martes. 16.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Mediado ya julio, empieza a escucharse el ruidoso trasiego de las mil y una romerías que está previsto que se celebren de aquí hasta finales de septiembre por todos los puntos cardinales de esta pobre islita rica sin gobierno conocido pero con fiestas y voladores para parar un tren... y cien, si se tercia. Que no nos falte la alegría. Que no se diga.

Los políticos han decidido todos a una que la Romería de Los Dolores -un suponer- que se sacó de la manga Chana Perera anteayer mismo sea rebautizada ya como tradicional. Y viva Cartagena, porque para chulos ellos, y a ver quién les lleva la contraria a los que manejan tan alegremente el dinero ajeno. Así se escribe por aquí abajo la historia, a golpe de improvisación y porque lo ordena la “autoridad competente”, como aquélla esperaban los golpistas allá cuando lo del 23-F de 1981, que a mí me trincó escardando batateras.

Colectivos autoengaños aparte, una romería es populismo en estado puro y les viene que ni pintada a los mencionados actores políticos para agenciarse la foto y asegurarse la portada del día siguiente en los periódicos. Publicidad gratuita, aunque en realidad se cobra... y usted y yo nos entendemos. Guste o repugne, esto es lo que hay. La constatación empírica de esta evidencia la tiene el lector en el hecho de que en esos reportajes sobre las romerías marianas o las procesiones religiosas aparecen, invariablemente, más fotos de políticos que de sacerdotes -un suponer-, o más concejales o consejeros que obispos.

Lo escribía muy bien, tiempito atrás, Ángel Tristán: "Teniendo por cierto que la inmensa mayoría de los políticos van por la publicidad, porque la imagen mil veces repetida atrae votos, o eso creen, es obvio que, técnicamente, adquieren la condición de mercaderes. Jesús los echó del templo. Y aunque no veo a Ramón Echaren [anterior Obispo de Canarias] con el látigo en la mano, entre otras razones por cuestiones de edad, sí que en sucesivas ocasiones les ha cantado las cuarenta a los señores políticos. Pero ni con ésas. Al año siguiente todos repiten". Tal cual. La columna del periodista grancanario tiene la misma aplicación para la conejera romería (o ron-mería) de Los Dolores: "Las anuales liturgias en honor a la patrona se han convertido en el punto de encuentro de todas las soberbias, las hipocresías y las vanidades de la Isla y parte del Archipiélago. Y crean una enorme contradicción tanto desde el punto de vista de la Iglesia como de la democracia española. La separación entre la Iglesia y el Estado no hay que aplicarla solamente cuando los obispos se meten en camisa de once varas e intervienen en la política concreta".

Algunos llevamos años preguntándonos, en efecto, qué hacen en las procesiones y en las romerías teóricamente religiosas los ubicuos políticos lugareños. Pues lo dicho: buscan votos y publicidad a través de los medios de comunicación que les colocan invariablemente el micrófono para que digan las naderías de turno. Yo nunca he tenido muy claro si los medios informativos acuden a las romerías porque hay políticos, o si hay políticos patéticamente disfrazados de romeros porque van los medios.

Para males mayores, encima 2006 es año pre-electoral. Que Dios, o en su defeco o ausencia la Virgen de los Dolores, nos coja confesados... ([email protected]).

“Vámonos” de romería...
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