miércoles. 24.04.2024

Y finalmente vistieron el santo

El PSOE que dirige Dolores Corujo ha sido capaz de dar un paso adelante en una situación ciertamente surrealista que sólo se mantenía por el poder que ejercen en la formación aquellos que sólo miran por sus propios intereses. Ningún socialista de bien ha entendido tantos meses de indefinición, como ningún socialista de bien puede dejar de valorar el complicado papel que le está tocando jugar a su secretaria general

El Partido Socialista (PSOE) ha tardado un par de meses en vestir el santo. Y no nueve meses, como erróneamente publican aquellos que no saben lo que se cocina a fuego lento en las calderas del partido que dirige Dolores Corujo. Para qué hablar de los que desconocen por completo el complejo engranaje que hace que funcione la política conejera.

El par de meses es el tiempo en el que se ha fraguado el verdadero cambio de escenario en las difíciles relaciones que había entre el PSOE y Coalición Canaria (CC). En los meses anteriores el inmovilismo de la secretaria general de los socialistas hacía pensar a sus propios compañeros que poco o nada se podía hacer para arreglar el pacto del Cabildo. Dicho de otro modo, los consejeros de la institución, con el ex alcalde de Tías José Juan Cruz al frente, daban por hecho y habían asumido que les tocaba pasar cuatro años acampados en los gélidos sillones de la oposición. Parecía que aquellos que pusieron el grito en el cielo cuando tocaron a una de sus piezas fundamentales habían ganado la batalla interna.

Sin embargo, desde hace un par de meses -día arriba, día abajo- todo cambió. Este mismo diario publicó entonces que en el PSOE estaban buscando la forma de vestir el santo, de justificar por qué en junio decidieron dar por suspendido un pacto ya firmado y unos meses después iban a cambiar de opinión sin que el responsable de la afrenta, Pedro San Ginés, diera marcha atrás a su idea de mantener su desconfianza en el polémico ex jefe de la Oficina del Plan Insular Leopoldo Díaz. La razón no era otra que había triunfado la tesis interna de que era más lógico entrar a dirigir el Cabildo que estar en una constante guerra de guerrillas en la que no estaba demasiado claro quiénes iban a salir como vencedores y quiénes iban a salir como vencidos. Había triunfado la idea de que era mejor dar las directrices del futuro Plan Insular que estar permanentemente instalados en su bloqueo, sacar adelante unos presupuestos que paralizar otros, determinar dónde tiene que ir el dinero de las inversiones y no ser meros espectadores de su destino. La clave estaba en cómo vestir el santo, cómo tumbar de forma definitiva a los nonistas y cómo explicar a la sociedad de una manera más o menos convincente lo sucedido.

En todo este tiempo la secretaria general de los socialistas ha tenido que jugar un dificilísimo papel. Poca gente se imagina realmente las enormes presiones que tiene esta mujer, que gracias quizás a un carácter más cercano al del gallego Rajoy que al del madrileño Pablo Iglesias ha sido capaz de aguantar carros y carretas. Y lo que le queda.

En el interior del PSOE había más partidarios de entrar a gobernar en el Cabildo. Eso en ningún caso se puede confundir con partidarios de salvar a Pedro San Ginés, al que probablemente odian políticamente diez de cada diez dirigentes y militantes de sus ahora finalmente socios de gobierno. La idea era la de aprovechar la ocasión que no siempre se brinda de manejar un poder nada desdeñable en una institución que cuenta con un presupuesto de más de cien millones de euros. Para ello, había que echar por tierra las múltiples zancadillas que han ido poniendo al acuerdo aquellos que se precipitaron a la hora de darlo por suspendido, que fueron los mismos que han estado tratando de impedir que sucediera lo que ha sucedido este viernes.

Nadie con dos dedos de frente y sin intereses ocultos puede estar en contra de que el PSOE asuma su papel en un acuerdo del que obtiene más beneficios que perjuicios. Nadie con dos dedos de frente que quiera a Lanzarote puede estar en contra de que CC y Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) encuentren de una vez un aliado que les aporte el número de consejeros suficientes para tener no sólo un Gobierno estable sino uno en el que cada mochuelo se ocupe de su olivo.

Los que están en contra de este pacto, algunos curiosamente en formaciones que no son el PSOE pero que se amamantan de las mismas ubres que los principales detractores, son los que se la juraron a Pedro San Ginés el día en el que tomó posesión como presidente tras la cobarde huida de su compañero Manuel Fajardo Feo, más próximo a las ideas y postulados de su primo hermano Manuel Fajardo Palarea que a las de sus compañeros en la coalición de partidos. Don Manuel, el teóricamente más socialista de los dos primos, ha sido sin duda desde entonces el principal enemigo en la sombra y en la luz del actual presidente de la Primera Corporación insular.

Con la entrada del PSOE en el Cabildo el actual viceconsejero de Justicia del Gobierno de Canarias vuelve a sufrir un serio revés. Y van unos cuantos. Como se lo llevan, y tampoco han sido pocos en poco tiempo, los patronos de la Fundación César Manrique y los dueños de los medios de comunicación que han presionado todo lo que se puede presionar y más para impedir el acuerdo.

Contra todos ellos y contra el pronóstico de no poca gente, Dolores Corujo se ha vuelto a imponer. Y lo ha hecho con la inteligencia propia de una mujer que escondiendo la cabeza como una avestruz más veces de lo que a algunos les gustaría ha ido terminando con la paciencia de sus adversarios.

Porque aquí que no se engañe nadie. Si Dolores Corujo no monta la estrategia de consulta a la militancia, sus enemigos dentro del partido se habrían salido con la suya. Estaba claro que Pedro San Ginés no iba a dar marcha atrás, no iba a colocar de nuevo a dedo al funcionario Leopoldo Díaz al frente de la Oficina del Plan Insular. Sin ese paso, los que querían mantener roto el acuerdo se sentían seguros. “No se puede justificar la entrada en el Gobierno del Cabildo en estas circunstancias”, debían pensar en sus cuarteles de invierno. Craso error. Con Polo o sin Polo el PSOE tenía razones de peso para entrar a gobernar, y lo ha demostrado. El principal motivo, que lo de no entrar a gobernar por defender a un funcionario cuyo trabajo e imparcialidad es seriamente cuestionable no tenía mucho sentido.

También es cierto que el resto de partidos van a encontrar el campo abonado para repartir tortas a diestro y siniestro. Primero, por el espectáculo que se ha dado en estos meses; segundo, por el tiempo que se ha perdido y el hecho indiscutible de que el PSOE ha terminado reconociendo que lo del funcionario no fue para tanto.

CC y Pedro San Ginés también han puesto de su parte. De hecho, y a pesar de que los nacionalistas llevan meses con una interesante oferta del Partido Popular (PP) para formar gobierno en el Cabildo y en el Ayuntamiento de Arrecife, en CC han esperado con paciencia a sus socios naturales a tenor de los resultados de mayo. Lo han hecho entre otras razones porque saben que un pacto con el PP habría provocado un cisma serio en el acuerdo regional, y porque eran conscientes de que la suma con los populares planteaba varios problemas, sobre todo para llevar a cabo una moción de censura en la capital.

Ahora, no serán pocas las dificultades que este acuerdo va a encontrar en el camino. Les vendrán desde fuera, pero sobre todo desde dentro. Por el bien de Lanzarote, lo único que hay que pedir a Dolores Corujo es que no afloje y que centre sus energías en hacer que sus compañeros trabajen, que es lo único que los ciudadanos les piden. De las intrigas palaciegas que se encarguen otros, que tarea tienen por delante.

Y finalmente vistieron el santo
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