viernes. 19.04.2024

Por Serapio Manuel Rojas de León

Centros de arte, cultura y turismo del Cabildo Insular de Lanzarote convirtiéndose en Centros de Ruina, Expolio y Ombliguismo del desgobernado Cabildo ex -Insular de la no gestión.

No. No me creo que ese fuera el título, con su actual andadura, lo que pensaron el Ex - presidente del Cabildo y el malogrado Visionista, cuando ambos, en una simbiosis creativa y apostadora, creyeron en las posibilidades de una madre naturaleza que harta de darnos sufrimiento, iba a resultarnos con su realidad extraña, encantadora.

César Manrique, el artista, José Ramírez, el político, los soñaron y los hicieron posibles. Dicen que no hay casualidades. No. No es casual que el hijo del político que creyó decididamente en el proyecto de los Centros como posible fuente de ingresos que paliara el mísero presupuesto insular para que ayudara a mejorar las infraestructuras y necesidades de la isla, contribuyese además, con los distintos colectivos a la mejoras de las actividades sociales de toda índole, sea también el Presidente de la Fundación de César Manrique.

Por ser el hijo de, y además presidir la Fundación, este hombre debiera ser mucha más voz, más inquietud, más fiscalización, más compromisos con la realidad de los conejeros. No sé. Quizás sea una forma de ser la que posee impidiéndole ser más protagonista del día a día isleño. No ha conseguido que la Fundación sea nuestro referente ecológico, urbanístico, cultural y social, que sigue sin implantarse en la sociedad tan necesitada de guía consecuente. Cada vez más nos muestra la Fundación su lejanía, su soledad, su enfrentamiento, su no reconciliación con el resto de colectivos e instituciones oficiales. Pareciera como si el papel que le toca interpretar no sepa cual es. Es una pena por cuanto que sus actuaciones se reducen en lo cercano a oponerse a la mejora de unas carreteras, al derribo de algunos hoteles, y a ofrecernos unas instalaciones ilegales que posee en medio de un paraje volcánico.

Se le agradece a la Fundación el último gesto de pedir junto a otros la comparecencia del Consejero Delegado del Cabildo para los Centros Turísticos. Algo es algo, sin embargo, se echa de menos más contundencia para con un tema tan directamente relacionado con el alma artística comprometida socialmente con la tierra y su gente que fue César y por supuesto con el hombre público impulsor del desarrollo, en todos sus órdenes, de nuestra isla, del que cuando menos sólo se puede estar orgulloso, José Ramírez.

Me cuesta creer que detrás de todo este mutis Fundacional nos tropiece la ideología izquierdista obsoleta que ciega se opone a no oponerse a la manifiesta incoherencia y absurda actuación de los que hoy en el Cabildo dicen representar ideológicamente, pues la inutilidad manifiesta, aún por conciencia, lleva implícito enfadarse y por ende plantear el cambio del timón, que tan callada, tan cobardemente, la Fundación es consentidora de este rumbo sin dirección.

Señor Presidente, más realismo, más empape de la verdadera problemática que atañe directamente a los isleños y dejarse oír, ver y exigir cuando está en juego el interés general del que su progenitor, en un lado, nos dejó en herencia, y su visionista artístico en el otro, gracias a su constancia. Desarrollar las actuaciones basados en postulados de organizaciones políticas más afines ideológicamente, no le favorecen, pues aún contando con los alineados, es necesario el apoyo de la mayoría para sentirse uno respetado y querido.

Más apolítica y más isleña, siendo referente de la defensa del total territorio con el beneficio a los más ciudadanos, revelándose contra los desatinos partidistas, incluso de los más afines, debe reflejarnos la Fundación sus actuaciones, sus reivindicaciones y por supuesto su presencia mejor activa. Suya, Sr. Presidente, es esa responsabilidad y debe ejercerla para con unos Centros Turísticos por veredas al garete.

Sr. Presidente, su mutismo no es digno de César. Sr. Presidente, su pasotismo no es digno de respeto al legado público dejado a los isleños, a todos, por su Señor padre. Esa cobardía por no molestar al afín ideológico, cuando menos, le delata como persona que no discierne el interés general, para mudo refrendar los desatinos del foráneo ajeno, don Carlos Espino, metido a director gestor para la desaparición de nuestros Centros. Sr. Presidente, su actitud desmerece a la Fundación que representa, a los dos hombres que hicieron posible el increíble avance de este desarrollo, y a Usted mismo como conejero.

Nos trajo la Fundación que usted preside a un payaso para defender unas zanjas de parras y a un metro de arenas que iban a ser sepultadas por el asfalto allá en la Geria. ¿Qué nos podría traer ahora para librarnos de este “Canario” queriendo ser conejero sin poder serlo?

Los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo Insular de Lanzarote, sometidos a la incertidumbre, ¿No le parece que merezcan la atención un poquito de la Fundación del hombre que con su tenacidad y la colaboración del Político que creyó en ese tesón, los hicieron realidad?

Sr. Presidente, es Usted el representante del binomio más admirado, más querido y más respetado de los conejeros, de todos los conejeros, no de los de una determinada organización política. Sea por tanto su más enérgico defensor, haciéndose merecedor de la representación de tan elogiadas figuras: La del Artista de su Fundación, César Manrique y la del Ex - presidente de Cabildo más recordado con cariño, su padre, Don José Ramírez. ¿Hablará usted? ¿Actuará Usted?

Se nos muestra la paradoja actual de que un extraño, un foráneo de otra ínsula, los gestiona a todas luces indebidamente, ostentando la responsabilidad delegada por la Presidenta del Cabildo, que convertida en otra cobarde irresponsable no toma la decisión que todas las noches le susurra el catre incesante al oído: El cese inmediato de tan deplorables actores públicos. Es curiosa esta actitud cobardil de la Presidenta cuando ronronea los aires del terruño la anécdota de que con cierto arrojo puso en un brete a determinada entidad bancaria. Esto de descolocar a impresentables debiera resultarle pan comido. Con ese golpe de manos y decisiones, otros gallos le cantarían más entusiasmados en el gallinero político, por cuanto que el Consejero de los Centros Turísticos muele en su mollera la filosofía contraria a la estupenda inspiración de su creación, por la del cierre y destrucción de los mismos. Que lo haga un allegado desconocedor es comprensible y si se quiere hasta perdonable, pero que la Presidenta, conejera de todas todas, se lo permita, es lo censurable.

Venido de otras orillas, este hombre ha tropezado con algo extraordinario, genial y admirado: Los Centros Turísticos del Cabildo funcionando correctamente y además arrojando resultados de gestión inmejorable. Es así que sacando fuerzas de donde no las había, se ha dedicado entusiasmado a destruirlos y a convertirlos en ruinosos. Parece un pacto endemoniado empecinado en la destrucción de lo bien hecho. Destruir lo que tanto esfuerzo ha costado conseguir con que facilidad es logrado.

¿Y el orgullo de patria chica? Los socialistas isleños, dónde se escaparon, a dónde los enviaron, que ahora les dirige, a los pocos que quieren ser dirigidos, un aparecido desconocido y desconocedor de lo nuestro y de nosotros. No. No será el Secretario General foráneo hijo adoptivo de esta tierra. Sus actos en todo caso le están llevando a ganarse con merecimiento el de persona Non Grata para la ínsula cuyas gentes calladas, expectantes y aguantadoras, saben lo del pasará. También este mal es pasajero.

Es usted don Carlos, junto a los gestores del agua, un parecido Timanfaya. Timanfaya apagó su fuego, su rabia y la destrucción a los pocos años. Los conejeros que no marcharon y soportaron al infernal, sobre la oscuridad de un nuevo suelo, levantaron un vergel único y extraordinario. Sin duda, convencido estoy de ello, usted también se eclipsará. Sobre lo que nos quede, sobre lo que se digne dejarnos, con esfuerzo y voluntad renovadas los conejeros resucitaremos y haremos revivir brotando como nunca nuestros Centros, que no los suyos, aunque se lo crea, debido a una traidora que en la Presidencia del Cabildo se lo consiente y a pesar de que su colchón, insistente, le aconseja que lo mejor que puede hacer es mandarle a Usted para su casa.

Por favor. Por favor, don Carlos. Por favor, déjenos algo que luego podamos recuperar, si no, no podemos presumir lo anterior. Mire, déjenos las direcciones de los trabajadores, de sus representantes sindicales, para que aquellos a los que les toque recuperarlos, les puedan pedir asesoramiento sobre dónde trabajaban y cómo eran nuestros Centros hasta que usted... No. No, no. No. Eso no va a ser necesario, ¿Verdad don Carlos? Los Centros le sobrevivirán a usted y a los silencios incomprensibles de quienes viven directamente de ellos, bueno claro, seguramente es porque ahora no toca hablar de los convenios y de las mejoras laborales, por eso no se les oye aunque se les caigan encima las puertas y peligren sus nóminas. ¡Cuántos silencios comprados malamente vendidos!, ¿Dónde tienen olvidadas las cacerolas y los pitos de feria para con sus ruidos solicitar la dimisión de todos los desatinados del Cabildo? ¡Ah, vaya!, resulta que también esas cacerolas y pitos tienen color político. “Apañaos” vamos isleños. Ahora el carnaval que toca es otro bien distinto.

El aire de esta tierra es inmejorable, pero a usted don Carlos, debe penetrarle la nariz alguna impureza ajena asumida de otros lugares, que le obnubilan la mente reduciendo su cerebro a una verdad inventada, a una mentira creída, a unas actitudes asumidas convencido de que son lo mejor, sin embargo, cuando deje de perturbarle el intoxicado que aspira embrujado en esos despachos insanos, sustituyéndolo por el estupendo aire que se respira fuera de ellos en el resto de la isla, se dará cuenta con mente clarividente y cerebro despejado, que lo que ahora deshace tiene remedio, aunque para usted sea demasiado tarde.

¿Y la oposición? ¡Ah!, ¿Pero hay oposición? ...?, ...?, ...?

Don Carlos Espino Angulo, es, será ejemplo de lo que ningún responsable público jamás debe hacer para con esta tierra, aún no siendo conejero, no sólo en los Centros, sino en cualquiera de los ámbitos de las Instituciones Públicas. Ahora cuenta adulado, ya sabrá por qué cuando sea nada, con los agradecidos egoístas cómodos en estas aguas revueltas (las de Inalsa son otras) que usted agitó y no puede, no sabe, es incapaz de calmar. Algunos piensan, ilusos, que es porque no quiere debido a su ruindad. No. Usted no es ruin. El peligro que se le presupone viene amparado por la ignorancia, y hasta cierto punto perdonable, peligrosa por supuesto, pero no incurable. Nada es eterno, también usted está limitado.

¿Don Carlos, todos sus esfuerzos por conquistar el poder isleño, desde que iniciara sus pasos hasta donde hoy ha llegado públicamente, los pensó de igual manera para ilustrarnos con estas actuaciones? ¿Todos esos esfuerzos por ser y estar, para esto? ¿Podemos intuir que el del inicio era persona más decente que la mostrada por Usted de un tiempo a esta parte con sus exabruptos, sus malos modos, desplantes, y peor gestión de sus áreas? Si la decencia le embargó alguna vez, seguramente estará incómodo consigo mismo mostrándonos sin querer tanta incompetencia, inoperancia y mal hacer, para conseguir ser el Secretario General de su organización política, en el que con menos apoyos ha contado, con sus compañeros divididos, el partido destrozado, y además poner en entredicho desbaratando lo realizado en un modelo empresarial público como nunca Lanzarote había tenido. ¿Cuándo se le apareció el diablo de Timanfaya para mandatarle todos estos desatinos? A la hora del sueño, sobre la almohada, dejando la cabeza reposar y recapacitando el final de cada jornada, se ha preguntado usted alguna vez: ¿Vale la pena lo que hago como lo estoy haciendo, dejándose ver lo que realmente soy? Tu almohada somos los conejeros y te contestamos: Eres indecente. No nos merecemos tu presencia pública riéndote de los esfuerzos de la gente.

Otro desatino
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