viernes. 29.03.2024

Te preguntaba ayer, aquí mismo, si eres capaz de imaginarte la sonora y sonada bofetada sin manos a todos estos que llevan lustros burlándose de ti con tu propio dinero... y con tu voto, para mayor sarcasmo. Te preguntaba si te los imaginas a todos ellos en la noche electoral, una vez hecho el recuento de votos, saliendo a decir por inercia que todos han ganado cuando todos han perdido la confianza de todo el pueblo que sólo ha acudido a votar -un suponer- en un 15%. Te sugería que le echaras no más que un fisquito de imaginación. Te invitaba a atreverte al menos por una noche a soñarlo. No pierdes nada por probarlo. Dicen que soñar es de los pocos placeres por los que todavía el Gobierno no cobra impuestos. Espera a que se entere el enterado Teddy Bautista y ya verás lo que vale una ilusión...

Te decía que no hace falta gran cosa para que el sueño se haga después realidad, puesto que depende de ti y consiste precisamente en no hacer nada, y mucho menos perder tu precioso y preciado tiempo ante la urna: con no ir a votar, sueño cumplido. Me reitero y reafirmo en todo lo que te decía ayer. No cambio el discurso porque no milito en ninguna de esas cofradías para el acomodo y el engaño, que es en lo que han derivado finalmente todos los partidos políticos que han tenido acceso al poder en alguna ocasión.

Sé valiente ante los valientes que te insultan porque no apoyas lo que no se merece apoyo electoral ninguno. Dichosos los crédulos porque de ellos será el reino del desencanto, pero no estás obligado a comulgar ni un segundo más con esa atragantadora rueda de molino.

Sí, ya sé que siempre irán a votar los propios políticos, los familiares de éstos (no todos, pues los conocen mejor que nadie) y los que viven a costa de aquéllos. Asesores, enchufados y demás estómagos agradecidos. Total, una jarca de vividores del cuento que se aprovechan de tu buena fe electoral. Y también están los que votan porque creen que es un deber (confundiéndolo con un derecho que se ejerce o no, a voluntad de cada cual), los que lo hacen por mera inercia, o porque creen, en su bendita ingenuidad, que así son más demócratas que nadie. Hay gente para todo. También en el grupo de los abstencionistas, claro, pero ahí el grueso no está conformado por pasotas, como quieren hacer ver los fundamentalistas del voto, ni por individuos que están contra la democracia (la mayoría de ellos lo que piden es más democracia, más transparencia, menos apego a los cargos, listas abiertas... en fin, apenas bobadas para no sentirse bobos que votan). ¿Crees que si te respetaran un pizco a ti o a tu voto montarían esperpentos como el de la última crisis de ida y vuelta en el pacto PIL-PSOE?

No, el abstencionismo no es un voto antisistema (ya quisieran muchos, para tacharnos así, a la ligera, de fascistas o disparates similares o superiores). El abstencionismo consciente y razonado es razonable, aunque siga sin tener perro que le ladre y esté muy mal visto por los beneficiados del voto (políticos) y los que les sacan provecho a aquéllos bailándoles el agua.

¿Lo vas viendo ahora o te sigue costando imaginarlo? Tranquilo, te quedan justo dos meses para ir entrenando. Y creo que esta vez seremos muchos más imaginando lo mismo. Tenemos muchas más razones. Sólo hay que ver la que se tienen montada en el pacto de risa para recordar las principales. ([email protected]).

Se ríen de ti
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