viernes. 19.04.2024

Quienes tienen éxito ya no son los que se adaptan, sino los que predicen y se anticipan al futuro. Ésta es la moraleja que se puede extraer de la lectura del famoso libro ¿Quién me ha robado mi queso? de Spencer Jonhson y que viene como anillo al dedo para explicar lo que desde hace algún tiempo se ha denominado como ‘crisis del sector turístico'. Una supuesta crisis que viene en gran medida propiciada por el apoltronamiento político y empresarial lanzaroteño que ha visto cómo las fórmulas que funcionaban hace algunos años ya no lo hacen con igual rendimiento. Y es que la realidad (también la económica), caprichosa y fluctuante, se encuentra, cada vez más, en incesante cambio.

Francisco Martínez es el portavoz de Asolan (Asociación de Empresarios de Hoteles y Apartamentos de Lanzarote), asociación que parece haber asimilado bien esta máxima tan obvia como difícil de aplicar. “Volver a la situación que teníamos en el año 85 no es posible. Tenemos que tener en cuenta que la Isla ha cambiado mucho y que ya no se dan las circunstancias para captar al turista alemán que atraíamos entonces”, asevera Martínez, quien sabe de buena tinta que “lo que no podemos pretender es que por nuestro sol y nuestra playa cobremos mucho más que por otro sol y otras playas en otros destinos”.

¿Crisis?

Para el portavoz de Asolan, la palabra crisis no se puede usar con toda la rotundidad que implica este término. “No veo la crisis económica por ningún lado. El problema es más de preocupación de cada uno de nosotros que de una situación real”, comenta. No obstante, reconoce que el sector al que representa empieza a notar un pequeño descenso, que comenzó a percibirse en el año 2000, y que ha sido bastante más pronunciado en los sectores que rodean al turismo: restaurantes, bares, tiendas, negocios de alquiler de coches y, hasta apurando un poco, el sector inmobiliario que ha perdido clientes, sobre todo de origen alemán.

“Estoy convencido de que la crisis donde se empieza a notar es en el sector de la restauración”, afirma Victoriano Elvira, presidente de Aetur (Asociación de Empresarios Turísticos de Lanzarote). Según estima Victoriano, el sector hostelero ha experimentado una caída en las ventas que oscila entre el 20 y 30 por ciento con respecto al año pasado. “El menor gasto viene también influido por el todo incluido”, asegura.

Las cifras son bastante más halagüeñas en el sector hotelero. “Agosto ha estado en la línea de lo que presumíamos, cercano al 90% de ocupación”, dice Francisco Martínez, quien cree que en el mes de septiembre “si seguimos en esta línea, cerraremos tres o cuatro puntos por encima de lo que hicimos el año pasado”.

Sin embargo, el portavoz de Asolan sabe que la situación turística en Lanzarote es “un poco peor que en las demás islas”. “Nos está afectando más, sobre todo en Costa Teguise y Puerto del Carmen, lo que representa el 66 por ciento de la oferta”, explica.

Las causas

Las causas de este declive turístico son achacables a multitud de factores. En opinión de Martínez, se debe en parte a la apertura de nuevos mercados turísticos (Croacia, por ejemplo) y también a que “existe cierto cansancio con algunas zonas de Lanzarote, aunque se está mejorando gracias al movimiento de la inversión privada”. “En países como Inglaterra y Alemania han sufrido esta misma situación hace tres o cuatro años. No nos debe sorprender que el gasto sea algo inferior, ni tampoco que ante la situación de una mayor carga de intereses hipotecarios la gente opte por destinos más baratos que Lanzarote.”, arguye.

Precisamente, el sector inmobiliario, que también se beneficia indirectamente del motor económico del turismo, atraviesa momentos peores. “Cuesta un poco más vender las viviendas de nueva construcción, debido en parte al aumento de los tipos de interés”, comenta Neftalí Acosta, presidente de la asociación Empresarios de la Construcción de Lanzarote. Ana Martín, de Gestión Inmobiliaria Arrecife, cree que “los bancos han cerrado el grifo porque las condiciones han cambiado”. Martín dice que “ahora piden al menos tres años de trabajo y 30.000 euros de ahorros como mínimo para darte un crédito, cuando antes se lo daban a cualquier persona que tuviese una nómina”.

La pregunta que surge ante estos factores económicos y sociales que influyen directamente en el devenir de la principal, y casi única, fuente de ingresos de la Isla es: si realmente existe la crisis del sector en sentido estricto, ¿se puede buscar alguna solución?

Excelencia

Pepín Ramírez y César Manrique apostaron por la creación de los centros turísticos. Fue entonces cuando comenzó el verdadero despegue de la economía en Lanzarote. “Ahora tendría que venir un nuevo Pepín y un nuevo César para acometer acciones que, con creatividad y con ganas, generen formas de remediar esta situación”, opina el portavoz de Asolan.

Y es que en zonas como Argelia, Túnez o Egipto (países que no tienen ni dólar ni euro), “la conversión de nuestra moneda tiene un valor mucho más alto”. Esta circunstancia obliga a que el sector turístico tenga que apostar por la calidad, por la excelencia. “Lanzarote como producto turístico es fantástico”, sostiene Martínez, pero “si hacemos un parque tiene que ser un gran parque y no algo mediocre, porque no vende”.

Según Martínez, el mensaje ha calado en las instituciones políticas que fomentan un clima de colaboración con los empresarios. “La calidad es lo que nos va a sacar de cualquier crisis presente o futura, si es que se produce”, argumenta, ya que “la gente no está dispuesta a pagar por productos mediocres”.

De una eficaz cooperación entre políticos y empresarios, del apoyo a los emprendedores y de soluciones a los problemas del presente, depende, en buena medida, que la Isla siga generando los beneficios de los que se han vivido en las últimas décadas. De no ser así, tal vez, en un futuro no muy lejano algunos se pregunten como en el libro de Spencer Jonhson: ¿Quién me ha robado mi queso?

¿Quién me ha robado mi queso?