jueves. 25.04.2024

Un germano de la Germania un buen día cogió, en un gesto de generosidad sin precedentes, y donó a una institución pública muy cercana a todos nosotros unos solares grandes como grande es el mar. En la institución pública le aseguraron que su destino revertería en el bien del pueblo, creyendo sobre todo que lo más probable era que se hicieran instalaciones deportivas y parques infantiles. Hete aquí que de la noche a la mañana se entera el pobre teutón de que el uso de los solares pasó a ser urbano, cambiando completamente el destino originario de la generosa donación. Cambió a urbano, claro, luego de haber sido permutado con los solares de unos parientes del oligarca de turno. Les podemos anticipar, aunque algunos crean que luego se nos va la fuerza por la boca, que pronto se publicarán los nombres de dos personas enchufadas directamente en una administración pública que tienen que ver con esta historia y que por alguna razón se creen que son una especie de ONG de acogida, de acogida de inútiles, claro. El germano, como se pueden imaginar, se ha quedado como un tonto y no sabe a quién acudir. A lo mejor no somos nosotros los que publicamos la historia. Estén atentos.

SE HA QUEDADO COMO UN TONTO
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