viernes. 19.04.2024
O`Belén les diagnostica “trastornos disociales, una enfermedad que en psiquiatría es un cajón de sastre en el que se mete todo"

Un ex trabajador denuncia el abuso de pastillas para ''tranquilizar'' a los menores en un centro del Archipiélago

Este experto propone alternativas como la que se puso en funcionamiento en Cango, antes de la llegada de O'Belén, y es la de potenciar la relación con las familias, con los amigos, con la sociedad y en el ámbito escolar, donde están sus problemas, pero "cuando los psiquiatrizas, no los abordas realmente”

Gonzalo conoce de cerca los tratamientos que se utilizan con los menores en los centros de trastornos de conducta de Canarias porque fue una de las personas que pusieron en marcha las instalaciones de Cango, en Tacoronte (Tenerife).

Por eso, aunque ya no trabaja allí, sabe cuales son las prácticas habituales de la fundación O'Belén, que se encarga de la gestión de ambos centros en Canarias, y que ha sido denunciada por el Defensor del Pueblo en un informe en el que se relatan presuntas prácticas ilícitas con los chicos.

Gonzalo aseveró a ACN Press que O'Belén abusa de la medicación que da a los jóvenes para mantenerlos tranquilos: “Ellos se dedican a psiquiatrizar los problemas de los niños en vez de socializarlos”, dijo.

Según explicó este psicólogo, experto en el trabajo con menores, O`Belén les diagnostica “trastornos disociales, una enfermedad que en psiquiatría es un cajón de sastre en el que se mete todo. No todos estos niños tienen problemas mentales, pero se les medica para que estén tranquilos”.

“Dentro de los centros, el tratamiento farmacológico y la contención son alternativas de tensión que vienen del mundo psiquiátrico. Pero la medicación pasa de ser una prescripción terapéutica para combatir un problema de salud a ser una prescripción para poder vivir con el niño en el centro, porque te come o te mata, se vuelve loco, agresivo. Se instrumentaliza la medicación para convivir con él, no para combatir su posible enfermedad. Y entonces, el niño ya no está al servicio de la medicación sino al del centro y su funcionamiento”, aseveró Gonzalo.

El diario El País ha plasmado esta pasada semana diversos testimonios de trabajadores de los centros de Madrid y Castilla La Mancha donde relatan que esta fundación utiliza técnicas como el abuso de medicamentos para tranquilizar a los jóvenes, castigos desmesurados en celdas de aislamiento o la vulneración de los derechos de privacidad.

El Defensor del Pueblo explica en el primer párrafo de las recomendaciones de su informe que se está produciendo una “violación grave de los derechos del niño”, y aunque sea menor, “no se puede abrir la correspondencia de los pives porque es secreta”, dijo Gonzalo.

Aunque en el Archipiélago no se han registrado denuncias de este tipo, el Diputado del Común de Canarias ha abierto una queja de oficio para obtener información. Pos su parte, el Gobierno de Canarias, no considera que producirse ningún tipo de "alarma" aunque sí propone "estar vigilantes"', según aseveró la consejera de Bienestar Social Juventud y Vivienda del Gobierno de Canarias, Inés Rojas.

Alternativas

Este experto propone alternativas como la que se puso en funcionamiento en Cango, antes de la llegada de O'Belén, y es la de potenciar la relación con las familias, con los amigos, con la sociedad y en el ámbito escolar, donde están sus problemas, pero "cuando los psiquiatrizas, no los abordas realmente”.

Para Gonzalo, esta organización que gestiona Cango y el centro de la capital grancanaria, así como otros cinco centros en la Península, “se equivoca” porque tratan los problemas de los niños “centrados en su individualidad, diagnostican que tienen una cosa dentro, un trastorno que debe ser tratado con pastillas pero no en su entorno”.

“El problema fundamental de sus trastornos de conducta no radica en un problema mental, si es que lo tienen, si no en su entorno, en su manera de concebir el mundo, de relacionarse, dificultades de adaptación. La orientación desde la que se aborda es una atención sesgada que psiquiatriza en vez de socializar. Les dan pastillas y sólo los atienden desde el punto de vista médico”.

Estos tratamientos, según el experto, se basan en el encierro de los chicos que “no entienden lo que les pasa, y cuando cumplen los 18 años los sacan a la calle y ya no los pueden medicar. Pero vuelven con las familias, del mismo sitio donde salieron, habiendo vivido una experiencia horrible y creyendo que han estado enfermo”.

“No creo que sea un problema de buena o mala voluntad de la gente que los cuida. Como tratamiento médico puedes administrar pastillas para tranquilizarlo, pero como castigo, la jodiste”, sentencia Gonzalo, que recordó el inicio del proyecto de Cango: “Sin medicación, ni guardias de seguridad, ni rejas ni celdas de aislamiento. Si el niño se escapaba se le atendía en la calle y si no se metía a la familia dentro. Sus problemas sólo son las formas de vivir las cosas las que hacen que reaccionen mal”.

“Si todos los niños a los que se les suministra medicación tienen un trastorno mental, es imposible su recuperación en un 75 por ciento. Atendiendo sólo sus problemas de salud no lo vas a ayudar a reintegrarse en el mundo”, concluyó Gonzalo.

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