viernes. 19.04.2024

El pasado año por estas mismas fechas, justo cuando José Luis Rodríguez Zapatero estaba a punto de repetir vacaciones en la Mareta maldita, publicamos en este rincón un artículo bajo el concreto título “El Zar en la Mareta”, que luego fue reproducido -citando al menos la fuente de este periódico lanzaroteño, que no siempre es el caso- en otros diarios digitales de la Península, como Red Liberal o el sin par Ajopringue (en este último portal entraron decenas de mensajes centrados, casi todos, en la anécdota, rumor o runrún de los supuestos quince cocineros que se había traído ZP a Lanzarote, y no pocos se empeñaban en decirle a quien esto firma de todo menos batatero, que es una denominación de origen probablemente desconocida para todos ellos).

Este año y en este agosto conejero no veremos al todavía presidente por esta pobre islita rica sin gobierno conocido, ni acudiendo a visitar fugazmente el mega-Cabildo insular, ni intentando regatear la presencia de Perico, porque hasta el del disfraz (al que ya tenían fichado los servicios de seguridad de Moncloa bajo el apodo de Mortadelo) ha desaparecido de la vida política, y casi de la pública. Total, que ya han puesto el grito en el cielo los empresarios turísticos a los que los mal hablados llaman empre-saurios, porque parecen insaciables y todo se les antoja poco (pocas ayudas institucionales, poca oferta de ocio, poca llegada de turistas a pesar de que este pasado domingo no cabía un alfiler en Fariones, pese a los 46 grados de temperatura que había allí por la noche). Tenemos una patronal turística quejita y mendicante, que pide mucha subvención pública y da muy poco a cambio (ahí está la UD Lanzarote arrastrándose por la 2ª B, sin apenas patrocinadores privados). Como soy de los que no cree que la presencia de ZP en Lanzarote motive a ningún peninsular a venir a la isla (en todo caso al contrario, más de uno rompería su plan de vacaciones y huiría más lejos que cerca del soso psoecialista; y tampoco conozco de ningún canario que viaje a Mallorca porque allí descansa de su agitada vida laboral la Familia Real que parece de mentira), no entiendo esa penúltima llantina empresarial. Te lo dicen los viejos de islita adentro: “¿Zapatero? Para lo que trajo aquí, mucho se llevó...”

En 2007, ZP ha preferido escapar definitivamente de la maldición de La Mareta, donde siempre “disfrutó” de unas vacaciones accidentadas (se lesionó él mismo jugando al baloncesto; tuvo que viajar varias veces a la Península porque siempre se declaraba algún incendio en algún bosque o en algún ministerio; la prensa no adicta al Régimen psoecialista le afeaba los caprichos y los gastos que Sonsoles se empeñaba siempre en meter en la lujosa mansión, etcétera). Total, que ha imitado al anterior presidente correligionario, Felipe González Márquez, y ha optado por otro palacio en pleno Parque Nacional de Doñana. Así lo describía ABC este domingo: “Como en un cuento de Borges en el que las coordenadas temporales dejan de tener sentido al fundirse en la carne de algún personaje que de súbito se aloja en otro, Zapatero se encarnará durante sus vacaciones de agosto en Felipe González. O, al menos, podrá tener sensaciones similares, puesto que ocupa el mismo cargo y acudirá al mismo lugar a pasar sus días de descanso. Este verano no vuelve a la isla de Lanzarote, sin duda una de sus debilidades, pero aún resuenan las aceradas críticas que recibió por la reforma de la ya de por sí lujosa residencia de La Mareta. Los 270.000 euros de gastos por la puesta a punto del lugar dieron mucho que hablar. Desde entonces, Zapatero no ha vuelto a su pequeño paraíso”.

Entre una cosa y otra (accidentes domésticos, imprevistos de la actualidad, los retoques en La Mareta de la parienta, la corte de cocineros, las críticas de la prensa no afín), le dieron el viaje a ZP. Como para no salir a escape de Lanzarote. Ahora tira para el Coto de Doñana, al que parece que se va aficionando la pareja presidencial, puesto que lo eligieron en Semana Santa y en las últimas Navidades, y en ambos casos le han procurado menos sustos y disgustos a un presidente al que apenas le queda menos de un año en el cargo.

NOTA AL MARGEN (o no tan al margen): Mediante correo electrónico enviado desde una conocida librería lanzaroteña, un sufrido lector de esta columna pregunta por el significado cabal del término “debaso”, que incluíamos en el artículo de ayer “Licencia para acampar”. No remitiré al paciente lector al “Diccionario conejero” porque está feo recomendar cosas escritas por uno mismo, pero le dejo dos definiciones de otros dos autores canarios. En su Gran Diccionario del Habla Canaria, Alfonso O'Shanahan apunta que debaso es “gandul, bardago”. En su libro El Español Hablado en Lanzarote, Manuel Torres Stinga define al debaso como “holgazán, gandul”. Por si persiste la duda, sólo hay que preguntarle a cualquier lanzaroteño de más de 60 años. ([email protected]).

ZP renuncia a su paraíso insular
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