Por José Perdomo Fernández
El municipio en el que vivimos debe ofrecernos una cierta calidad de vida, reforzando
su autonomía, modernizando las normas de su gestión administrativa y potenciando
sus recursos humanos para que, en un proceso de verdadera descentralización, todos
los vecinos podamos tener las mismas oportunidades.
Mejorar la calidad de vida es un reto que exigimos a nuestras autoridades locales.
Ellas tienen que darnos respuestas adecuadas a nuestras necesidades y demandas
presentadas dentro del marco social de la comunidad que representan. Podemos
calificar su gestión como eficiente si el municipio cuenta con los medios humanos,
técnicos y financieros suficientes y las prestaciones solicitadas son resueltas, dentro de
la legalidad, con la diligencia y la imparcialidad debida.
Queremos un municipio al servicio de sus vecinos que asuma su legítimo
sprotagonismo como principal motor de desarrollo social y que por ser la principal
puerta de entrada nos permita, mediante el ejercicio de nuestros derechos, contribuir
al bienestar y desarrollo de nuestra comunidad. Esta autonomía municipal, si se cuenta
con las atribuciones, los instrumentos y los recursos adecuados, permitirá dinamizar
nuestro desarrollo social al simplificar y agilizar la toma de decisiones relativas a sus
propias competencias.
El buen trato recibido es uno de los aspectos más significativos para determinar el
grado de satisfacción de nuestra relación con el municipio. La calidad de la atención y
del servicio prestado que, a través de la relación personal, se establece entre nosotros
y el funcionario es la principal variable indicativa de la buena o mala percepción que
vamos a tener de la administración pública. La rapidez y la amabilidad del personal que
nos atiende son cualidades importantes a valorar sobre la calidad de la atención
prestada y la bondad de la resolución dictada.
Una mala evaluación de la gestión pública la asociamos, por lo general, con los
abusivos tiempos de espera, con el grado de amabilidad del profesional responsable y
con la cuantía de trámites burocráticos a realizar como consecuencia de la información
recibida. Si lo que pretendemos es que el municipio sea la principal puerta de entrada
que nos conecte con el estado, los cambios que presenten mejoras en la calidad y
modernización de la gestión nos influirán directamente en la evaluación que
realicemos de la administración y de los servicios públicos en general.
Proponemos un modelo de municipio: participativo para que los vecinos, además de
elegir a sus autoridades, se corresponsabilicen con ellas en los diferentes asuntos del
municipio, supervisando la calidad y el grado de transparencia de la obra realizada y de
los recursos municipales utilizados; organizado de acuerdo con su realidad territorial
que le permita cumplir con sus funciones, en base a su autonomía, para disponer de
sus recursos humanos y financieros; eficiente en la administración de sus recursos,
con la participación activa de su comunidad, para lograr el mayor beneficio social en la
ejecución de sus programas y prestaciones y que contemple servicios de calidad
eficaces e indicativos de la satisfacción de los ciudadanos en su relación con su
administración.
Un municipio así, fundamentado en una gestión descentralizada, debe:
1º. Desarrollar sus actuaciones dentro de un consensuado “plan de la buena
práctica para una gestión municipal participativa”. Éste contemplaría la
incorporación del municipio a un modelo de gobierno electrónico que le
interconecte con el resto de las administraciones estatales para: poder agilizar el
tratamiento de la información; realizar una gestión municipal más participativa
en conjunto con la ciudadanía, potenciando mecanismos de control eficientes y
transparentes; y para posibilitar la publicación de una carta ciudadana municipal
que, al recoger las acciones del gobierno local, permita analizar y supervisar las
políticas y los programas ofertados a la comunidad.
2º. Estructurarse y organizarse en torno a la modernización de su gestión
administrativa y a la planificación racional de sus recursos humanos. Mejorar la
eficacia en la tramitación y resolución de los procedimientos cursados y cuidar la
calidad de los servicios prestados a la comunidad, permitiendo que su personal
laboral participe en la planificación de las tareas a desarrollar, son objetivos claros
a conseguir.
3º. Poder administrar con racionalidad y eficacia sus recursos humanos y
financieros: elaborando indicadores e informes periódicos de gestión municipal
sobre el correcto uso de todos sus recursos, sobre el grado de participación
ciudadana y sobre los servicios prestados a la comunidad; midiendo la calidad de
los servicios realizados para así valorar si el municipio ha realizado, dentro de sus
ámbitos competenciales, servicios de calidad necesarios, oportunos y eficientes.
Abrir un foro de las buenas prácticas municipales que permita conocer el plan de
actuación de nuestras autoridades, analizarlo y valorarlo es esencial para controlar y
mejorar la gestión de los servicios prestados a la comunidad.