sábado. 20.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- El secreto del sumario en España se parece cada vez más a otro secreto, pero el de cochino. Lo que los cocineros llaman secreto ibérico. Acaban de producirse en Lanzarote nuevas violaciones al secreto del sumario de un caso sonado de allí, lo que me genera aún más desconfianza en la justicia (me niego a ponerla con mayúsculas). Merced a estas violaciones inconcebibles, la vida privada de una conocida política lanzaroteña y las aficiones nasales de algunos cargos públicos, imputados o no, están en la boca de todo el mundo. En España, la justicia ya no sólo parece un cachondeo, sino que desde dentro tampoco se le pone remedio. Se condena a la gente en la plaza pública antes de ser juzgada, los imputados parecen culpables por el mero hecho de estarlo, los inocentes no lo son tanto. Y la libertad individual de cada cual (consuma o no droga, fornique o no con el vecino) ya no se protege. Todo el mundo tiene que saber en estas islas lo de todo el mundo y, además, publicarlo. No existe medida, ni tino, ni respeto, ni nada. A la mierda con los valores, al traste con el prestigio de la justicia, cualquier chiquilicuatre maneja tus datos privados, ya no se sabe si filtrados por la policía, por la fiscalía, por los jueces, por los funcionarios judiciales, por los abogados actuantes o por quiénes. Lo cierto es que están en la calle y que todo el mundo maneja las vidas de otros con una impunidad atroz.

2.- Estas son unas islas en las que todo el mundo quiere joder a todo el mundo. Al empresario que saca la cabeza, a echarlo abajo. Al periodista que destaca, a destruirlo. Al político que hace cosas por su pueblo, a fusilarlo al amanecer. Cada vez habrá menos gente que se dedique a la cosa pública, los empresarios están huyendo a países donde la gente no se ocupa de la otra y los periodistas se quedan sin trabajo. Canarias es una región crispada y los orígenes de la crispación tienen nombres y apellidos. Son generalmente gentes fracasadas que no soportan que los demás triunfen, se hagan ricos, arriesguen y ganen. Cuando pierden también los crucifican.

3.- Ya ven que ni siquiera la justicia se merece las mayúsculas. La han empantanado, el ciudadano no confía en ella, nadie quiere arreglarla porque piensa que su caos le puede beneficiar algún día. Algunos jueces cometen las mayores tropelías. Fíjense ustedes: dos periodistas de la SER han recibido condena de cárcel ¡por revelación de secretos! Un juez local ha inadmitido a trámite -se admite el 99% de las querellas- una acción judicial interpuesta por el director de este diario, que fue gravemente insultado por un indigno profesor de la Universidad de La Laguna. Les aseguro que yo fui condenado a pagar 3.000 euros a un tal Xuancar por decirle cuatro bromas que al lado de estos insultos eran como llamarlo "tolete" (no lo estoy llamando ahora, para que no me pongan otros 3.000). Y ahora, lo de Lanzarote. La vida privada de personas que nada tienen que ver con el caso judicial que se sigue, y aunque así fuera, en boca de todo el mundo por la violación del secreto... ibérico.

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Secreto, pero ibérico
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