viernes. 29.03.2024

1.- Empiezo con un verso de juventud de Luis Rosales , poeta granadino inolvidable; académico que fue de la Española de la Lengua: "Yo te prestaré mis ojos, para que mires más lejos". Si yo hubiese sido juez de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife habría terminado mi sentencia con este poema, precioso, que acaba de aparecer en un libro del fallecido autor. Porque se trata de un caso de miradas. Ya informamos, hace meses, en este periódico, de la pintoresca sentencia procedente de un juzgado de La Orotava, el número Tres, que condenó a una señora llamada Cristina N. G. a quince días de multa, a razón de cuatro euros diarios, es decir, a sesenta euros, más las costa procesales, "por mirar fijamente y sin razón" a un inquilino del edificio de la que es administradora. El inquilino -alquilino, que dice siempre el mago- y denunciante, es decir, el agraviado, era don Domingo B.B. , por lo que se ve el hombre un poco tiquismiquis y sensible. Yo jamás pensé que, en el confuso ordenamiento jurídico español, mirar con mala leche y no contestar a un señor preguntón en el hueco de la escalera podía ser objeto de reprobación penal. Y el magistrado de la Audiencia actuante lo entiende igual, porque ha estimado el recurso interpuesto por el representante legal de doña Cristina, Pedro Ángel González Delgado , excelente letrado y amigo mío, y ha absuelto a su clienta.

2.- Claro que doña Cristina se lleva también su rapapolvo del juez. Porque le advierte de que el hecho de que no contestara las preguntas que don Domingo le hacía y que mirara a éste -vamos a decir, y esto es nuestro, de una manera rara- entra dentro de unas anómalas relaciones vecinales "rayanas incluso en la mala educación; pero no susceptibles de ser abordadas por el derecho penal". Quien ha dado el carpetazo al pintoresco asunto ha sido el magistrado don Juan Carlos Toro Alcaide , que exonera a la presunta autora de las aviesas miradas de su responsabilidad y de la multa impuesta; y la absuelve. El fiscal se había adherido a la tesis del letrado de doña Cristina, por eso de la intervención mínima del derecho cuando el asunto que se trata no llega al río. (Ya se sabe que el fiscal casi siempre está con el mínimo esfuerzo).

3.- A mí me gusta toda esta literatura jurídica; me descojono con algunos pleitos que tendrían que pasar a la antología del disparate antes de a los rollos y a las sacas, que los ratones se comen en los sótanos de los juzgados. Todavía estoy esperando que un juzgado de Santa Cruz, creo que el Uno, me remita el único tomo del boletín "Canarias Confidencial" que falta en la colección, que se quedó en un sumario, hace un cuarto de siglo, y nunca me devolvieron. Y tardaron casi diez años en mandarme el aval de 100.000 pesetas, después de haber ganado yo la causa. Ay, Dios.

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"Yo te prestaré mis ojos..."
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