viernes. 19.04.2024

Por Joaquín Caraballo

Recientemente hemos conocido que el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) ha presentado una resolución en el Congreso de los diputados para gravar la extracción de petróleo. Al parecer, la implantación del tributo estará sujeta a que el volumen extraído represente un porcentaje relevante respecto de la demanda nacional de crudo, según la resolución. Y no puedo más que pensar en lo oportunista de la medida, en lo conveniente que le resulta a Rajoy hacerle un guiño al Gobierno de Canarias en la promesa de aplicar impuesto a las petroleras.

Lamentable resulta que en momentos económicos adversos ésta sea una de las pocas propuestas planteadas por el Estado en materia energética, precisamente un área en la que el Ejecutivo debe apoyarse para llegar a diversificar el modelo actual. A esto sumo las desafortunadas declaraciones que el presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Sebastián Grisaleña, pronunció en su última visita a la isla. El empresario considera necesario “repartir el pastel”, y así lo dijo pensando en los posibles beneficios que genere la extracción de hidrocarburos frente a Lanzarote y Fuerteventura.

Tales manifestaciones suenan más que ofensivas, sobre todo a pocas fechas de cumplirse el primer aniversario de la manifestación que sacó a la calle a más de 20.000 personas movilizadas contra las prospecciones de Repsol. Además de inapropiado, considero insolidarias dichas afirmaciones por varios motivos. En primero, por lo injusto de la frase “repartir el pastel” que denota el interés del empresario por compartir unos posibles beneficios, yo dudo mucho que éstos reviertan en las islas, más bien estoy convencido de que no será así. Segundo, porque en ningún momento menciona la idea de asumir en conjunto las consecuencias de un desastre, que no debemos descartar alegremente, al margen de la seguridad correspondiente.

Las posturas de Rajoy y Grisaleña no son únicas, ni mucho menos poseedoras de la verdad plena. En el otro extremo resaltan posicionamientos de expertos de la talla de Juan Verde, actual asesor del Gobierno americano, que contestan claramente a estos señores. Verde adelanta que la energía solar, por ejemplo, es absolutamente competitiva con los combustibles fósiles. Incluso con la eólica ya hay paridad si se tienen en cuenta lo que cuesta importar, refinar, distribuir o las subvenciones al petróleo. Es decir, que en el ámbito de quienes se desenvuelven con grandes potencias, el futuro ya no se piensa exclusivamente en torno a las prospecciones petrolíferas sino que se fomentan otras alternativas. Y nosotros las tenemos. Contamos con esas opciones.

Lanzarote es una isla rica en energías verdes, con una alta conciencia medioambiental, demostrada sobradamente en la movilización del 24-M, con buena parte de su territorio protegido y con una industria turística que es motor de su economía. Los combustibles fósiles cada vez más caros y más escasos no nos valen para planear el futuro. Las renovables van de la mano con el avance tecnológico y esta es nuestra apuesta nos toca encabezarla. Como socialista lo tengo claro y la gestión de mi grupo se encamina hacia lograr la implantación de las energías limpias.

Las defensa de políticas caducas que nos lleva a codiciar bienes que perjudican nuestro territorio no contribuyen a mejorar nuestra situación, por contra nos alejan de un tiempo más sostenible y rentable a largo plazo. El fomento de las energías limpias está entre nuestros retos y queremos cumplirlos, pasando por alto premisas mezquinas que dan la espalda a la petición popular.

* Por Joaquin Caraballo, portavoz del Grupo Socialista en el Cabildo de Lanzarote

Palabras insolidarias
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