jueves. 28.03.2024

Por Antonio Hernández Lobo

Nuevamente, el debate. Esta ocasión desde el madrileño Palacio Municipal de Congresos Juan Carlos I. Distinto moderador, en este caso una mujer, Olga Viza. Eso sí, mismo escenario, mismo decorado. Otra vez el plató circular en colores gris metálico y crema situado en un auditorio que paradójicamente estará vacío, una mesa cuadrada y cronometradores de la federación española de baloncesto para que los candidatos no se pasen los tiempos, y no se cuántas cámaras. También los mismos protagonistas. Es decir, Mariano Rajoy Brey y José Luis Rodríguez Zapatero.

Lo único que deseamos es, al menos, no salir con el insoportable mal sabor de boca debido a la exhibición de bipartidismo caduco y decimonónico ofrecida por dos líderes que discutían ante Manuel Campo Vidal y los millones de españoles y españolas, al igual que hicieran en los últimos cuatro años, tanto dentro como fuera del Parlamento.

Esperemos que esta nueva oportunidad aporte alguna propuesta ilusionante, alguna solución imaginativa, alguna sorpresa. Todo por comprobar si se “recluta” a algún indeciso para un verdadero proyecto de futuro. ¡Que sea un debate a la altura de la todavía joven democracia española, sin reproches, sin odios compartidos y con un soplo de aire fresco para lograr esfuerzos ante los restos y problemas del estado español!

Suponemos que este debate ya no será el mismo que el de la semana pasada. Los candidatos aparecerán más relajados, menos tensos, sobre todo en el caso de Zapatero, y menos agresivo, en el caso de Rajoy. Sólo confío que esta vez no nos visite la niña de Rajoy (que no la del exorcista) o el inmigrante del bonoguagua.

Por lo pronto el líder socialdemócrata ha comentado que su estrategia esta ocasión se basará más en hablar más de programa, programa y programa (¡qué recuerdos, Julio Anguita!) y de propuestas de futuro. Y el líder de la derecha nos ha adelantado que volverá a hablar de los asuntos que más nos interesan, según él, como la subida del precio de la leche, la situación de las hipotecas, las infraestructuras (socavones incluidos) del AVE a Barcelona o la inmigración en Canarias. Las televisiones, las radios, los medios digitales y de papel calientan motores, también sus estrellas se preparan para hacer doble jornada en los pre y post debates. Incluso preparan sus encuestas sobre quién gana o pierde el debate de esa noche. Y después, ya saben, la pregunta original que nos harán todos los medios: ¿Quién crees que ha ganado el debate entre Zapatero y Rajoy?

La verdad es que no se qué película tendrá programada la Televisión Canaria (“La de Ellos”) para este lunes. La alternativa de Rambo tampoco creo que fuera la mejor de las soluciones. Y es que, vayamos a votar o no a alguno de estos dos contrincantes, es un ejercicio de enseñanza-aprendizaje su visionado. Los que vimos el debate entre Zarkozy y Ségoléne Royal tampoco les votamos a ninguno de ellos, pero si que se convirtió en todo un espectáculo televisivo para no perderse. Así pues, siempre es interesante encontrar en la pequeña pantalla debates de este tipo, ilustrándonos como se muestran ante la televisión dos líderes de estas características. Por favor, D. Guillermo (antes Willy) García), rectifique usted y ofrézcanos la oportunidad de ver el debate por “la nuestra” (o “la suya”).

Pues nada, a esperar a este debate. Nos invade el morbo de nuevo, ¿nos interesará más el fondo que la forma? Bueno, tampoco es para tanto. Nos preocupa que Rajoy se abroche la americana a tiempo, que Zapatero no se autodepile sus particulares cejas. Dicen los entendidos que realmente la forma interesa mucho a los indecisos, es decir, los gestos, el modo de mirar a la cámara o la forma de expresarse. No es que infravaloremos a los espectadores, pero la gente se queda con aquello de si ha sido amable o no, si ha tartamudeado, si se han movido mucho, si lleva una vestimenta muy oscura...

Lo dicho, esperemos que este último y decisivo debate sirva para crear opinión, y para pensar que ganar un debate (para cada medio de comunicación y sus lectores-televidentes gana el suyo, como no podía ser de otra manera) no significa ser el más brillante. Aquí, quien gana, es el votante el día 9 de marzo por hacer uso de su libertad de votar a quien crea conveniente, sea alguno de estos contrincantes, o no.

Otro nuevo “cara a cara”
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