sábado. 20.04.2024

Qué preocupado voy a estar el lunes

Fue 2020 un año tan lleno de malas noticias, de penurias, de llamadas de los bancos y de robos perpetrados por quienes nos administran –es un decir—que opté por lo de aquel lord inglés, cuando le comunicaron un viernes que estaba arruinado: “Ah, muy bien, qué preocupado voy a estar el lunes”. Desconecto, me aíslo, procuro vivir sin pensar los fines de semana y jamás me acuerdo de nada malo, sobre todo de noche, porque quiero dormir a pierna suelta. Va a ser mi tónica de 2021, año en el que previsiblemente se acabará la pandemia, aunque quién sabe. Nadie diría que en la era de los avances científicos iba a aparecer una gripe mala que se llevaría a tanta gente por delante. Nadie iba a pensar que la enfermedad trincaría a los países del mundo, con excepciones (desde luego, el nuestro no), gobernados por tarados, incapaces de resolver problemas básicos de salud, peleándose unos con otros antes de dar solución a lo que se nos vino encima. Porque al portero de discoteca que nos gobierna sólo le faltó sentarse en una caja de vacunas y dedicar un autógrafo en el envase a cada viejito que le ponían la inyección. En fin, procuraré pasar bien el domingo y preocuparme el lunes de lo que me falta, que es cada vez menos, sencillamente porque cada vez soy más viejo y cada vez necesito menos para vivir. Me gustaría estar tan en forma como Carmelo Rivero, que es capaz de escribir dos libros digitales en pocas semanas, sacándole tiempo al tiempo de una manera admirable. Pero ya no, ahora se me trabuca el teclado y prefiero leer lo que escriben los demás, escuchar música y esperar pacientemente lo que tenga que llegar. De vez en cuando los amigos me invitan a unas lentejas, como pasado mañana. Y no saben ustedes cómo lo agradezco. 

Publicado en Diario de Avisos

Qué preocupado voy a estar el lunes
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