viernes. 29.03.2024

1.- Ya no sé si se llama Nou Camp o Camp Nou, pero entiendo que es lo mismo. Si los catalanes quieren convertir un partido de fútbol en un acto de apoyo a una investigada llamada Carmen Forcadell, que le cierren el campo porque cada partido del Barcelona no va a ser una reivindicación política independentista. Además, los millones de seguidores que el Barça tienen por el mundo no son independentistas, ni saben lo que es eso. Y un equipo plagado de extranjeros, tampoco, pese a lo que digan sus directivos, todos ellos cercanos a la antigua Convergencia, antes de derechas y ahora abandada al independentismo. Lo único que les falta a estos es cambiar el nombre del Nou Camp y ponerle Juntos por el Sí y de esta forma ya la terminan de cagar. El Barcelona acabará sin Liga y jugando como los Globbe Trotters, dando exhibiciones por el mundo del tiki-taka. Por cierto, que ayer su inventor salió trasquilado. Pepe Guardiola parecía una pasa al final del partido. Sólo le faltó cantar, como el otro Guardiola, el “Di, papá”. Que ridículo le hizo pasar el argentino bajito, al que un día se le tiene que acabar la suerte porque se encontró con todos los rechazos y con todos los resbalones de los defensas del City de los cojones, que aguantó bien el primer tiempo, luego cantó el portero cometiendo “frisquí” y ahí se acabó el partido. Por cierto, ¿qué hacía el Kun en la grada? Inaudito.

2.- Si no queremos que el fútbol se nos mezcle con la política y se destruya, la UEFA debería tomar medidas: si hay banderas prohibidas no sólo multa, sino cierre del campo por uno o dos partidos. Ya verán cómo así a los radicales y a los contagiados de radicalismo por un día no les entrarán más ganas de sacar la señera, ni la estelada, que por cierto tiene colores que se acercan a la bandera de España. Allí, sentadita, estaba la Forcadell, que va a terminar en la mazmorra, acompañada del moñas Puigdemont (tiene un peinado camp) y por el jovencito Frankenstein, como llamo yo al de Ezquerra Republicana, al tal Junqueras o así. Todos el torno a Bertoméu, presidente de rebote por la gracia –por las gracias—de Rosell, que tiene el miedo fiscal metido en el cuerpo.

3.- Cuatro batatazos (tres de Messi) le metió Guardiola a Guardiola. Porque Luis Enrique es la versión cutre de Guardiola, su aprendiz, su discípulo, un tipo antipático y mal encarado, algo que no es Guardiola, mucho más educado. Pues a los acordes del “Di papá/dónde está el buen Dios”, estos de la estelada humillaron al equipo inglés, que intentará cobrárselas en Manchester. Pero no es nada fácil batir al tiki-taka. Sólo lo puede conseguir el Real Madrid, con su BBC rutilante, si tiene un día bueno. Porque como le entre la pájara, adiós, Madrid. Y eso.

Que le cierren el Nou Camp
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