viernes. 19.04.2024

Por Miguel Ángel de León

Playa Honda se hunde por culpa de la evidente desatención que sufre por parte de los que están llamados a mimarla (autoridades municipales y por ahí). Doy fe y constancia, pues desde chinijo soy visitante habitual de la zona costera que más rápido ha crecido en las últimas décadas esta pobre islita rica sin gobierno conocido. La suciedad, la falta de cuidados, la nula vigilancia o la inutilidad manifiesta del sistema de alcantarillado, si lo hubiera o hubiese (al igual que en Arrecife, al igual que en Matagorda, también en Playa Honda cuatro gotas bastan y sobran para mandar al carajo todas esas tuberías subterráneas sobre cuyas presuntas mejoras nos hablan cada dos por tres y nadie ve jamás por ningún lado). Las citadas y otras cantosas carencias ha hecho que se le retire, con justicia, la bandera azul que dicen que da y quita la Comunidad Europea cada año. Se lo han ganado a pulso y a fuerza de descuido y dejadez los políticos del céntrico pero descentrado Ayuntamiento de San Bartolomé.

No creo ni mucho ni poco en la validez real de esos premios, en los que me huelo mucho paripé y mucho acto hueco de cara a la galería, pero resulta más que llamativo todo el bombo mediático y autobombo político que genera la convesión del mismo y el silencio total, cuasi sepulcral, que sigue a su retirada. No lo entiendo... o a lo peor lo entiendo demasiado bien, conociendo como creo conocer, más por viejo que por sabio, el paño y el ganado.

Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da no se quita. Pero los fríos burócratas de Europa no conocen el dicho español, y le han levantado la banderola azul a la playa conejera en la que me di/dieron los primeros chapuzones. Nada grave que no se pueda remediar con cualquier otro trapo: si nos quitan la bandera azul tenemos la bandera canaria cubillista de las siete estrellas verdes. Nos hundiremos todos, de acuerdo, pero asidos o agarrados al palo de la bandera tricolor, ay, mamá, con siete estrellas verdes y tralarí, tralará. Para algo tenemos ahí, como vigilante de la playa y de la bandera estrellada, a Juan Antonio de Ajei, que está siempre al quite con las cosas estas de la identidad -¡en Playa Honda!-, las enseñas nacionalistas y otras latas folclóricoendogámicas.

Lo de siempre: le dedicamos más atención a lo accesorio (himnos, banderas y demás bobadas) que a lo realmente básico y principal (en este caso, el cuidado efectivo de la playa). Al nacionalismo gobernante siempre se le va la fuerza por la boca, y la razón por donde usted se imagina.

Cuando se les concede la "gracia" de ese galardón en forma de enseña marina, los ayuntamientos de turno nos dan la vara y la tabarra a todas horas y por todos los medios (sí, de comunicación) sobre el premio de marras. Sensu contrario, cuando se les retira, casi no se entera ni dios. Cosas de políticos: están siempre para las maduras, pero nunca, nunca, nunca para las verdes. Nada nuevo bajo el sol conejero, como es triste fama. ¿Qué les voy a contar a ustedes que ustedes ya no sepan o intuyan?

Miren lo de la demorada moratoria urbanística lanzaroteña, un suponer: que hoy los tribunales le dan media razón al Cabildo, pues venga voladores cabildicios del PSOE (el mejor partido del grupo de gobierno en la oposición, por encima del PP, el PIL y Alternativa juntos); que gana la batallita -como ahorita mismo- el pulcro Ayuntamiento de Yaiza, pues a brindar en Playa Blanca, que no faltarán empresarios que paguen la copa y el champán del bueno, que es el más caro (de precio y de aprecio).

Cuando no son los unos son los otros, cuando no son los tirios son los troyanos, y mientras tanto la casa sin barrer... y la playa sin bandera. Te los regalo a todos. Vótalos tú, si te atreves, y ten después la valentía de mirarte al espejo sin que se te caiga la cara de vergüenza. ([email protected]).

Playa Honda, hundida
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