sábado. 20.04.2024

Por Lorenzo Lemaur Santana

Me lo ha despertado Fernando Gómez Aguilera. En una noche de viernes, en la que tuve el gusto de asistir a la inauguración de la XVII Jornadas de Mararía. En la Sociedad Democracia.

En un acto muy bonito, Fernando pronunciaba la conferencia inaugural de estas jornadas y presentaba el libro “José Saramago en sus palabras”. Como siempre que habla, Fernando dijo cosas interesantes. De su boca se pronunciaron frases e ideas atrevidas e importantes, de su cosecha, y dando voz a pensamientos y obra escrita de Saramago.

Entre tantas ideas, reflexiones y afirmaciones importantes, una me despertó el interés por expresarme, en uso de mi derecho a opinar, a discrepar. A decir.

Lo escuché decir a Fernando, a modo de invitación, y me motivó. “Preguntar (incluyo yo “decir”) lo que otros no se atreven a preguntar (decir), sin medir las consecuencias”. Así definía Gómez Aguilera, en palabras de Saramago, a un intelectual. Esa, según Fernando, es la misión que Saramago reclamaba de los intelectuales. Me parece genial. Sin por asomo querer compararme, eso es lo que siempre he reclamado yo de todos. De todo el que hable, de todo el que sea entrevistado.

Muchos políticos, grave pues son empleados del pueblo, están muy adiestrados para decir lo que ya tenían interés y previsto decir, sea cual fuera la pregunta que le haga el entrevistador. Incluso cuando quien le pregunta, como ocurría en aquel programa de Televisión Española: “Tengo una pregunta para usted”, el entrevistador sea el pueblo llamo. Hipocresía, demagogia. Me repugnan. Di la verdad. Di lo que piensas. El pueblo, el ciudadano, el vecino, el que te va a votar, tiene derecho a saber la verdad. Se honesto. Se valiente.

Pero, para mí, más que una obligación, de intelectuales y quienes no lo sean, preguntar lo incómodo, sin medir las consecuencias, es un derecho. Como dice Sabina, aunque parece que la letra sea de Chabela Vargas, “… que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena”.

No es esta afirmación y propósito una renuncia a la filosofía que me llevó a escribir sobre “la fuente de las mariposas”, que está frente a mi casa, en el Parque Los Pinos. Me encanta la fuente de las mariposas. Creo, espero, que muy pronto vuelva a correr el agua por la cascada que llamamos fuente y que, antes de finalizar esta primavera, además de las abubillas que hemos visto durante este otoño, podamos ver, todos, las mariposas blancas y de colores que yo he visto en otras ocasiones.

"Que ser cobarde no valga la pena"
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