martes. 23.04.2024

Por Serapio Manuel Rojas de León

Trece días. Mal número para los supersticiosos. Una mujer transportada a la fuerza decide que lo mejor es morir, a permanecer donde no desea estar, porque naturalmente su lugar, es otro. Quién nos iba a decir que una extranjera venía a inculcarnos valores, sentido para una lucha, orgullo de persona, sensibilidad materna, defensa del sitio donde se ha nacido, voz sin gritar, movimiento en su quietud, muerte asumida creyendo su razón e importancia a su creencia por encima de sí misma y de los suyos, convencida de que la proyección de su idea está en una escala superior a la de su propia vida, decidiendo que prefiere perderla a conservarla.

No. No puede ser una casualidad que la mora Aminatou Haidar haya venido a detenerse y hacer escala precisamente en nuestra Isla. Es como si se supiera ya, en todo el planeta, de la necesidad que tiene este terruño nuestro de adquirir lecciones morales, éticas y responsables tanto en las administraciones públicas como en sus representantes.

Pero independientemente de la llamada de atención a todas esas personas dedicadas a gestionar el bien común al resto de los administrados, es como si esta mujer nos trajera un mensaje, aparte de sus reivindicaciones personales, también a los conejeros, desde el punto de vista de la degeneración que como sociedad tampoco podemos ocultar al notarse visible la degradación de un pueblo egoísta, cómodo, pasota, consentidor, cómplice, condescendiente y tolerante infinitamente, al permitirse y aprobar las actitudes irresponsables de nuestros políticos en todos los órdenes con respecto al código de buenas maneras para con esta Isla y sus necesidades.

Cada pueblo tiene lo que se merece cuando olvida su orgullo y su decencia. En Lanzarote hace mucho tiempo que de eso no se sabe, no se inculca, no se enseña, no queremos aprender y ahora alguien impensado y externo, se encuentra arropada precisamente en la puerta por donde todo lo bueno se nos ha ido escapando y permitiéndole el paso a casi todo lo malo para convertirnos en la estúpida sociedad que somos. Allí, sin apetencias, se encuentra para investirnos, qué vergüenza, de una lección olvidada a los conejeros y a sus autoridades representativas nada más que de sí mimas y de sus particulares intereses, una mujer que nos advierte que de la mediocridad, la ignorancia, y la corrupción, nadie se hallará a salvo desde el momento mismo en que alguien justifica el mínimo desliz. En Lanzarote hemos justificado, defendido y jaleado lo impensable. Así estamos. Así nos va y nuestra huelga de hambre naturalmente es y será diferente.

No puedo opinar lo que desconozco, y nada conozco acerca de por qué una mujer decide en el Aeropuerto de Lanzarote morirse a seguir viviendo, con respecto a no cambiar unas palabras que unos inconscientes advierten que les perjudica porque no dicen lo que ellos quieren. Contra eso los demás muy poco podemos hacer. Es una decisión personal que a muchos les parece que la dignifica, a otros tantos les da igual, y a la mayoría le es indiferente. A mí, su actitud y decisión, me causan respeto.

El Gobierno de España tiene representante en Lanzarote. No lo parece, pero lo hay. A colectivos, a diversas organizaciones políticas, sociales, culturales, a las personas individualmente, y a distintos organismos internacionales les hemos venido escuchando y posicionándose con respecto a la situación de Aminatou Haidar en lo que resulta increíble por cuanto que ha suscitado un conflicto diplomático o un entendimiento incomprensible entre dos países. Dos naciones claramente diferentes en lo cultural, en lo permitido religiosamente y en el régimen político.

En una, la incompetencia manifiesta y la inutilidad de quienes la representan actualmente no es nueva ni sorprendente. En la otra, la imposición, la clarividencia del deseo, las apetencias y lo que quieren, está demasiado diáfano para discutirlo y discutirse. En un Gobierno no saben exponer las decisiones ni saben lo que hay que hacer, es más, creen incluso que no hay que hacer nada. En el otro Gobierno presumen perfectamente lo que sí quieren, no lo ocultan y actúan en base a todo ello.

La víctima de los dos, más de uno de ellos por supuesto, ha decidido morirse de hambre y lo conseguirá. De nadie es la culpa. Ella así lo ha decidido. Los de África no harán nada para que desista y se alegrarán de su muerte. En la Península Ibérica serán lamentaciones estúpidas, dejándose entrever la incapacidad, la catadura y la vergüenza de semejantes representantes nacionales.

En Lanzarote, el representante gubernamental español hace gala de un silencio que grita incompetencia, que le estalla en los oídos la injusticia, que muestran sus ojos el desconcierto de representar a un Gobierno del que no puede exponer gestiones, ni actuaciones que claramente las desconoce y ni siquiera opina porque con ellas no discierne si beneficia o perjudica a sus inmediatos superiores en la jerarquía política. Conserva su trasero el Delegado Insular con silencio cómplice vergonzoso para los conejeros, a los que hace de intermediario con su Gobierno ignominioso, al no exponerle a Madrid las muestras y reacciones de solidaridad y de rogativas que desde esta Isla y para el mundo, claman la solución para Aminatou Haidar .

Observe, Señor Delegado Insular de la Administración General del Estado Español, con semejante título está más que claro que el envoltorio no puede ser un buen augurio de gestión, a la mujer que se muere en el Aeropuerto. Sí. Observe que prefiere morir a perder su dignidad. Dígale usted al Gobierno de España, pues allí ninguno piensa dimitir, que Usted sí lo hará porque Lanzarote no merece esta canallada. Presente su dimisión y conserve su prestigio personal porque con ella también dignificará a este pueblo. Empiece por demostrarnos su orgullo, su responsabilidad, su rebeldía a no ser cómplice, ni a justificar la incompetencia y lo absurdo. Empiece a demostrarnos Señor Delegado que este pueblo puede comenzar a recibir lo que merece. Merecemos por tanto su dimisión y que conserve su dignidad.

Casi debo desearte que Descanses en Paz, Aminatou, convencido de que prefieren dejarte morir en uno y otro Gobierno. Ojala que no y cuánto me alegraría conocer tu recuperación, así como tu deseo de vivir y luchar. De todas formas, sea lo que sea que te suceda, vaya por delante mi más profundo respeto a lo que decidas.

Presenta tu dimisión y conserva tu dignidad
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