viernes. 19.04.2024

Faltarían dosis de Barrio Sésamo

“Estamos pasando un momento crucial en que la Humanidad se enfrenta a la misma Humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo”.

No son palabras de ningún líder político ni religioso de hoy, tampoco han sido vertidas recientemente, son las primeras palabras del discurso, de 17 minutos de duración,  del señor canciller y representante de la República de Los Cocos ante la Asamblea Internacional en el año 67, aunque perfectamente son aplicables a cualquier año de nuestra existencia, ahora, por ejemplo.  Se trata de la interpretación de Mario Moreno ‘Cantinflas’ en la película Su Excelencia ante el organismo que sería lo que hoy es la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La sociedad y los gobiernos del mundo implorábamos la vacuna que frenara el covid-19 como la redención de la salud y, como consecuencia, de la economía. La ciencia respondió con celeridad, no con una, sino con dos y hasta con tres y cuatro, de momento, pero qué triste y decepcionante ver que ahora resulta que no estaba toda la logística preparada para la inmunización.

Red de transporte deficiente, falta de congeladores, tardía formación a los profesionales para el proceso de descongelación y preparación de dosis, pero aparte del rezago en la puesta a punto de las exigencias técnicas en varios de los países llamados “desarrollados”; resulta que llega la vacuna y en España nos damos el lujo, en algunas comunidades autónomas, de no vacunar el 1 o el  6 de enero y que por ser festivos, como si la pandemia diera tregua alguna.

¿Cómo carajo, por ser medianamente decente, entendemos esto?, cuando tendrían que vacunar mañana y tarde a la población de mayor riesgo, incorporando a la tarea a profesionales sanitarios sin trabajo y, si hace falta, a miembros del Cuerpo Militar de Sanidad. Y si es por costes, ¿cuánto sale la atención diaria de los enfermos y cuánto sale la contratación de profesionales que vacunen?

Repasemos la lectura del primer párrafo de esta columna antes de continuar.

Es de abecedario, como cuando veíamos nociones básicas de conocimientos, valores esenciales de convivencia y lecciones de vida en los capítulos de la serie televisiva educativa e infantil, Barrio Sésamo, Plaza Sésamo en su versión Latinoamericana. A través de sus legendarias marionetas, varias generaciones reforzamos la educación del hogar y el sentido común, que parece anda muy escaso por la élite del intelecto político, sin dejar de reconocer la alta complejidad de la gestión de la pandemia.  Agradecería que la potencia cognoscitiva racional de los dirigentes se acercara a la potencia militar de los Estados.

España, Francia y otras naciones van con retraso en los índices de vacunación, mientras las cifras de muertos, por miles, avasallan y crean más miedo e incertidumbre en Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. Descontrol y clara amenaza a un nuevo colapso de los servicios sanitarios en la tercera ola.

Angela Merkel, canciller alemana, de la formación Unión Demócrata Cristiana (CDU); Emmanuel Macron, presidente de Francia, del Partido República en Marcha; Boris Johnson, primer ministro británico, del Partido Conservador; Pedro Sánchez, presidente de España, del Partido Socialista; Giuseppe Conte, primer ministro italiano, declarado independiente; y Donald Trump, el por fin saliente presidente republicano de USA; nos dibujan un panorama de lo más variopinto, que deja en evidencia que esto de la gestión de la pandemia no depende de líderes de derechas, de izquierdas, de centro o de extremos, sin olvidar las declaraciones y acciones irresponsables de Trump, Johnson o Bolsonaro (Brasil) subestimando un problema muy gordo que luego les ha dado un estampido en la cara.

Esta vez, mi crítica y la de gran parte de la sociedad va dirigida específicamente a la ausencia de previsión en la primera fase de vacunación. Tampoco se trata de eludir responsabilidades individuales ciudadanas, que las tenemos.

En marzo del año pasado, podría ser extraño escuchar el concepto de distanciamiento social o raro la aplicación de medidas obligatorias en el mundo occidental como el uso de mascarilla, pero a estas alturas parece incomprensible que prime la diversión descomedida que el bienestar propio y colectivo. También nos harían falta varias dosis de Barrio Sésamo.

Curiosamente, las dos referencias audiovisuales de este escrito, la del film de ‘Cantinflas’, y la de la serie de marionetas, son contemporáneas, de los años sesenta, una década de reflexión, de cuestionamientos, de reivindicaciones, una generación que marcó nuestra historia moderna por no tragar entero, por tener una mirada crítica. 

Faltarían dosis de Barrio Sésamo
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