miércoles. 24.04.2024

Son las tres y cuarto en punto de la madrugada. Esta es otra de esas interminables noches de insomnio. Últimamente, cualquier cosa me desvela. He sido siempre de mal dormir; a veces me he pasado largas temporadas durmiendo sentado, sobre todo en época de amenazas y de malos rollos por causa de esta maldita profesión. Otra cosa que turba muchos mis noches de verano es el calor. Y hemos tenido para rato. Generalmente pongo el aire acondicionado y esto alivia un poco el asunto.

Pero son las tres y cuarto, las tres y cuarto en punto de la madrugada, y he visto en TVE un reportaje sobre Sanlúcar de Barrameda, un reportaje muy bien hecho, protagonizado por Mario Picazo, el meteorólogo y marino de la tele. Yo estuve en Sanlúcar hace un año y pico; era verano y había muchas moscas.

Al otro lado del río, Doñana. Aquí, un pueblo histórico desde donde partieron a sus viajes Colón, Hernán Cortés, Magallanes. Qué maravilla es la Internet. He acudido a ella para recordar el nombre de un compañero del colegio mayor de Sevilla, Ignacio Luengo. Su padre, Ignacio Luengo López, fue alcalde de Sanlúcar en tiempos de Franco, en los 60. Una vez Ignacio, mi compañero, dijo que me iba a presentar a una amiga de su novia y me trajo a una coja. Coño, no tengo nada contra los cojos, Dios me libre, pero aquella fue una situación embarazosa. Y, encima, en los tiempos de la yenka. Yo creo que entre el calor y el insomnio tengo los recuerdos agitados. ¿Por qué me habré acordado ahora de la coja y de la yenka?

Carlos Cano cantó a Sanlúcar y a los barcos que se deslizaban por el Guadalquivir; en fin, intentaré dormir, pero veo pañuelos que se agitan en las balconadas de sus palacios.

Tres y cuarto en punto
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