miércoles. 24.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Quienes convencieron a los diputados para que votaran contra EL DÍA en el Parlamento de Canarias, empresarios y periodistas de Las Palmas, no se han dado cuenta de que los que realmente han destrozado a Canarias son ellos. Fueron las pretensiones hegemónicas de Las Palmas las que forzaron la ruptura provincial, primera gran desunión de la historia. Sucesivos atropellos se encargaron de hacer más sólida la división. Lo que han hecho este periódico y su editor y director es defender a Tenerife desde postulados que él -y muchos- consideramos coherentes. Lo que ocurre con Pepe Rodríguez es que dice lo que piensa y otros no se atreven a hacerlo. Ser regionalista de verdad no es hacer apostasía del insularismo, ni reprobar a quienes aman su isla por encima de todo. Me parece, por otra parte, muy peligrosa la connivencia de los editores de Las Palmas con ciertos políticos para intentar tumbarse a un periódico que les molesta. No lo conseguirán, pero han hecho que picara hasta el Parlamento.

2.- ¿Cómo se sentirán unos parlamentarios que han hecho el juego a estos gaznápiros? La historia los va a juzgar con severidad. Este Parlamento atacó con saña a aquel otro Parlamento de papel que ha de desarrollarse en esta sociedad con absoluta libertad, según un mandato constitucional que los miembros del poder legislativo no acataron. Serán señalados con el dedo del pueblo llano durante toda su trayectoria política desgraciada.

3.- Ahora llega el rechinar de dientes. Un periódico de la categoría de éste ejerce el poder de la palabra, de la difusión de la palabra; de las ideas y de su desarrollo. Es un medio abierto a todo el mundo, que sin embargo sabe en este crítico momento quiénes son sus amigos y quiénes no lo son. Porque gastar tiempo institucional en una condena a un medio de comunicación por decir lo que piensa es, ni más ni menos, que una patada en el culo de la democracia. Tenía que ser en Canarias y tenía que ser la inspiración canariona la que convenciera a los demás para que cometieran el desmán. Los editores, empresarios, políticos y periodistas canariones que han aplaudido hasta con las orejas la errática decisión del Parlamento han pinchado en hueso. Pero le han hecho mucho daño a la convivencia entre los canarios. No precisamente nosotros.

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Peligrosa connivencia
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