viernes. 19.04.2024

Por José Perdomo Fernández

El municipio en el que vivimos debe ofrecernos una cierta calidad de vida, reforzando

su autonomía, modernizando las normas de su gestión administrativa y potenciando

sus recursos humanos para que, en un proceso de verdadera descentralización, todos

los vecinos podamos tener las mismas oportunidades.

Mejorar la calidad de vida es un reto que exigimos a nuestras autoridades locales.

Ellas tienen que darnos respuestas adecuadas a nuestras necesidades y demandas

presentadas dentro del marco social de la comunidad que representan. Podemos

calificar su gestión como eficiente si el municipio cuenta con los medios humanos,

técnicos y financieros suficientes y las prestaciones solicitadas son resueltas, dentro de

la legalidad, con la diligencia y la imparcialidad debida.

Queremos un municipio al servicio de sus vecinos que asuma su legítimo

sprotagonismo como principal motor de desarrollo social y que por ser la principal

puerta de entrada nos permita, mediante el ejercicio de nuestros derechos, contribuir

al bienestar y desarrollo de nuestra comunidad. Esta autonomía municipal, si se cuenta

con las atribuciones, los instrumentos y los recursos adecuados, permitirá dinamizar

nuestro desarrollo social al simplificar y agilizar la toma de decisiones relativas a sus

propias competencias.

El buen trato recibido es uno de los aspectos más significativos para determinar el

grado de satisfacción de nuestra relación con el municipio. La calidad de la atención y

del servicio prestado que, a través de la relación personal, se establece entre nosotros

y el funcionario es la principal variable indicativa de la buena o mala percepción que

vamos a tener de la administración pública. La rapidez y la amabilidad del personal que

nos atiende son cualidades importantes a valorar sobre la calidad de la atención

prestada y la bondad de la resolución dictada.

Una mala evaluación de la gestión pública la asociamos, por lo general, con los

abusivos tiempos de espera, con el grado de amabilidad del profesional responsable y

con la cuantía de trámites burocráticos a realizar como consecuencia de la información

recibida. Si lo que pretendemos es que el municipio sea la principal puerta de entrada

que nos conecte con el estado, los cambios que presenten mejoras en la calidad y

modernización de la gestión nos influirán directamente en la evaluación que

realicemos de la administración y de los servicios públicos en general.

Proponemos un modelo de municipio: participativo para que los vecinos, además de

elegir a sus autoridades, se corresponsabilicen con ellas en los diferentes asuntos del

municipio, supervisando la calidad y el grado de transparencia de la obra realizada y de

los recursos municipales utilizados; organizado de acuerdo con su realidad territorial

que le permita cumplir con sus funciones, en base a su autonomía, para disponer de

sus recursos humanos y financieros; eficiente en la administración de sus recursos,

con la participación activa de su comunidad, para lograr el mayor beneficio social en la

ejecución de sus programas y prestaciones y que contemple servicios de calidad

eficaces e indicativos de la satisfacción de los ciudadanos en su relación con su

administración.

Un municipio así, fundamentado en una gestión descentralizada, debe:

1º. Desarrollar sus actuaciones dentro de un consensuado “plan de la buena

práctica para una gestión municipal participativa”. Éste contemplaría la

incorporación del municipio a un modelo de gobierno electrónico que le

interconecte con el resto de las administraciones estatales para: poder agilizar el

tratamiento de la información; realizar una gestión municipal más participativa

en conjunto con la ciudadanía, potenciando mecanismos de control eficientes y

transparentes; y para posibilitar la publicación de una carta ciudadana municipal

que, al recoger las acciones del gobierno local, permita analizar y supervisar las

políticas y los programas ofertados a la comunidad.

2º. Estructurarse y organizarse en torno a la modernización de su gestión

administrativa y a la planificación racional de sus recursos humanos. Mejorar la

eficacia en la tramitación y resolución de los procedimientos cursados y cuidar la

calidad de los servicios prestados a la comunidad, permitiendo que su personal

laboral participe en la planificación de las tareas a desarrollar, son objetivos claros

a conseguir.

3º. Poder administrar con racionalidad y eficacia sus recursos humanos y

financieros: elaborando indicadores e informes periódicos de gestión municipal

sobre el correcto uso de todos sus recursos, sobre el grado de participación

ciudadana y sobre los servicios prestados a la comunidad; midiendo la calidad de

los servicios realizados para así valorar si el municipio ha realizado, dentro de sus

ámbitos competenciales, servicios de calidad necesarios, oportunos y eficientes.

Abrir un foro de las buenas prácticas municipales que permita conocer el plan de

actuación de nuestras autoridades, analizarlo y valorarlo es esencial para controlar y

mejorar la gestión de los servicios prestados a la comunidad.

Un municipio para vivir mejor
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