jueves. 25.04.2024

Las inteligencias poco capaces se interesan por lo extraordinario, mientras que las inteligencias poderosas se interesan por las cosas ordinarias. Es palabra del enorme Victor Hugo. Para los paranoicos de los fenómenos parasubnormales, todo “ovni” tiene relación directa con los extraterrestres, mientras para los terrestres con los pies en la tierra un objeto volante no identificado es un Binter, por ejemplo.

Hubo un tiempo en el que se puso muy de moda en la prensa la jaqueca de los presuntos, probables, posibles o presumibles avistamientos de platillos volantes -como los llamábamos de forma genérica allá cuando chinijos-, que se rumoreaba que sobrevolaban casi a diario el Archipiélago canario en general y los cielos de Lanzarote muy en particular. Tanto fue así, que el caso llegó a ocupar y copar incluso destacados titulares de portada de la prensa teóricamente más seria, y no sólo coincidiendo con la edición correspondiente al Día de los Santos Inocentes. Fechas veraniegas y calurosas como las actuales eran las más indicadas para que se produjeran estos fenómenos tan extra-ordinarios.

Esa realidad (mejor dicho, esa teórica realidad) me llevó en cierta ocasión a publicar en la columna de opinión que por aquel entonces firmaba a diario en la flamante edición para Lanzarote del periódico grancanario La Provincia las líneas que reproduzco a continuación, que vieron inicialmente la luz impresa en el mencionado rotativo en el verano de 1991, allá por los estertores del pasado y pesado siglo XX: "Es bueno saber que no estamos solos en el Universo, pero todavía es mucho mejor comprobar que tampoco estamos del todo desamparados en el planeta Tierra ni a manos exclusivamente de nuestros políticos. Sí, es reconfortante enterarnos, aunque sea tarde y con sol, que tenemos los conejeros ahí al ladito mismo toda una base submarina de Ovnis, para justificar así la existencia de los radares militares de las Peñas del Chache y entretener con sus acrobacias aéreas de película a los solitarios centinelas que están encaramados allí arriba. Estas cosas siempre son gratificantes, aunque tengan lugar invariable y casualmente en verano, cuando más aprieta el calor las seseras, si las hubiera o hubiese. Gratifica saber que estamos acompañados por seres extraterrestres que viven sumergidos en el mar al Norte de Lanzarote, quizá porque por el Sur tienen la fea costumbre de reunirse de forma mayoritaria y escandalosa bañistas y domingueros humanos, que espantan cualquier forma de vida alienígena inteligente. Estos nuevos -o viejos- vecinos extragalácticos, además, son de la nueva hornada cinematográfica: tienen un mayor parecido con el entrañable E.T. que con el destripador Allien, el octavo pasajero. No hay duda, entonces, de que estamos de enhorabuena. Alabado sea el Cosmos. Alguno de ellos, encima y para más gracia, conviven a diario con el resto de los mortales. Y aunque no hay constancia exacta, pudiera darse el caso de que más de uno también esté participando activamente en tareas políticas, perfectamente revestido -como en carnavales- de persona humana, como dicen los redundantes. De la misma forma y manera que hay humanos disfrazados de alienígenas, a los que todos conocemos pero no vamos a señalar por aquello de citar el pecado y no al pecador. Lo que ya no está tan claro es el asunto de las fotografías que se han publicado de los supuestos platillos volantes o voladores. Por las fotos que han salido en la prensa, a cualquiera le cabe la posibilidad de pensar que lo mismo podemos estar ante un Objeto Volante No Identificado como ante el más que identificador sombrerito típico de La Graciosa, que ésos sí que se pueden ver, a montones, justito al Norte de Lanzarote”. Hoy, los ovnis han pasado de moda, aunque queda algún pesado empeñado en seguir tomándoles el pelo a los más pelanas. ([email protected]).

Platillos volantes
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