viernes. 29.03.2024

Lo de los medios de comunicación en este país raya ya con lo esperpéntico. Desde aquel fatídico día, 2 de junio de 2014, en el que los españoles nos enteramos a través de nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de que nuestro Rey, Juan Carlos I abdicaba, en un acto lleno de responsabilidad y profundo patriotismo por el que todos los españoles de bien debemos estar profundamente agradecidos, dejando en herencia, como si fuera la propiedad de un cortijo, el trono, el cetro y la corona a su hijo Felipe, futuro Felipe VI, el bombardeo mediático, pleno de ditirambos a ambos, al que se va y al que viene, ha sido abrumador. Un humilde y compungido ciudadano de a pie, solicita con mucha educación y respeto a quien sea responsable de esta avasalladora y asfixiante campaña, que me dejen en paz; que pueda leer un periódico, oír un programa de radio o ver uno de televisión sin tener que tragarme tanta empalagosa alabanza monárquica. Ya vale, ya está bien. ¿No sé qué pretenden? No se dan cuenta que la gente está hasta las mismas narices. ¿Quieren acabar con nuestra paciencia? Si no me lo impidieran mis obligaciones profesionales y familiares, ya me hubiera marchado a una isla lejana y desierta privada de cualquier comunicación con el exterior, para volver cuando esta pesadilla hubiera pasado. Como tengo que quedarme, me tengo aguantar. Confío que pueda sobrellevar tanta angustia, para lo que ya tengo en la mesilla una dosis abundante valerianas.

Hecho este breve y sincero preámbulo, no me resisto en hacer algunos intrascendentes comentarios sobre el tema en cuestión. Los españoles no deberíamos olvidar a quién debe el trono Juan Carlos I: a la voluntad del generalísimo Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios. Fue designado sucesor del jefe de Estado tras la muerte del dictador, de acuerdo con una ley de 1947 y una decisión de las Cortes franquistas de julio de 1969. Por eso, Juan Carlos I se lo agradeció encarecidamente en diferentes ocasiones en algunos discursos como el que sigue “ Una figura excepcional entra en la Historia, con respeto y gratitud quiero recordar su figura. Es de pueblos grandes y nobles saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda su vida a su servicio”. Ahí queda eso.

Admitamos que en aquellos complicados años de la Transición, fuera inevitable la Monarquía. Pero hoy son otros tiempos y la sociedad española es muy diferente. Somos ya mayorcitos. Por ello, que el pueblo español pudiera expresar hoy su opinión sobra qué forma de Estado quiere, es algo que entraría en la más estricta normalidad en cualquier país democrático. Como nos van a impedir esta legítima posibilidad, la conclusión es clara. Lo más grave es que aquellos ciudadanos o partidos políticos que expresan claramente su opción sobre la conveniencia de un referéndum sobre Monarquía o República son acusados de antisistemas. Esto es surrealismo puro. Sobre el calificativo de antisistema recurro a unos fragmentos del artículo muy esclarecedor “Los antisistema son ellos”, de Pedro Simón: "Antisistema son los que en privado hacen acopio de lo público. Antisistema son los presidentes de gobierno que no admiten preguntas. Los que utilizan las instituciones como fueraborda y no como salvavidas. Los que con una mano juran la Constitución y con la otra le hacen un tacto rectal. Los que llevan los colores de la bandera de España en una pulsera y luego se llevan el dinero a Suiza. Antisistema son ellos. No usted, ni yo que pedimos algo estrictamente democrático.

No quiero terminar sin hacer una alusión a la cúpula dirigente del PSOE, encabezada por Rubalcaba. ¿Se dan cuenta del daño que están haciendo al PSOE? Que está totalmente desconectada del sentir de la militancia del partido es claro. De verdad, no conozco a ningún militante partidario de la Monarquía. Y a pesar de ello, Rubalcaba de una manera servil la apoya incondicionalmente. Claro no es de extrañar que los Rajoy, la Cospedal, Arriola le alaben tanto. Mala cosa es que tus enemigos, si son tus enemigos, te ensalcen. A mí, como socialista, me molestaría profundamente. Por lo que estamos viendo a Rubalcaba, no. El sabrá qué servidumbres tiene y con quién. En la reciente campaña de las elecciones al Parlamento europeo, los socialistas pretendieron sin éxito, presentarse como una opción distinta a la de los populares. Buena parte del electorado tuvo claro que las diferencias entrambos eran de pequeños matices. Lo básico, la consolidación fiscal, con esas políticas de austeridad que tanto sufrimiento están generando en la población española, se mantendrían, gobiernen los populares o los socialistas. Y ahora, la misma actitud de los dos grandes partidos en relación al mantenimiento de la Monarquía corrobora la idea de que son y representan los mismos intereses, que obviamente no son los de la gran mayoría de la población. Por ello, entra en la más estricta lógica, que el gran Felipe González, el asesor de Gas Natural, ¡vaya socialista!, recomendase la “gran coalición”, siguiendo el modelo alemán. Ruego, por favor, a los dirigentes socialistas, los actuales o los venideros, aunque probablemente serán los mismos, que lleven a cabo un viraje radical de sus políticas. De no hacerlo, el PSOE al final será como el PASOK. Si tuvieran un mínimo de responsabilidad lo harían, aunque solo fuera por respeto al patrimonio centenario de este partido. ¿Qué diría Pablo Iglesias, el de antes, no el de ahora, al ver la deriva reaccionaria de su partido? Seguro que se volvería profundamente compungido a su tumba.

¿Qué diría Pablo Iglesias, el de antes, no el de ahora, al ver la deriva reaccionaria...
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