viernes. 29.03.2024

Esta claro que en épocas de crisis económicas, hay que apretarse los cinturones y ajustar, en la medida de lo posible, los gastos que tenemos a los ingresos que entran en nuestras cuentas.

No hay que ser un premio Nobel de economía para saber que un presupuesto racional es aquel en el que la cuenta de gastos esta compensada con la de los ingresos.

En una situación como la que los españoles estamos padeciendo como consecuencia de la, en muchos casos, sangrante incapacidad de los gobernantes a la hora de manejar los dineros públicos, es absolutamente necesario realizar recortes en aquellos aspectos de nuestro funcionamiento diario en los que dichos recortes son mas necesarios y menos dañinos o perjudiciales para los ciudadanos.

Establecer cual es la prioridad a la hora de gastar menos, de recortar en aquellas partidas presupuestarias en las que esa disminución económica es menos lesiva para los ciudadanos es una labor, por lo que estamos viendo un ejercicio tras otro, demasiado ingente para que la lleven a cabo políticos con esa manifiesta incapacidad o, lo que es peor, políticos a los que solamente les interesan determinados intereses, bien partidistas, personales o empresariales y aquí incluyo a las grandes multinacionales y a muchos de los bancos rescatados en los últimos tiempos.

Donde un político debería demostrar su capacidad para gobernar es precisamente en aspectos de los que estamos hablando. Recortes si, por supuesto, pero nunca donde mas daño se puede hacer a la ciudadanía.

Recientemente hemos tenido ejemplos que por si solos ilustran la realidad de las diferentes políticas que, tanto desde el gobierno central como desde las administraciones autonómicas, que tienen transferidas las competencias en materia sanitaria, han venido aplicando y cuyo efecto solo se puede constatar cuando desgraciadamente ya no tiene remedio.

Por un lado, la crisis del Ébola ha puesto de manifiesto que los recortes sufridos por la sanidad madrileña han dejado al único hospital de referencia en enfermedades tropicales e infecciosas, el Carlos III, sin la dotación suficiente para casos como este. Desmantelar la única unidad que hay en España para este tipo de enfermedades, solamente con el objetivo de ahorrar precisamente donde nunca se debería hacerlo, es algo más que un error de bulto o una medida política mal tomada.

Basta que tengamos la desgracia de que un ciudadano español se haya infectado con este virus y no voy a entrar en las circunstancias del mismo, ni tampoco en que su repatriación ha sido la medida más adecuada, para que se ponga de manifiesto la equivocación del sistema de recortes. Seria muy fácil decir, siempre a toro pasado, que hubiera sido mejor haber tratado a los infectados en su lugar de contagio y así evitar que el Ébola traspasara fronteras. Creo que no seria justo entrar en ese debate cuando la realidad va por otro lado.

Por los recortes políticos mal aplicados, todo el protocolo se hizo mal, desde el montaje de la planta desmantelada hasta la compra de unos trajes que no cumplían con la amenaza que se nos venia encima, si tenían que ser de protección 4 se compraron los de protección 2 que son mas baratos.

Y por ceñirnos a cuestiones mas cercanas, habituales y con mayores repercusiones para la población, en la sanidad canaria los recortes afectan de manera muy directa a la realización de pruebas con las que diagnosticar lesiones o enfermedades que, como ha sucedido con un lanzaroteño recientemente fallecido, de haberse realizado podrían, si no salvar la vida que eso nunca lo sabremos, atajar la enfermedad a tiempo y poder ofrecer una esperanza de vida al enfermo mediante la aplicación del tratamiento correspondiente. Aquí se ahorraron las pruebas y cuando la presión les obligo a realizarlas, desgraciadamente ya era demasiado tarde.

Sabemos que no es el primer caso ni, desgraciadamente, el último que padeceremos, pero es una realidad constatada por los profesionales sanitarios.

Recortar en pruebas medicas para darse el lujo de manifestar que este hospital ha tenido un superávit de mas de un millón de euros, con los resultados médicos que acabo de exponer, yo no se si será de juzgado de guardia pero lo que sí sé es que esta forma de hacer política mata, porque recorta las pruebas mas básicas para detectar posibles enfermedades que, de no cogerlas a tiempo, su evolución es dramáticamente fulminante y porque ahorrar en las mismas arruina por completo la vida, no solo del paciente fallecido, sino la de su familia, sus allegados, sus amigos y la de todos aquellos que consideramos que es profundamente injusto que alguien pueda morir en circunstancias como estas.

¿Es que tiene que pasarle esto a algún altísimo dirigente político o judicial del estado español para que la cosa cambie? ¿Es que la sanidad, la educación y la cultura son aspectos de la vida ciudadana perfectamente prescindibles para los dirigentes públicos nacionales y por tanto, elementos presupuestarios donde recortar cada vez que un partido político se llena los bolsillos y malgasta los fondos públicos?

Tendría para hacer un libro o una saga literaria con este tema pero creo que ha quedado claro, por lo menos yo así lo tengo, que esta sociedad nunca podrá avanzar ni desarrollarse adecuadamente mientras los gastos de los que se benefician los dirigentes sigan sistemáticamente aumentando y en cambio el dinero que se gastan en educar, formar y sanar a los ciudadanos sufren, presupuesto tras presupuesto, drásticos recortes que solamente pueden conducir a situaciones tan dramáticas como la que les he relatado.

Una sociedad que deja de invertir en la salud física y mental de sus administrados es una sociedad que se transforma en una comunidad de enfermos y de incultos simplemente por el hecho de que los políticos consideran más importante gastar el dinero de nuestros impuestos en aquellos aspectos que mas les benefician.

Recortes que matan, ahorros que arruinan
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