sábado. 20.04.2024

Por Cándido Marquesán Millán

Estas reflexiones apresuradas están redactadas tras conocer el desarrollo de la huelga del 29-S. De entrada, cuando se llega a esta situación es un fracaso. Lo ideal sería que no hubiera sido necesaria, aunque es un derecho que asiste a los trabajadores, tal como aparece en al artículo 28.2. de nuestra Constitución. A veces, lo más obvio, hay que recordarlo.

Según los sindicatos el seguimiento ha alcanzado el 70% de los trabajadores. Para el Gobierno ha sido "desigual y con efecto moderado". aunque evitó negarla, como hizo el de Aznar en 2002. Fue la patronal la que se encargó de esa tarea. El presidente de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, llegó a decir que solo había huelga donde había piquetes. El PP la ha utilizado para arremeter tanto contra los convocantes como contra el objetivo de la convocatoria. "Ha sido un fracaso del Gobierno y de los sindicatos". En los medios comunicación de la derecha: El descrédito del Gobierno y los sindicatos ha sido la causa de que la convocatoria haya sido un fracaso; los líderes sindicales indultan a Zapatero, mientras que no los manifestantes; fracasa la huelga de los piquetes. Es la misma derecha que antes hablaba de su inoportunidad, cuando llevaban años solicitándola. Mas para ella, pasara lo que pasara el 29 de septiembre, su resultado lo iba aprovechar. Juega con las cartas marcadas. Si la huelga triunfaba, sería una derrota del Gobierno. Si la huelga fracasaba, sería una derrota aún peor, la del sindicalismo. Y ahora aduce que han salido derrotados ambos. Desde los medios de comunicación no tan lejanos al Gobierno: Zapatero mantendrá la reforma laboral tras una huelga moderada; más sindical que general; los ciudadanos avisan al Gobierno.

Las razones que condujeron a las 7 huelgas generales anteriores a la del 29-S en los últimos 30 años: contra el paro, la reducción de las prestaciones del desempleo, reformas laborales; fueron de mucho menor calado comparadas con las que han propiciado la actual. Ahora se da una cifra de parados insoportable. Unos trabajos cada vez más precarios, que se incrementarán con la reciente reforma laboral. Un sustancial recorte de sueldos en los trabajadores públicos. Unas pensiones congeladas. Una próxima reforma de las pensiones, retrasando la edad de jubilación así como el incremento de los años para su cálculo. Con todo esto muchos trabajadores no la han secundado. ¿Qué más nos tendrán que imponer para ir a la huelga? ¿Nos quitarán las vacaciones pagadas? ¿Volverán las 12 0 14 horas de trabajo?

¿Cómo se ha llegado a esta situación de pasividad? Ha desaparecido esa conciencia de clase. Desde hace unas décadas, determinados poderes políticos, económicos y mediáticos impregnados de la doctrina neoliberal han sembrado la idea del pensamiento único, que no hay otra alternativa que la actual. La socialdemocracia ha sido dinamitada. Ahora hay que acabar con los sindicatos. Y a los trabajadores nos han convencido de que entre los culpables de la situación actual están los sindicatos. Acabo de escuchar en un programa de radio a un sanitario que no había hecho huelga porque ningún liberado sindical le iba a devolver el 7% del sueldo que le quitaron hace meses. ¡Es surrealista! Pero vamos a ver si nos aclaramos, ¿qué culpa tienen aquí los liberados sindicales? Ha sido la presión de los mercados los que han obligado al Gobierno de ZP a realizar esa política de ajuste fiscal. Podría haberse negado. No lo ha hecho, ya lo pagará electoralmente. Además de apuntar los tiros en dirección contraria, hoy ya no hay solidaridad obrera, aunque muchos que cobran una nómina se avergüenzan de que se les llamen obreros. Los que tienen trabajo miran con cierto a recelo a los parados. Entre los que lo tenemos ocurre lo mismo. Los del sector privado critican a los empleados públicos, e incluso se alegran de que se les haya recortado el sueldo. Los nacionales echamos la culpa del paro a los emigrantes o a los trabajadores del sudeste asiático. Divide y vencerás, mientras tanto desde el otro lado de la barrera se frotan las manos. Y como cada uno vamos a lo nuestro, aquí impera el sálvese quien pueda. Realmente han sabido hacerlo muy bien.

Algunos, los menos, ante ataque de tal envergadura a nuestros derechos laborales, hemos hecho huelga. En cuanto al resto, la gran mayoría que no la ha secundado las respuestas han sido diversas. Unos, han aducido que no quieren que les descuenten un día trabajo. A estos les diría que de las conquistas tras una huelga se aprovechan todos. Otros, que ha llegado tarde. Otros más, han echado la culpa a los sindicatos porque han estado haciendo el juego hasta ahora al gobierno de ZP. Aquí de lo que se trata es de escurrir el bulto, en pro de algún tipo de justificación. Aquí nadie quiere asumir la responsabilidad. Aquí lo que ha pasado es que entre todos la matamos y ella sola se murió.

Cada cual ha reaccionado como le ha parecido oportuno. Secundando la huelga o lo contrario. A todos aquellos que han estado en la segunda opción, en un aviso a navegantes, les hago la reflexión de que mañana, cuando sobrevengan nuevos recortes, que llegarán, por parte de determinados poderes económicos, que son insaciables, que no se sorprendan. Y otra más, todos los avances socio-políticos que se han producido a lo largo de la historia no han llegado con actitudes y comportamientos tan pasivos, sentados en el sofá de nuestro cuarto de estar. La historia enseña con magistrales ejemplos. En 1918 la huelga de La Canadiense, empresa barcelonesa de electricidad, provocó una negociación con Gobernación que llevó a la aprobación de la jornada de ocho horas de trabajo, una reivindicación histórica del movimiento obrero. Tenemos lo que nos merecemos.

Reflexiones sobre la huelga del 29-S
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