea clara, precisa, definitiva. La ambigüedad da pábulo a la corrupción porque los inversores se verán obligados a untar la manteca para que se obvien trámites imposibles de cumplir. Y esto es muy triste y dice muy poco de Canarias como país. Señores, en aras de la honestidad y de nuestro futuro, cambien las leyes de una puñetera vez. Hagan algo por esta tierra, que así no progresará jamás.

3.- No tenemos fundamento para ser sede de proyectos tan importantes como Eurovegas u otro similar. No se engañen, ni engañen a la gente. Mientras en Canarias no existan suficientes garantías jurídicas nadie meterá un duro más aquí. Cualquier cosa que se haga es un problema. Cualquier piedra que se mueva provoca un cataclismo. Cualquier iniciativa que se tome genera una polémica. Y así es imposible ya no vivir, sino sobrevivir. Cambien esas leyes, ordenen de una vez lo que haya que ordenar con una norma clara, diáfana, moderna, inteligible, fácilmente aplicable y de trámite sencillo. Y luego llamen a Mr. Sheldon o a Mr . Marshall ; da igual.

[email protected]

Bienvenido Mr. Sheldon
Comentarios