jueves. 28.03.2024

Por Andrés Chaves

1.- A Eligio Hernández Gutiérrez lo conozco desde los tiempos del colegio y de la universidad. Dudo que existan muchas personas tan íntegras como él en Canarias. Eligio es vicepresidente de la Fundación Juan Negrín y a él se debe que parte del legado personal del político republicano haya regresado a las islas. Le envié el otro día la edición más reciente de mi "Gesta y sacrificio del teniente González Cam pos ". La primera edición de esta obra la presentó mi amigo José Rodríguez Ramírez , editor y director de este periódico, en el Club La Prensa, en 1984, si no me equivoco. Fue todo un suceso porque nadie había revelado jamás, y menos en un libro, lo sucedido aquel 18 de julio de 1936 en la plaza de la Constitución, o de la República, hoy de La Candelaria, de Santa Cruz de Tenerife. Pepe Rodríguez escribió palabras muy hermosas sobre el heroísmo de este teniente de Asalto, que lo único que hizo fue defender el orden constitucional y por eso fue enjuiciado y fusilado. La breve carta de Eligio me ha emocionado. Sobre las conciencias de quienes permitieron este crimen legal está esa muerte.

2.- Dice Eligio, abogado de prestigio, magistrado en excedencia y ex fiscal general del Estado: "... todos los que llevamos tantos años dedicados a la recuperación de la memoria histórica estamos en deuda contigo. Me considero en el deber, como vicepresidente de la Fundación Juan Negrín, de reconocer públicamente que has sido el precursor en Canarias de tan noble tarea. Estoy escribiendo un comentario sobre tu importante trabajo que, por supuesto, te remitiré a ti el primero. En la reunión de la Fundación Juan Negrín que he mantenido hoy en Las Palmas ha tenido una favorable acogida esta iniciativa...". Muchas gracias, amigo, por tus palabras y espero con gran interés la nota sobre este libro, del que quedan poquísimos ejemplares (si hay algún estudioso -sin ira- de aquellos tiempos interesados en él, y de acuerdo con la disponibilidad, puedo facilitárselo).

3.- Si existe una muerte injusta que me haya impresionado, históricamente, ha sido la del teniente Alfonso González Campos. Esto lo sabe su hijo, Alfonso González Hernández , que tanto me ayudó a contar la gesta de su padre. En la segunda edición del libro se incluye una confidencia que me hizo José Antonio Rial , el nonagenario periodista tinerfeño (y Medalla de Oro de Canarias), recibida a su vez de un falso médico en Puerto Cabello (Venezuela), referida a la muerte del falangista Santiago Cuadrado , a manos presuntamente de los de Asalto. No fue así. Lo mató este individuo, que se dio a la fuga y ejerció durante años como médico e inspector de Sanidad, con un título falso, en aquel puerto venezolano. Cosas de la historia.

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Una nota de mi amigo Eligio
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