miércoles. 17.04.2024
Adán Martín Menis, presidente del Gobierno de Canarias

“Si tuviera 60 años no habría dudado en intentar seguir al frente del Gobierno otros cuatro años más”

“Nos presentamos a las elecciones en el Cabildo de Tenerife pensando que íbamos a perder y ganamos, y eso es lo que me ha costado estar veinte años más de los que pensaba en política”

“Mi abandono de la política forma parte de un razonamiento personal que hice durante las navidades de 2005. Me dediqué a pensar en el futuro, y en enero de 2006 lo hablé con tres personas muy cercanas”

“En el año 87 pensé que había cumplido mi misión, pero vinieron dos personas para convencerme de que no me marchara. Fueron Paulino Rivero y Manuel Hermoso, que me pidieron que encabezara la lista del Cabildo de Tenerife”

“Como presidente de la Comunidad de Canarias, no estoy dispuesto a dejar de hablar por teléfono, y lo que tenga que hablar con los representantes empresariales o sociales lo hablaré; si alguna vez tengo que echar un pulso por teléfono, lo haré, sin ningún miedo”

“En este siglo XXI se dan las circunstancias para que todos seamos canarios. Eso obliga a que todos los ciudadanos de las Islas sientan que tienen las mismas oportunidades”

“Para mí fue una auténtica sorpresa que se pusiera en cuestión al presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, que se pusiera en cuestión su derecho a utilizar el teléfono para despachar defendiendo los intereses generales”

Adán Martín es el presidente del Gobierno de Canarias que más veces ha venido a Lanzarote en visita oficial. Eso lo dicen las estadísticas. Este viernes estuvo en la Isla para asistir a la clausura de unas jornadas sobre las Regiones Ultraperiféricas de la Macaronesia. Después, estuvo en los estudios de Canal (L), donde mantuvo una intensa e intimista entrevista con el decano de la prensa insular, Agustín Acosta, entrevista que reproduce íntegramente hoy este diario. En la conversación, porque parecía una conversación, Adán Martín explica el porqué de su marcha de la política, da las claves de una decisión que mucha gente no termina de entender. Además, entra en profundidad a analizar los temas que todavía tiene pendientes para terminar la legislatura, y no rehuye el insólito asunto por el que se le intentó vincular con un caso de posible trato de favores a un empresario. De todo ello y de mucho más habla en las siguientes líneas.

-A pesar de todo lo que se dice, le vemos bien.

-Pues sí, estoy muy bien, y con mucha ilusión.

-Si tiene esa ilusión, ¿por qué abandona la política?

-Mi abandono de la política forma parte de un razonamiento personal que hice durante las navidades de 2005. Me dediqué a pensar en el futuro, y en enero de 2006 lo hablé con tres personas muy cercanas, Pilar y otras dos personas muy cercanas. Llevo 28 años en la vida política; al principio entré por un compromiso con los primeros ayuntamientos democráticos, era una apuesta que había que hacer, una puerta de aire fresco que entraba para todos. Los que habíamos luchado por la democracia queríamos aportar más; en el año 87 pensé que había cumplido mi misión, pero vinieron dos personas para convencerme de que no me marchara. Fueron Paulino Rivero y Manuel Hermoso, que me pidieron que encabezara la lista del Cabildo de Tenerife. Arreglé todas mis cosas para no tener ningún tipo de incompatibilidad, para que no quedara ninguna duda de que mi dedicación al Ayuntamiento de Santa Cruz había sacrificado mi vida privada. Nos presentamos a las elecciones en el Cabildo de Tenerife pensando que íbamos a perder y ganamos, y eso es lo que me ha costado estar veinte años más de los que pensaba en política. Si ahora con 63 años me presentaba otra vez y ganábamos, y es muy previsible que el presidente sea de CC, saldría de presidente con 68 años. Ya no tengo edad para empezar en otro mundo, es difícil. Ahora creo que tengo oportunidades, pero con 68 creo que no las tendría. Tengo hijos en la universidad y muchas cosas que quiero hacer. Siempre que el proyecto político me necesite va a poder contar conmigo, pero no de este modo. Tampoco he querido fallarle nunca al proyecto.

-Recuerdo que cuando se rumoreaba que iba a ser candidato a la presidencia, cuando todavía era vicepresidente del Gobierno canario, usted me convenció de que tenía ilusión y que merecía la pena el proyecto que tenía en la cabeza. ¿No cree que ese proyecto no se ha podido concluir en estos cuatro años, no cree que habría sido posible concederse una prórroga?

-Si tuviera 60 años no habría dudado en intentar seguir al frente del Gobierno otros cuatro años más. Creo que hay proyecto para seguir y cosas que me habría apetecido acabar. Sin embargo, yo he estado ocho años en el Gobierno, porque estuve de vicepresidente y de consejero de Economía y Hacienda. Muchos de los logros que se han obtenido ahora, concretamente en diciembre de 2006, son fruto del trabajo de aquella época. Todo el mundo está de acuerdo que cerramos muchos objetivos con Europa, que se gestaron en el 2000. Por eso en 2003 dije que había cosas que hacer, cosas que ya hemos culminado hace tres meses. Siempre hay cosas nuevas que hacer, proyectos que te quedarán a medias. En la vida política hay que saber llegar y saber irse, no se tiene que salir siempre mal y quemado. Cuando estás bien no te dejan ir, y cuando estás mal te echan. Hay que saber dejar la política, hay que saber dejar el poder. Es evidente que ser presidente del Gobierno canario da mucho poder, y con honestidad a uno le gusta conseguir los objetivos. Por eso la reflexión oportuna hay que hacerla con tiempo. Por eso yo la hice un año antes, porque de lo contrario habría intentado seguir. Eso me ha permitido dejar todo el marco europeo resuelto, todo el marco de financiación, infraestructuras, sistemas sanitarios, educativos..., todo planificado. Después le he dicho al partido en su momento determinado, se lo dije al presidente en agosto, que no me he querido rajar, porque no me he rajado nunca. Sabía que si las cosas encajan y las circunstancias lo indican puedo hacer muchas cosas. Yo me retiro para trabajar, pero no quiero empezar a pensar en eso hasta junio, porque quiero tener la cabeza todo el tiempo en el Gobierno. Tengo que trabajar, porque no tengo recursos para vivir sin trabajar. Pienso seguir contribuyendo en la medida de mis posibilidades al desarrollo de esta sociedad. Acabo de dejar en el aeropuerto de Los Rodeos, aprovechando la sala de autoridades, a la presidenta de la asociación de viudas y de madres de personas que han muerto en los viajes desde África; es una persona interesantísima. Hablé con ella y le dije que volviera. Creo que el mundo privado de la responsabilidad social también puede hacer cosas. Le dije que estaba dispuesto a ir como presidente, pero también estoy dispuesto a seguir ayudando cuando no sea político.

-Insisto en que hay muchas personas que por distintas razones no estamos de acuerdo con su planteamiento...

-Entiendo que cada uno se monta su esquema mental.

-El esquema que yo tengo es el de Canarias sin proyecto, un barco a la deriva. Luego se han plantado las bases sólidas que han cimentado una idea. Cambiando de asunto, ¿a quién le ha costado más convencer de los problemas de Canarias, a Europa o a Madrid?

-Si lo miramos desde un punto de vista político, ha sido más fácil convencer a Europa de los problemas reales que tiene Canarias que a Madrid. Europa nace del conjunto de naciones que se unen para encontrar un proyecto común, la Unión Europea; la apuesta ha sido de suma, de ahí que para nosotros haya sido fácil explicarles cuáles son nuestros problemas, los problemas de un archipiélago atlántico. A España le ha sido fácil como Estado defenderlo, defender un marco específico. En los tres artículos que conseguimos introducir en la Constitución Europea todo quedó claro. Sin embargo, en la Constitución Española no conseguimos lo mismo, no conseguimos por ejemplo que se tuviera en cuenta el concepto de archipiélago atlántico. Pedí a todos los partidos que formaran un equipo para trabajar en la elaboración del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias, y lo primero que hice fue enseñarles los tres artículos que conseguimos introducir en la Constitución para que supieran lo que significaba. Les dije que se podían modificar y modular las políticas europeas y de Estado, que podíamos tener ayudas fiscales... Tres artículos muy sencillos que podíamos llevar al Estatuto de Autonomía, un proyecto que se enmarca dentro del proyecto global de todas las autonomías, lo que ha provocado que se tienda a homogeneizar. En las intervenciones del PP en el Parlamento de Canarias se ha visto, y no parecen entender que lo que conseguimos en Europa también lo tenemos que conseguir en España. Estamos teniendo miedos políticos, no miedos legales. Siempre pongo un ejemplo: como el Estado portugués es centralista, dieron condiciones especiales a Madeira y Azores. Entre otras cosas están en la Junta de Defensa Nacional. Aquí eso es impensable. Allí no tienen que comparar unas comunidades con otras. Como en España el Estado se descentraliza en Comunidades y hay dos o tres que dicen que tienen que tener especificidades, se olvidan de Canarias. Canarias es la única comunidad que debería tener esas especificidades, y debería tener reflejo en la Constitución Española y en el nuevo Estatuto. Tenemos que conseguir meter el término ultraperiférico, por ejemplo. Cuando se modifique la Constitución con asuntos como el del género de la sucesión, hay que conseguir modular la política canaria para que la ultraperiferia entre en los cambios, con los mismos derechos que pueden tener Azores o Madeira. En España se sigue discutiendo por ejemplo si el mar es canario, si el espacio del archipiélago atlántico es la tierra de las ocho islas más el mar que nos une. ¿Por qué Azores tiene eso recogido y nosotros no?

-Hay una cosa tremenda que se ha producido estos días, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó Marruecos, un territorio con el que tenemos todo tipo de problemas de vecindad, y no se abordó una sola cuestión de Canarias.

-De hecho, el presidente del Gobierno dijo que se nos iba a invitar a la reunión en Marruecos y nadie nos dijo nada. Hablamos con Exteriores y Moncloa y nos dijeron que era un viaje en el que no querían llevar Comunidades Autónomas. Les dijimos que no estábamos de acuerdo. Se había sentado un precedente en la reunión de alto nivel de Sevilla, donde estuve, y en esta tenía que estar también. Si una comunidad tiene que estar en políticas internacionales cuando se trata de un entorno geográfico es Canarias. En caso de Canarias no hay discusión, no somos un todo continuo y somos los que nos jugamos el bigote.

-¿Les ha costado mucho convencer a Madrid de que el problema de la inmigración irregular era más serio de lo que planteaban?

-Nos ha costado mucho, pero al final se ha conseguido, con tesón, con esfuerzo, poniéndole cabeza. Ha costado mucho conseguir que el Estado entienda que en la política internacional tiene que pintar más una Comunidad como la nuestra, que tenemos que servir de plataforma de conexión con África, que en los acuerdos internacionales tenemos que ser consultados. Al final se tendrá que aceptar como regla, algo que he procurado siempre en los dos gobiernos en los que he estado: he mostrado mi desacuerdo con no estar en las reuniones, pero siempre he sido muy leal a Exteriores. Le dijimos a Moncloa que no nos había gustado, sobre todo cuando el candidato del PSOE dijo que estábamos invitados. Creo que en la política exterior hay que llegar a acuerdos, acuerdos a través de una política de lealtad.

-¿Se puede ser leal con quien no ha sido leal contigo?

-Bueno, si tu eres leal y en un momento determinado un candidato te dice que no es así, tienes que sacar las pruebas que tienes. Siempre he dicho que el listón había que ponerlo muy alto en Bruselas, porque luego perderíamos alguna pluma. Siempre le dije al Ministerio de Exteriores que quería poner el listón lo más alto. No le iba a achacar nada al Estado si habían sido leales con nosotros. Poco a poco hemos logrado en el Ministerio establecer una cierta confianza que Canarias debe mantener. Debemos seguir un camino marcado, porque si no la representación exterior la Constitución se la da al Gobierno central. Independientemente de los colores políticos hay que defender los intereses generales.

-¿Alguna vez se llegó a explicar la polémica en la que se vio recientemente envuelto por mantener una conversación privada con un empresario?

-El asunto de mi imputación lo vi venir. Una empresaria me preguntó esta mañana (ayer) sobre temas de Fuerteventura importante como recuperar Lobos, Corralejo y otras zonas... Me había llamado muchas veces, pero sólo me puse cuando pude. La conversación en cuestión no tuvo nada que ver con el tráfico de influencias, pero uno, como presidente de la Comunidad de Canarias, no estoy dispuesto a dejar de hablar por teléfono, y lo que tenga que hablar con los representantes empresariales o sociales lo hablaré; si alguna vez tengo que echar un pulso por teléfono, lo haré, sin ningún miedo. Es un tema muy sencillo. La Ley de Directrices permite que se puedan dar algunas excepciones en la moratoria turística a proyectos de calidad; el que da el visto bueno es el Parlamento de Canarias, porque el Gobierno lo único que hace es hacer un informe. En un momento determinado los empresarios que presentaron los expedientes pidieron al presidente que se enviaran los informes al Parlamento, defendiendo sus intereses, proyectos que tienen que tener mucha cualificación. En una de esas conversaciones telefónicas a uno de esos empresarios que me había llamado muchas veces tuve una conversación en la que dije que estaba intentando llevar esos informes al Parlamento. El presidente del Gobierno está para eso, para impulsar los expedientes. Cuando a ese empresario lo detuvieron, y no sé las causas que rodean el caso de Mogán, lo comentamos en el Gobierno con los compañeros. Dije que debían tener una conversación mía grabada, y el consejero de Medio Ambiente me dijo que tenía otra. Eso se quedó ahí, porque no tenía nada de irregular; a los pocos días empiezo a oír runrunes de que la conversación telefónica está en los juzgados. Le dije al delegado del Gobierno que si hubiera algún indicio de tráfico de influencias, como máxima autoridad del Estado, sabiendo que no podía haber nada de nada, me parecía muy extraño que no me lo dijeran. Días después se da la pieza separada, porque así lo mandó el juez. Al final sólo conocí la resolución de la Sala, que es contundente y deja claro que no había ninguna razón para hacer una pieza separada porque la conversación no puede dar pie a ningún tipo de tráfico de influencias. Hablo por teléfono horas y horas, como estoy hablando esto aquí, con total franqueza. Para mí fue una auténtica sorpresa que se pusiera en cuestión al presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, que se pusiera en cuestión su derecho a utilizar el teléfono para despachar defendiendo los intereses generales. Si hubiera algún indicio de tráfico de influencias lo lógico es que hubieran hecho la pieza separada, pero no lo había.

-¿Cree que alguien pensaba ya en las elecciones?

-Lo que sé es que cuando se produjo esa conversación nadie sabía que yo no pensaba presentarme. Al final no sé si hubo malentendido; lo que tiene que quedar claro para el futuro es que el presidente de un Gobierno tiene que defender los intereses generales, también de los empresarios, como defiende el presidente del Gobierno de España los intereses de Repsol en Bolivia, de todas las empresas que generan empleo. Eso lo tiene que hacer con la libertad suficiente para poder conducir al territorio en el cual tiene la responsabilidad hacia un desarrollo sostenible. La justicia tendrá que jugar su papel y la policía el suyo. Hubo gente que fue a mi casa para decirme que cómo podía permitir que ocurriera lo que estaba sucediendo. La política es un ejercicio de entrega a los demás, y hay gente que ha salido peor que ha entrado, mucha gente.

-Usted ha sido el presidente que más ha viajado a las islas periféricas. ¿Ha sido un tema de obligación o de convencimiento?

-Tengo un convencimiento, aunque sería largo de explicar. La Canarias de la historia ha sido una Canarias de necesidades y de carencias. Eso ha provocado competencia entre las islas, porque cuando había un médico todos lo querían. Ahora estamos en otra Canarias, donde gracias a Dios las necesidades están cubiertas. Tenemos que vivir otra etapa, y lo más productivo es unir a los dos millones de canarios con las potencialidades de las siete islas para hacer un espacio común. Cuando nos íbamos fuera todos éramos canarios, y cuando estamos aquí no, somos tinerfeños, conejeros... En este siglo XXI se dan las circunstancias para que todos seamos canarios. Eso obliga a que todos los ciudadanos de las Islas sientan que tienen las mismas oportunidades. Hay una oportunidad de construir, como dice el eslogan, una tierra única. Única también porque es una tierra sola. Por eso he hecho una política enfocada a que eso sea posible. Por eso he hecho el mayor esfuerzo por estar en todas las islas, para que sientan la cercanía del Gobierno.

-¿Qué cosas le quedan por hacer?

-Hay muchas cosas pendientes, siempre quedan cosas. Todas las que van debajo del paraguas de la tierra única, infraestructuras portuarias, aeroportuarias, carreteras... Todas las dotaciones financieras están garantizadas de aquí al 2013, para el periodo de convergencia europeo. Hay puestas ya todas las bases para el equilibrio en los niveles de servicios; todos los hospitales de Canarias están en marcha, con una inversión de 60 millones de euros. El gran reto de Canarias ahora es la formación: universidad, colegios, formación profesional... Tiene que ser la revolución educativa, porque en sanidad nos queda sólo concretar lo que ya está en marcha.

“Si tuviera 60 años no habría dudado en intentar seguir al frente del Gobierno otros...