miércoles. 24.04.2024

No hay que ser zahorí/sajorín para adivinar que usted no agotará el actual mandato municipal, aunque ya haya agotado la paciencia de muchos (tirios del propio grupo de gobierno, troyanos de la oposición y ciudadanos que le han rebautizado ya como Pérez Pachorras). Lo siento, se siente. Apuesto triple contra sencillo a que así será. Me revienta utilizar una expresión elemental que hizo famosa otro político elemental (don José María Aznar López, “padescanse”), pero es el consejo gratuito y bienintencionado que le convendría seguir al todavía alcalde de Arrecife, la caos-pital de esta pobre islita rica sin gobierno conocido y con cabildicia presidenta muda: váyase, señor Pérez Parrilla. Mándese a mudar ahora que todavía está a tiempo de salvar algunos muebles de su propia trayectoria política, porque la escasa buena memoria que la ciudadanía conejera pueda guardar de ella la está usted tirando por la borda en los pocos meses que lleva al frente del Ayuntamiento arrecifeño. Que es que no ha cumplido usted todavía ni siquiera un año de teórico mandato en el caótico Consistorio capitalino y ya lo han dejado casi solo: se le fue el teniente de alcalde y concejal de Urbanismo, al que usted ya le había retirado hasta el saludo (cierto que también por querellas internas en el PIL, puestos a contarlo todo); se le han ido los más jóvenes concejales que iban en la misma lista electoral del PSOE que usted encabezaba, alegando ambos “razones personales” porque queda feo irse de los sitios echándole siempre la culpa al cantinero (la gente bien educada se limita a decir que se va “porque quedé con la parienta... pero ya no los ajunto más; no me esperen”). Y están también los que andan ya preparando su particular “tocata y fuga”, porque esta misa dimisionaria no está aún dicha del todo. Y están además los funcionarios, funcionando mucho menos de lo habitual -que ya es decir- porque no tienen tarea alguna que cumplir ni político o concejal que se las encomiende. La única compañía que le va quedando, alcalde, es su cigarro en la boca. ¿A qué espera entonces? ¿O es que estamos en política sólo para cobrar un sueldo, colocar o beneficiar a los amigotes de turno y dejar que el edificio y la ciudad a la que representa se hunda en su propia galbana, pereza o desidia?

Si de verdad quiere usted al menos un fisquito a su ciudad, no permita por más tiempo la inacción política que usted todavía capitanea, y que usted mismo ha terminado reconociendo y confesando, pues negar la evidencia no conduce a otra cosa que no sea la inopia y el ridículo. Es usted actor principal (y pasivo, de acuerdo) de esa parálisis institucional que ya nadie se atreve a negar, pues la ven o la palpan hasta los ciegos... y hasta los más sectarios de su partido, que haberlos haylos a puntapala. Hasta su queridísima y frecuentadísima Fundación César Manrique le acaba de lavar a usted la cara de forma pública y publicada, a cuenta del cuento (porque es un cuento, ¿verdad?) de la contratación que quiere hacer su equipo de (des)gobierno municipal del mismo abogado, el mismito, que usted y los suyos satanizaron hasta casi ayer mismo. Un tal Fernández Camero, creo recordar. Encima, para mal de males, en la revista digital de humor más seria que se publica por aquí abajo, El Agitador, lo han dibujado a usted como el perfecto émulo del vago Homer Sipsom (Homero llaman en Hispanoamérica al machanguito amarillo), con la quequeña/gran diferencia de que la estrella catódica tiene al menos cierta gracia.

¿Qué más razones necesita para hacer lo que yo sé que en el fondo le está pidiendo el cuerpo? ¿Me va a decir que no dimite por responsabilidad con su partido o con sus electores? ¿Desde cuándo ha respetado su partido a sus propios electores? ¿Por eso escondió a sus candidatos de Lanzarote en las pasadas elecciones generales, para que el electorado votara a tontas, a locas y a ciegas al encantador de serpientes ZP? Venga, don Enrique, que ya vamos teniendo una edad y somos mayorcitos para no creer en pajaritos preñados. ¿Acaso los miembros (y “miembras”, que diría su mujer de usted, salúdela de mi parte) de su partido no saben que éste está actualmente tan paralizado y cuasi “secuestrado” como su Ayuntamiento? Me encanta el cine, pero seguro que no me va a contar ahora esa película, que además de mala es mentirosa y se le ven todos los trucos. Márchese, caballero. Hágase ese favor postrero a sí mismo. Póngase en su casa y regálele la Alcaldía al primero que pase por delante del Ayuntamiento: Por muy poco que haga, no hará menos que usted. Por muy mal que lo haga, no lo hará peor que usted. Más inactividad es inimaginable. No cabe más inacción. Lárguese ahora y gane así, con una aparente derrota a tiempo, el crédito político que dicen algunos que bien le quieren que alguna vez atesoró. Frase hecha: una retirada a tiempo puede ser una victoria. Váyase, señor Pérez Parrilla. Hágase ese postrero favor a sí mismo. Y hágaselo de paso a sus conciudadanos. Tendrá usted más tiempo, además, para leer El País, ese “diario amigo” que es el único que le ven pasear siempre bajo el brazo. Seguro que así se entera antes de lo que pasa en la isla, no con la prensa local enemiga que se ha empeñado en decir que el Ayuntamiento de Arrecife -como el Cabildo- está paralizado. ¿Acaso ha salido eso en la portada, y a cuatro columnas, en El País? ([email protected]).

Váyase, señor Pérez Parrilla
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