viernes. 19.04.2024

Pies descalzos en la nieve, caravanas, tiendas de campaña, y zapatos que ya desertaron de un viaje truncado, se han convertido en este invierno de extrema dureza y frío en Grecia en los iconos de la situación que sufren las personas refugiadas. Nos estamos acostumbrando a ver solamente la superficie de esta grave crisis, pero la versión más detallada de los hechos es otra bien distinta y va más allá de las fotos con tiendas de campaña en la nieve.

Quizá es porque tendemos a externalizar emocionalmente el problema de los refugiados y migrantes, o quizá se nos ocurra pensar que los campos de refugiados son el contexto natural y a lo que pueden aspirar las personas que huyen de torturas, bombardeos o amenazas personas que son, por cultura, tremendamente hospitalarias. Realmente, si pensamos así, estamos dinamitando, dentro de Europa, no ya solo los valores que nos caracterizan, sino nuestra empatía con la Humanidad al completo. La realidad es bien distinta, porque lo que está minando la enorme resistencia de las personas refugiadas en Grecia con las que trabaja Cruz Roja, es la incertidumbre de no saber qué va a pasar con sus vidas o cuándo se podrán reunir con sus familias en su destino final. El hecho de que pase un mes y otro mes sin saber qué va a pasar, les está generando un estrés insoportable.

Conocemos de primera mano esa realidad, porque atendemos a diario en nuestras clínicas de los campos de refugiados a cientos de personas, no solo con heridas y enfermedades contraídas en su viaje hacia Europa, sino también a personas con un deterioro anímico crítico y síntomas de enfermedades causadas por el estrés.. Incluso las personas más optimistas y fuertes, hay días en los que se vienen abajo y no ven la salida. Tenemos casos de padres que apenas duermen hace meses, porque que se separaron de sus hijos pequeños en momentos de confusión en las fronteras. Hay casos de adolescentes solas de 15 ó 16 años, convertidas en madres; adolescentes solos sin un referente familiar al que acudir, o mujeres que han dado a luz en una cuneta.

En definitiva, estamos profundamente preocupados al ver que se están vulnerando derechos inalienables, y especialmente nos preocupan las personas con enfermedades crónicas, personas con discapacidad, niños y niñas solos o con enfermedades, adolescentes solos, hombres solos, personas mayores y mujeres solas con hijos a su cargo.

Además de que condenamos categóricamente cualquier tipo de violencia y abogamos para que se cumpla el Derecho Internacional en los conflictos, nos sigue inquietando que el acuerdo que suscribió la Unión Europea con Turquía, ahora hace un año, para la gestión de los flujos de las personas refugiadas, no esté generando una protección efectiva de las personas que buscan asilo. Efectivamente, este acuerdo consiguió reducir el número de llegadas a Grecia, pero el problema de gestión administrativa y el problema de sus condiciones de vida en campos de refugiados no se ha solucionado del todo.

Cualquier acuerdo para regular la llegada de personas a nuestros países, tiene que poner como prioridad las necesidades humanitarias y el acceso a protección de todas las personas, además de asegurar que la búsqueda y petición de asilo no sea un objetivo inalcanzable, y tampoco se tiene que ver como algo restringido por ninguna razón. Reiteramos a los gobiernos que deben adherirse a y cumplir sin reservas lo estipulado en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967. Recordamos a los gobiernos el cumplimiento de los compromisos de acogida adquiridos con las personas demandantes de asilo y el principio de no devolución, así como a ayudar a los países, que sin haber firmado estos acuerdos, están haciendo un esfuerzo por acoger a millones de personas.

Quizá pensamos que poniendo calefacción en las caravanas de los "campos" ya hemos hecho lo suficiente. No, no es suficiente. Necesitamos ser más proactivos en la gestión de esta situación y ver el sufrimiento profundo y real. Debemos tomar conciencia de la corresponsabilidad que tenemos con estas personas, por nuestros valores y por Derechos. En Cruz Roja vamos a seguir trabajando con las personas refugiadas en Grecia, seguiremos abogando por soluciones a largo plazo que solucionen el verdadero problema, para que se respete el derecho de solicitud de asilo y para que haya previsión en la disposición de alojamientos diferentes a los "campos" en todos los países. Vamos a seguir trabajando para que se presenten soluciones a largo plazo. Y vamos a luchar contra la exclusión y estigmatización que afrontan muchos migrantes en los países de acogida, incluido España.No podemos defraudarles, tampoco a nosotros mismos. Tenemos que corresponder con la misma hospitalidad, cuando en sus caravanas de los campos de refugiados reciben con un té y una conversación agradable a cualquiera que se acerque con un poco de respeto y dignidad a sus vidas: "¿Por qué no te voy a ofrecer mi caravana y un té caliente?" -Nos dicen . "Yo soy tu hermano, tú eres mi hermano. ¿Cuál es el problema?"

Una puerta abierta y un té siempre listo: la innata hospitalidad de las personas...
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