viernes. 29.03.2024

Por Miguel Ángel de León

Y todavía se atreverán a decir, políticos y periodistas que ejercen de eco de aquéllos, que los malos de la película seguirán siendo los abstencionistas. La culpa de todo la tendrá/tendremos esa inmensa mayoría que no les reímos las gracias que no tienen a estos maestros del enredo continuo y del descrédito institucional. Sí, el culpable es usted, el que no les vota, no los que los han colocado a ellos ahí... y mucho menos ellos mismos, que se aprestan ya para reclamarle dentro de nada su voto y su confianza. No demos nombres esta vez porque la situación ya ni nombre tiene. No he colocado ahí a ninguno de los que ahí están. Asumo como propio el error de los que sí votaron a esta tropa, pero no acepto la mentirosa convención de que para quitarlos de ahí hay que ir a votar. Con votar no se arregla nada. Con no votar tampoco, pero quedas tranquilo con tu conciencia y le das una bofetada sin manos a los que, con tu propio dinero, se burlan de ti durante cuatro años.

Dentro de unos meses estarán otra vez todas las calles imposibles, repletas de caretos y carotas extrañamente sonrientes y hasta carcajeantes. Tanto anuncio, tanta foto, tanto pito y tanta flauta publicitaria para anunciar la nada elevada al cubo (de la basura). Mal empleadito tiempo y dinero, como dice el canario de islita adentro. Cuando menos te lo esperes ya estarás escuchando de nuevo su discurso hueco, sus frases hechas, sus entrevistas pactadas con el periodismo palanganero y pasteloso, el disco rayado de todos y cada uno de los candidatos que repetirán como loros las mismas cantinelas ayunas de originalidad: “Vamos a ganar"; "Estamos muy ilusionados con la confianza que nos trasmiten los ciudadanos”; “Hay que participar en la fiesta de la democracia”; “Todos tenemos el deber de votar” (ahí los candidatos y candidatas, miembros y miembras, simpatizantes y simpatizantas, ediles y edilas, totorotas y totorotos sin excepción, confunden siempre deber con derecho, incluyendo a ilustres e ilustras juristas y juristos).

Si no te repugnan, vótalos. Si no te avergüenzan, vótalos. Si es al revés, bótalos... y más lejos que cerca.

Precisamente ahora que estamos a escasos meses de unas elecciones regionales, cabildicias y municipales resulta más que gratificante ver determinados titulares periodísticos, como el que aparecía recientemente en las páginas de un diario tinerfeño, en el que se podía leer lo que sigue: "Lanzarote es la isla que presenta el mayor índice de abstención en Canarias desde las primeras elecciones municipales celebradas en 1979". Y mucho que me alegro, cristiano. Ojalá se incremente esa bendita racha abstencionista, porque hay motivos sobrados para no confiar absolutamente en ningún político ni partido. Y si alguien albergaba aún alguna duda, a estas alturas del esperpento, puede constatar el mal estado de cosas con sólo ver lo que ha ocurrido en las últimas horas en esta pobre islita rica sin gobierno conocido.

Ten vergüenza. No le des tu voto al que no la tiene. Hoy, con tanta o más razón que nunca antes, me reitero en mi particular lema, ese que repito y escribo siempre cada vez que asoma por el horizonte la matraquilla electoral: “¡Vota por tu dignidad: abstente!”. ([email protected]).

Vótalos, si eres hombre
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