jueves. 25.04.2024

Por Andrés Chaves

1.- Hemos sido flojos y sumisos los canarios a lo largo de la historia. Definido quién es el godo y quién el peninsular, dirimido el secular debate, yo he soportado durante años, hasta que me fui cansando, a godos irredentos que me han hecho la vida imposible. Desde un ex director de medios que ahora se tiñe de caoba y tiene la cara como el culo del Lazarillo de Tormes, hasta otro putrefacto individuo mal encarado y que, al parecer, no lleva calzoncillos sino raya canela en el fondillo del pantalón. A mí estos tíos me repelen. Braulio, mi amigo Braulio, los definió en una canción magistral que se llama "Mándase a mudar". Esta melodía a los peninsulares buenos, a los que han venido aquí a cumplir con la sociedad canaria, les hace gracia; a los godos les repele. Yo la pongo en la radio continuamente, a ver si estos últimos se animan y toman las de Villadiego. Los godos hacen clan, se unen siempre entre sí, renunciando a sus ideologías. Porque el del pelo caoba es un carca de pelotas, el cochino presume de progre y luego está la variedad bembona, algo así como una inmensa ciruela sin hueso, que pasea su aburrimiento por los platós y columnas. Y que políticamente se adapta. Vaya tropa, coño.

2.- Ser godo no es una procedencia, sino una actitud. Son los mismos que vinieron con el Adelantado a humillar a los primitivos habitantes de Canarias, utilizando sin tino el trabuco y la espingarda. A hachazo limpio. Los que han vuelto son sus herederos. Después vinieron vestidos de alférez de Milicias, a casarse con la hembra canaria que tenía unos plátanos y un estatus. Con sus honrosísimas excepciones. Más tarde ya les dio igual, con tal de someter a los isleños, buenos por naturaleza, honestos y cabales. Cuando llegan aquí, repito, se unen como una piña. Se creen con derechos. Y su principal anhelo, aparte los tintes de caoba, bembas y rayas canelas, es colarse de rondones en la sociedad canaria, para volverla a someter, esta vez no con trabucos y espingardas sino con otros métodos más sutiles.

3.- Yo estoy harto de las tres variedades del godo. Del caoba apalahoe, del bembón plomo y del chancho (chancho limpio nunca engorda y este está como lo que es: como un cochino). Se mueven en los mismos espacios, siguen creyendo, a pesar del tiempo que llevan aquí, que esto es suyo y combaten como gatos panza arriba cuando ven peligro de que un día los pasaporten hacia sus lugares de origen. Y luego está la tonta del bote que les lleva la bacinilla de las siete meadas, la recadera, la incompetente que no tiene nada en la cabeza y que como en el país de los ciegos la tuerta es la reina, pues la tuvieron de tuerta un montón de años en un medio oficial que lleva cayéndose los mismos años que estuvo ella allí. Que ni chiquito elenco, compadre. Como para organizarles un concierto de Navidad.

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Otra vez el godo
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