viernes. 29.03.2024

El todavía vicepresidente del (des)Gobierno de Canarias, José Manuel Soria, se mostraba esta misma semana favorable a las prospecciones en busca de petróleo y gas en las aguas que circundan Lanzarote y Fuerteventura, pues pueden favorecer “la diversificación de la economía canaria”. Soria ha reconocido sus reuniones con altos cargos de Repsol Exploración en su sede de Madrid, aunque la petrolera de marras eludió valorar esas declaraciones del presidente a la sazón del PP canario. Tiene lógica: Repsol no está en campaña electoral.

En cualquier caso, la recurrente serpiente de verano asomó el hocico/josico no más arrancaron los calores de 2010: “El Gobierno de Canarias no cierra totalmente la puerta a la realización de prospecciones petrolíferas en las costas canarias”. Pero sin relajos, como se precipitó a terciar en el envite Paulino Rivero: “No vamos a permitirlo. Primero queremos el reconocimiento de las aguas, que las aguas sean canarias, y a partir de ahí hablamos”. Hombre tenemos. Ojo al dato: “Aguas canarias”, como las de Firgas o las que hace Inalsa. Un respetito ahí al agua con denominación de origen. Pocas bromas con eso.

Especificó Rivero, que se puso torero (o gallito, porque aquí los toros están mal vistos) que “si entregamos un cheque en blanco para que Repsol se lucre en aguas canarias y que eso sea sólo para negocio de los privados o para beneficios que no llegarán a los canarios, la respuesta es rotundamente no”. O sea, sí pero no. El Gobierno no descarta buscar petróleo, por si lo hubiera o hubiese, pero el presidente del mismo Ejecutivo avisa y advierte que tampoco hay que pasarse. Más claro, el agua. Por su parte, el consejero de Empleo del mismo Gobierno, Jorge Rodríguez, exige (exige, cuidado, no sugiere) conocer dónde se instalarían las plataformas, pues no toleraría –ni loco, ni borracho ni en broma- que fuera frente a las costas. Hasta ahí podíamos llegar: o se jalan mar adentro, o no entran a negociar. Mandando y templando, como tiene que ser en un Gobierno que se quiera hacer respetar. Es más, el consejero de marras exige también, si no es mucho pedir ni excesiva molestia, saber qué tecnología se utilizaría y la seguridad medioambiental que se activará. Sentenció Rodríguez, textualmente, que “no es un debate sencillo sobre prospecciones sí o no, hay que profundizar”. Nunca mejor dicho en hablando de prospecciones profundas, claro. Ya me quedo más tranquilo… aunque sigo en las mismas en cuanto a la concreta posición del Gobierno de Canarias: ¿está a favor o está en contra? ¿Ustedes han entendido algo? Yo tampoco.

Eso sí, el más gracioso de todos ha sido, con diferencia, el secretario general del área de Medio Ambiente del Partido Socialista Canario (PSC para los amigos y demás personas piadosas), que toca la casualidad que viene siendo el mismísimo parlamentario regional conejero Manuel Fajardo Palarea, que dijo con toda su boca, sin que se le escapara ni una mínima sonrisa traicionera, que él confía en el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que garantizó en su día que las prospecciones sólo se realizarían con un consenso social en las islas. ¿No será el mismo ZP que dijo que no había crisis ni cosa que se le pareciera o pareciese? Píquemelo usted menudito, cristiano, que lo quiero para la cachimba…

Lo escribía años atrás Carlos Segovia en El Mundo: “Bajo las mismas aguas en las que navegan barcas de miseria hacia el destino soñado de Canarias, Repsol YPF estima que yace una importante bolsa de dinero negro. Sangrante sarcasmo. El presidente de Repsol, Antoni Brufau, ya tiene en su magnífico y enmoquetado despacho los resultados de las dichosas prospecciones previas. Ya está confirmado: hay petróleo al lado de Lanzarote. Y no cuatro bidones, no, sino un importantísimo yacimiento que sólo está a la espera de perforación, extracción, venta y negocio. Y puede que también haya mucho gas”.

Los informes que confirman la existencia de esa bolsa que puede llenar otros muchos bolsillos (no precisamente lanzaroteños) los puso sobre la mesa el afamado Nemesio Fernández-Cuesta, responsable de exploración de Repsol. La compañía ya ha ido con el cuento al Gobierno (español, en este caso), al que le está diciendo a todas horas que es urgente que les conceda la autorización pertinente para realizar, a la voz de ya porque mañana puede ser tarde, perforaciones a unos siete kilómetros, a tiro de piedra, de la costa canaria, que dentro de poco será costa rica (sólo para algunos, me malicio). ¿Y a qué tantas prisas? Pues porque el rey de Marruecos, Mohamed VI, ya ha autorizado los trabajos de exploración en la parte que le toca de soberanía sobre las mismas aguas que bañan a unos y ahogan a otros. El Reino alauí ya habría tomado la delantera antes de sonar el pistoletazo de salida y podría llegar a pinchar la bolsa de petróleo antes que la petrolera hispano-argentina. No hay acuerdo entre España y Marruecos sobre la línea que separa las aguas de unos y otros, como es triste fama, por lo que una autorización española sería mal recibida por Rabat, que tiene sus propios planes sobre la golosina negra. ¿Por qué duda Zapatero? Porque teme que dar esos permisos haría perder otra rica bolsa no menos apetecible para los políticos: la de los votos. ZP sabe de primera mano que la cosa petrolera es asunto impopular en las islas más orientales, y él prefiere perder la vida (de otro) antes que perder un voto. Así se explica su indecisión… momentánea. ([email protected]).

¡Petróleo en Playa Honda!
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