martes. 23.04.2024

Tiene sólo 29 años pero mucha prisa; prisa por encontrar a la persona compatible que ceda parte de su médula. La necesita para vivir.

El caso de Aaron Trujillo ha sido, sin duda, el de la mala suerte. Con sólo 29 años le diagnosticaron leucemia. Acudía al médico por unas pequeñas heridas en la boca y ese mismo día recibía la fatal noticia. Su suegro, Ramón Reyes, es el propietario de una tienda de alimentación conocida por muchos lanzaroteños, situada cerca del colegio Antonio Zerolo de Arrecife. Recuerda cómo se inició todo y dice que “se fue a Urgencias porque tenía unas pupitas en la boca y se estaba quedando sin fuerzas; le hicieron una analítica y sobre la marcha le dijeron que lo suyo era leucemia”.

La gravedad era tal que al día siguiente ya comenzaron el tratamiento con quimioterapia.

Aunque ya han pasado ocho meses de este capítulo, Ramón recuerda que “fue un shock porque él era un deportista, estaba terminando la tesis para el doctorado en Ciencias del Mar y de la noche a la mañana se encontró con este panorama”.

A partir de entonces, su vida cambió. Comenzaron las transfusiones de sangre, las duras sesiones de quimioterapia, las pruebas y el aislamiento en una cámara en el Hospital Doctor Negrín de Las Palmas de Gran Canaria. Afortunadamente, Aaron cuenta con el apoyo y la compañía incondicional de su mujer, que está con él a todas horas y la fuerza que le dan sus dos hijas.

De ellas se ocupan las dos abuelas, que en este caso, también están resultando imprescindibles. Tienen 6 y 3 años y lógicamente, no saben muy bien qué está pasando. Sobre las dos niñas, recuerda Ramón una anécdota. “Él pidió permiso al médico para ver si podían ir sus hijas y como el médico le dijo que sí, yo se las llevé un domingo por la noche. Mientras íbamos en el coche, la grande, que entonces tenía 5 años, le decía a la pequeña que si veía a papá sin pelo no se asustara, que era papá”.

Ramón reconoce que Aarón ahora está “flojito, cansado porque la quimioterapia le está cansando mucho y restándole facultades pero lo que sí tiene es mucha moral”.

Para que la estancia en el hospital no sea tan dura, de vez en cuando puede estar unos días en casa. Va y viene.

Transplante

Aaron sabe que tiene una posibilidad. Los médicos le advirtieron de que empezarían con el tratamiento de la quimioterapia a la vez que comenzaba la búsqueda del donante. Los primeros candidatos fueron los hermanos y poco a poco el resto de la familia pero no hubo suerte. Las probabilidades de encontrar a un donante compatible suelen estar casi siempre en los familiares pero esta vez no fue así. “Ni la hermana, ni las hijas, ni los padres… nadie fue compatible”, se lamenta. “Si hubiera habido compatibilidad con alguna persona de su entorno, se habría acabado el problema pero no ha sido posible”, matiza.

Aquí comienza la labor de búsqueda y de información. La prueba para saber si hay compatibilidad es muy sencilla. Se trata de una simple analítica de sangre. Ramón explica que “mucha gente piensa que es una cosa muy complicada porque los temas de la médula suenan muy complicados pero para saber si una persona es compatible sólo se tiene que sacar sangre como si fuera a hacerse un análisis”. Los requisitos para donar son tener una edad comprendida entre los 18 y los 55 años; gozar de buena salud; no tener antecedentes de enfermedades cardiovasculares, renales, pulmonares o de hígado, así como no sufrir dolencias crónicas. Además, tampoco pueden donar quienes hayan padecido sida o hepatitis B o C. Y a pesar de que Aaron está en Gran Canaria, los lanzaroteños tienen la posibilidad de realizarse la extracción en el hospital Doctor José Molina Orosa.

Las cosas no pintan demasiado bien. Los médicos hablan de 1 posibilidad entre 40.000 y hasta ahora no han dado con el donante adecuado, a pesar de que también en Lanzarote han sido varias las personas que han acudido a probar suerte. Los resultados se tienen a los quince días y Ramón quiere animar a la población diciendo que si la gente que acude no resulta compatible con Aaron, puede serlo con otros enfermos, entre ellos niños. “Un poquito de sangre puede ser vital para otra persona”, asegura.

Ramón está contento con la implicación que está teniendo la población. Han ido muchos familiares, estudiantes, amigos y esperan que sigan yendo más. El horario del hospital para hacerse las extracciones es de lunes a viernes de 9 a 14 horas.

“Yo creo que él sí está siendo consciente de toda la gente que se está preocupando”, piensa y recuerda que no se dispone de mucho tiempo, que cada día que pasa es una nueva sesión de quimioterapia, con el desgaste que eso supone.

Si hubiera suerte, Aaron tendría que viajar a Barcelona junto con el donante. A esta persona se le pagarían todos los gastos que supone el desplazamiento y allí podría hacerse la intervención.

Por último, asegura Ramón que la familia lo está pasando muy mal pero que se encuentran fuertes y confiados. La pelota ahora está en nuestro tejado.

“Si ves a papá sin pelo, no te asustes, es papá”
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