miércoles. 24.04.2024

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad que se celebrará este domingo es un acontecimiento anual destinado a fomentar una mayor comprensión de los problemas ligados a las discapacidades y a recabar apoyo a favor de la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas que padecen alguna minusvalía. Con esta intención se reunieron este viernes a las puertas del edificio del antiguo Cabildo los educadores y algunos alumnos del Centro Público Específico de Educación Especial “Nuestra Señora de los Volcanes”, que se encarga en la actualidad de educar a unos cincuenta niños de la Isla que tienen algún tipo de discapacidad.

El jefe de estudios del centro, Fernando González, acompañado de la orientadora, María Teresa Moya,

fueron los encargados de intentar hacer llegar a los ciudadanos este mensaje junto con algunos de los alumnos y sus familiares, que también quisieron acercarse hasta la calle Real para apoyar esta causa.

El principal objetivo que persiguieron con este acto los trabajadores del colegio es el de normalizar el día a día de estos niños y jóvenes, que muchas veces tienen que sumar a los problemas derivados de su discapacidad el del rechazo de una sociedad que parece no saber muy bien donde encuadrarlos.

Lucha por la integración

Aunque en este día la intención que perseguían los responsables del centro era sobre todo la de dar a conocer el trabajo que realizan durante todo el año con los alumnos, también fue una manera de testar cual es el grado de integración de los niños. “Lo que más nos interesa es normalizar, que los niños puedan pasear o hacer cualquiera de las actividades normales de otros chicos sin que continuamente se encuentren con obstáculos o con miradas de lástima”, explicó el jefe de estudios.

Y es que uno de los principales problemas con los que se encuentran en su día a día las personas con discapacidad es la de que

el mundo no está diseñado para ellos. Además de las barreras arquitectónicas que les dificultan la movilidad, las personas con diferencias derivadas de una discapacidad tienen que enfrentarse también a las barreras sociales que les plantean sus vecinos, que no saben muy bien como deben comportarse con ellos, por lo que optan por no hacerlo.

Esto no conlleva más que un tipo de exclusión “piadosa”, porque nunca falta quien tenga una mirada caritativa ante un niño en silla de ruedas, pero en pocas ocasiones se les ocurre actuar con normalidad e interesarse por conocerlo o simplemente por comportarse con naturalidad.

El papel de la familia

La otra cara de esta situación la viven las familias, en las que se apoya gran parte de la asistencia de estas personas. Aunque en todos los casos no es necesario que la persona con discapacidad tenga un apoyo para realizar todas las tareas diarias, sí que necesitan casi siempre de algún tipo de ayuda o de adaptación.

La predisposición de los allegados para cuidarles les ha convertido poco a poco en los responsables de una tarea en la que tendrían que estar más implicadas las instituciones públicas. Por eso, las asociaciones de personas con discapacidad piden cada vez con más intensidad que se eduque en la autonomía y que se dirijan los esfuerzos a facilitar la independencia de estas personas y el apoyo al cuidado en el hogar.

Esta es una de las actividades que programan en el Centro Público Específico de Tahíche, que ofrece a los padres de sus alumnos un respiro para que tengan una tarde libre de las obligaciones con sus hijos. Todo este tipo de actividades las expusieron en fotografías los responsables del Centro en la mesa que instalaron en la calle Real y en la que muchos paseantes pudieron comprobar en que consiste su trabajo, que sirve como ejemplo de lo que significa normalizar la vida de estas personas.

La Asociación Tinguafaya

En todo este trabajo de integración tiene mucho que ver la Asociación Tinguafaya, que nació como una iniciativa de los padres y trabajadores del Centro ante la falta de desarrollo en este sentido.

Esta asociación actúa como una ONG, que subsiste de donativos que invierten en la organización de todo tipo de actividades adaptadas y en los recursos necesarios para que los alumnos puedan desarrollarse de forma autónoma.

El Colegio Específico de Educación Especial es un ejemplo perfecto de lo que significa esforzarse por buscar la autonomía y de normalización. Cada una de las actividades que realizan con los chicos desde los 3 años a los 21 que estudian en el colegio persigue esta intención. Desde la personalización de las clases hasta las premisas para comer correctamente, todo está diseñado para que los alumnos aprovechen al máximo sus posibilidades y desarrollen sus capacidades.

Tirón de orejas a las instituciones

En este sentido, la asociación le quiso dar también en este día un pequeño tirón de orejas a las administraciones públicas, que a su parecer no destinan los recursos suficientes en las personas con discapacidad y además no enfocan correctamente los pocos que les dan. Según González “están un poco perdidos y no saben cuáles son las necesidades reales ni con qué medios cuentan para solucionar problemas”.

En concreto, señalan al Cabildo insular y al Ayuntamiento de Teguise de “pasarse la pelota” para no invertir en reformas y en recursos que necesitan para desarrollar su labor con los chicos del centro.

Una lucha por la integración
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