viernes. 29.03.2024

Por José Montelongo Espinosa

“Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones”

Pablo Iglesias. Diario de Sesiones del Congreso. 5 de Mayo de 1910

Hay cuestiones que debieran ser intocables. Y digo intocables refiriéndome a su naturaleza de derechos adquiridos. Ningún gobierno de ningún Estado tendría poner sobre la mesa un debate tan importante como el del aborto para tratar de retrotraerse al año 1985.

Resulta alarmante que en pleno siglo XXI haya un gobierno de derechas que, para tratar de contentar a un sector radical dentro de su propio partido, sea capaz de modificar una ley que ya había sido aceptada por la sociedad y que otorga el derecho a la mujer a decidir sobre algo tan personal e íntimo como la maternidad.

¿Puede tener una confesión religiosa tanto poder o influencia sobre un gobierno para que se impida a la mujer la decisión libre sobre su voluntad de ser madre? ¿Podríamos entender que el PP sigue las directrices del cada vez más musculado brazo político de la Iglesia?

El derecho que tienen las mujeres a decidir libremente está por encima de debates jurídicos. La controversia sobre la interrupción del embarazo se resolvió con la reforma de la Ley, en el año 2010, con un texto legal que nos situó junto a la mayoría de los países europeos.

El presidente Rajoy se acuerda de Europa y de su Parlamento cuando quiere contundencia y respaldo frente al proceso separatista de Cataluña. En el mismo sentido debiera escuchar a esta Cámara cuando la mayoría de los grupos con representación pide la retirada de la propuesta de Ley del aborto española. Solo el PP europeo se empeña en coartar los derechos y libertades adquiridos por la mujer después de años de lucha y criminalización.

La última palabra no puede ni debe estar dicha. Por eso el PSOE ha alzado su voz y anima a su militancia a manifestarse contra políticas autoritarias que no caben en una sociedad democrática del siglo XXI, ni siquiera amparadas en una mayoría absoluta.

Punto de partida, año 1985
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