viernes. 19.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Mi entrañable Óscar Monzón , que además de buena mano para la decoración tiene ideas geniales, me presenta el guión para un programa de radio que él quiere llamar "Qué viejos somos". Pretende llevar a este espacio, que sería facilitado a las cadenas de emisoras que deseen integrarlo en su programación, a viejos personajes locales que tengan cosas que contar de su pasado. Un programa dedicado a aquellos que se dieron en llamar los jóvenes carrozas y que no son más que los protagonistas de los sesenta. Los sesenta fueron, según Óscar, unos años irrepetibles, aunque coincido con él en que ahora existe más fornicio que antes, porque antañazo nos podían las creencias y ahora las creencias han pasado a poblar el baúl de los recuerdos. Óscar es un estuche de conocimientos porque él ha trabajado -es un decir- en cometidos entretenidos, como el de actor de cine. ¿O es que ya no se acuerdan ustedes de "el Repe" en "Los chicos del Preu", con Emilio Gutiérrez Caba y otros varios?

2.- Me parece la del programa una idea feliz. He dicho varias veces que la nostalgia vende. Y más cuando este país está inmerso en una atroz vorágine política sin salida. Si nos refugiamos en la nostalgia nos sentimos mucho más felices porque sólo es preciso recordar para coincidir con el poeta en que cualquier tiempo pasado fue mejor. Óscar quiere grabar su espacio radiofónico en escenarios naturales, léase kiosco Numancia; y en la calle Esquivel portuense, donde se alzó el famoso Skandinavia. Y en el local donde tocaron Los Beatles en su visita a Tenerife. Y en el escenario del festival de la Canción del Atlántico, invitando a algunos de sus protagonistas. Y en el exterior de lo que fue el Cintra santacrucero, que él regentó una temporada. Y en los alrededores de Orche, otro emblema de la movida chicharrera, que se ha esfumado con los tiempos.

3.- Es cierto que la nostalgia vende. Porque la gente está harta de un presente incierto y quiere regresar a cuando éramos todos más felices, probablemente porque también éramos más jóvenes. El nombre es sugerente: "Qué viejos somos". Cuando empiezan a aparecer los achaques, cuando acudimos a la penosa ingestión medicamentosa para facilitar el buen cumplimiento de las tareas propias y la menopausia acecha detrás de la esquina, Óscar se lanza a la farándula, de nuevo -yo creo que él nunca la ha abandonado- y abandera un programa de nostalgias y de laureles viejos, ahora renovados. Puede ser una bonita experiencia porque cosas que contar -y repetir- sí que hay para reírnos un poco, que buena falta hace. Así que mi amigo sabe que cuenta conmigo en lo que yo pueda ayudar. Memoria remota tengo. Y él fue un precursor del hombre ocioso, un adalid del estilo, una figura de la moda, un innovador. Así que, adelante y a triunfar, otra vez, aunque sea después de viejo.

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Qué viejos somos
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