martes. 16.04.2024

Por Ramón Pérez Hernández

En la Iglesia Parroquial de San Ginés despedimos en su definitivo viaje a la Casa de DIOS SANTO a “ROMAN el Practicante”, nuestro respetado y querido DON JUAN JOSE ROMAN GARCIA MARTIN, nacido en 1.922 en el pueblecito de Ye, Haría, Lanzarote.

En 2001 la Federación de Asociaciones de Vecinos “Puente de Las Bolas” tributó el Homenaje Insular, sentido íntimamente por los lanzaroteños, a este Gran Señor de la medicina insular; se celebró en el Monumento al Campesino, donde nos dimos cita más de seis mil amigos. Resultó un hondo y entrañable acto dedicado al apreciado y respetado amigo de todos: ”ROMÁN el practicante” como entrañablemente se le conocía en Lanzarote y gustaba que le llamaran.

También Arrecife en 2008 le dedicó una calle; la transversal izquierda a calle Fajardo.

¡Qué humanidad de hombre!. Es que Don ROMÁN tenía un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. Fue un honorable y aventajado discípulo del insigne medico misionero isleño, el Ilustrísimo Señor Don José Molina Orosa, que tanto bien hizo a los pobres de Lanzarote.

En los años de “vacas flacas” D. Román incluso ejercía de eficaz anestesista como indispensable colaborador de los cirujanos. Fue un activo participante e indesmallable experto de la Sanidad Insular. Un médico-cirujano, que admiraba la trayectoria profesional de D. Román me dijo: …“Don Román, realiza operaciones de cirugía externa como el más experto médico-cirujano; es un competente, inteligente y sobresaliente profesional que hace mucho bien ciudadano”.

Don Román fue un ser humano de carácter afable y respetuoso; sobresaliente personalidad, inteligente dedicación y entrega al prójimo. Con su valía y aptitud profesional soslayó incapacidades de sufridos pacientes, alivió y curó dolorosos padecimientos y protegió muchas vidas en Lanzarote”. En la década de los 80, por urgencia vital al haber sido cerrado al tráfico aéreo el Aeropuerto, realizó una operación de cirugía estética en las facciones de un paciente herido en accidente de tráfico... con tan notable éxito que asombró a los clínicos. El ilustre Don Román, no renunció a “curar satisfactoriamente” a pacientes por muy “aquejados” que concurrieran a su Despacho Profesional en la calle Argentina de Arrecife (con o sin dinero; el “sin dinero” le importaba un pimiento). Su meta ideal: “servir con humildad a los pacientes que necesitados acudían a él ciegamente”. Atendía de día y de noche, infatigablemente, con valor profesional triunfador a cientos de pacientes. Proporcionaba medicinas gratis a los necesitados.

¡Qué hombre, qué profesional!. Aliviaba, fortalecía, curaba y remediaba e inyectaba a mayores y a niños con su benevolente afecto. A nadie dejaba insensible con sus acertadas atenciones médicas. Los chinijos nunca le tuvieron desconfianza a sus “suaves picadas inyectables”, pues los trataba tiernamente con su extraordinario talante y maestría.

En la despedida definitiva del Templo, cuatro de los Sacerdotes Oficiantes, le brindaron los homenajes más entrañables, más respetuosos, más cariñosos, que he gozado en mi vida. ¡Emotivo, extraordinario, cuando se echaron a sus hombros el féretro de D. Román y lo condujeron al coche fúnebre!. ¡Con qué vibración cantaban en su armonioso desfile hasta depositar el féretro en el vehículo fúnebre!. Gracias por su generosidad Señores Oficiantes.

Y gracias DON ROMAN por su noble e invulnerable conducta terrenal. Que sea usted muy feliz en la Gloria de Dios que, indudable, usted amigo se merece y está gozando en ÉL. Incuestionable D. Román que el SEÑOR le revelará su Divino Rostro, que usted como fiel siervo de Él seguirá venerando en el Cielo como siempre hizo usted en la tierra.

Descanse en la Paz del SEÑOR D. Román. Un eterno abrazo al fiel amigo de “todos”.

Román "El Practicante"
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